Verlas venir
Yo comprendo el miedo, comprendo el v¨¦rtigo, el instinto de conservar el barco aunque las maderas est¨¦n podridas
Me dirijo a los padres de la Patria. De la m¨ªa, y de todas las que puedan caber en el Estado espa?ol, cualquiera que resulte ser al final del camino. Me dirijo a quienes se llenan la boca a diario con palabras solemnes, responsabilidad, generosidad, sentido del Estado, mientras enuncian la necesidad de emprender reformas imprescindibles para garantizar un futuro com¨²n. Me refiero a esas reformas, porque las estoy viendo venir.
Yo comprendo el miedo, comprendo el v¨¦rtigo, el instinto de conservar el barco aunque las maderas est¨¦n podridas, aunque el casco haga aguas, aunque nos lleguen ya por la cintura. Y comprendo la tentaci¨®n del parche, la esperanza de que baste con abrir la Constituci¨®n por una puertecita, y arreglar el pacto fiscal de Catalu?a, y volver a cerrarla, y cruzar los dedos para que el apa?o aguante. ?C¨®mo no voy a comprenderlo si nac¨ª en 1960, si he vivido el miedo y la euforia, la soberbia y las mentiras, la quimera de que la Constituci¨®n de 1978 era infalible hasta que todo el mundo se anim¨® a meterle mano?
Lo comprendo, y por eso s¨¦ que no va a funcionar, ya no. El blindaje de la democracia, destinado a protegerla de los peligros que acecharon su nacimiento, ha pervertido su esencia muchos a?os despu¨¦s de que su ¨²ltimo enemigo expirara. Ahora aisla a las instituciones frente a una ciudadan¨ªa impotente para participar en el dise?o de su propio futuro. ?Es que no se dan cuenta? ?No comprenden que hoy es Catalu?a y ma?ana ser¨¢ cualquier otro conflicto? La condici¨®n de las manzanas es caer de los ¨¢rboles y ustedes est¨¢n ya asfixiados de soplar hacia arriba. Ha llegado la hora de los valientes, el momento de afrontar la verdad, las mentiras viejas, y las nuevas, para impulsar una nueva democracia. Me gustar¨ªa terminar diciendo que conf¨ªo en ustedes pero, por desgracia, no es as¨ª. Eso es lo peor de todo.
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