Catalu?a, ?sociedad abierta?
La cuesti¨®n para Artur Mas no deber¨ªa ser la independencia, sino si el objetivo es construir una ¡®Catalunya oberta¡¯; es decir, con instituciones democr¨¢ticas estables, abierta a la cr¨ªtica y con igualdad de oportunidades
Como ciudadano con un DNI que indica que he nacido en Barcelona ¡ªes decir, ciudadano de Barcelona, Catalu?a, Espa?a y de la Uni¨®n Europea¡ª no me preocupa tanto la cuesti¨®n de la independencia de Catalu?a, sino la cuesti¨®n de si esta es y va a ser una sociedad abierta. S¨¦ que muchos amigos me dir¨¢n que esta no es una cuesti¨®n sino una obviedad, para la que solo hace falta resolver la primera: la independencia. Es posible que tambi¨¦n piensen que es un anacronismo (?es pol¨ªticamente incorrecto?) parafrasear ahora, que el tema es ¡°la identidad catalana dentro de la Uni¨®n Europea¡±, a Karl Popper quien escribi¨® durante la II Guerra Mundial contra los ismos del fascismo y el comunismo.
No les voy a negar raz¨®n a mis amigos. La sociedad catalana ha dado muchas pruebas de ser y querer ser una sociedad abierta y, gracias a la construcci¨®n de la Uni¨®n Europea y la implosi¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, los principales temores de Popper pertenecen a la historia del siglo XX no del XXI (esperamos). Sin embargo, sigo pensando que la cuesti¨®n m¨¢s relevante para una sociedad ¡ªsea la catalana, la espa?ola, o lo que pueda quedar de la espa?ola¡ª es hasta qu¨¦ punto es una sociedad abierta no hasta qu¨¦ punto es independiente.
Por una ¡°sociedad abierta¡± quiero decir una sociedad que sabe encontrar el balance adecuado entre funcionar como sociedad, con instituciones y normas democr¨¢ticas estables y ser abierta a la cr¨ªtica, al cambio, a la diversidad y a las oportunidades, lo que tambi¨¦n requiere potenciar el bienestar, el conocimiento, la competencia creativa, la innovaci¨®n y la igualdad de oportunidades. Una sociedad que garantiza libertades y derechos a sus ciudadanos, estableciendo, a su vez, responsabilidades claras: del ciudadano an¨®nimo al gobernante. Una sociedad solidaria, no solo con sus miembros. Una sociedad intolerante con, y solo con, aquello que le impide ser abierta: privilegios, corrupci¨®n, fanatismo, violencia, etc¨¦tera. Una sociedad que regula, y solo regula, lo que es estrictamente necesario para el bienestar del colectivo. En cambio, la independencia per se no da contenido. Mis amigos me dir¨¢n, una vez m¨¢s: precisamente la independencia es necesaria para conseguir la Catalunya oberta. Pero esta respuesta me plantea tres problemas.
Los problemas son similares a ambos lados del Ebro y ello deber¨ªa facilitar el entendimiento
El primero es Machiavelliano (de quien celebramos el 500? aniversario de Il Principe), si la independencia es el medio y no el objetivo, ?por qu¨¦ hacemos del medio el objetivo? La pregunta seria la misma si el objetivo colectivo fuese otro tipo de sociedad o el medio simplemente ¡°el derecho a decidir¡±. La pregunta no es trivial porque hacer del medio el objetivo supone ruptura. No me refiero tanto a la ruptura con el compromiso democr¨¢tico que supuso la Constituci¨®n espa?ola, sino a la ruptura con una gran parte de la sociedad espa?ola que est¨¢, o podr¨ªa estar, de acuerdo con el objetivo de una sociedad abierta: catalana, espa?ola y europea. Solo hace falta ver los problemas que ha puesto dram¨¢ticamente en evidencia la recesi¨®n: el paro, con los problemas no resueltos del mercado de trabajo (falta de apertura) y de cr¨¦dito financiero, con el lastre que ha supuesto el rescate de las cajas (falta de responsabilidad y regulaci¨®n adecuada); el coste de la deuda y los recortes en sanidad, educaci¨®n e I+D, as¨ª como la creciente desigualdad (falta de un balance adecuado), etc¨¦tera. Desafortunadamente, estos problemas no son muy distintos en ambos lados del Ebro y si el objetivo fuese el objetivo (la sociedad abierta) y no el medio (la independencia) se podr¨ªa hablar mucho mejor entre ambos lados.
El segundo se refiere al malentendido concepto de subsidiariedad, seg¨²n el cual instancias superiores de gobierno solo deben absorber competencias que no puedan ser realizadas efectivamente a instancias inferiores. El adjetivo es importante porque requiere valorar la efectividad relativa de diversas instancias de gobierno; en este caso, catal¨¢n, espa?ol y comunitario. Si el objetivo es desarrollar la sociedad abierta, los tres niveles de gobierno tienen mucho por hacer. Bajo esta perspectiva no es de extra?ar la creciente divergencia de opiniones entre ambos lados del Ebro: en las dos Castillas, Madrid y Murcia, una predilecci¨®n por una mayor centralizaci¨®n (menos autonom¨ªa para las comunidades aut¨®nomas), en Catalu?a una descentralizaci¨®n radical (Llu¨ªs Orriols, EL PA?S, 26-9-2013).
En otras palabras, el Estado espa?ol se ¡°percibe¡± como menos eficiente que la Generalitat en Catalu?a, pero m¨¢s eficiente que los Gobiernos aut¨®nomos, desde la mayor¨ªa de las dem¨¢s comunidades aut¨®nomas. Independientemente de que se trate de realidades o percepciones, lo cierto es que si toda la discusi¨®n es aumentar o disminuir para todos la centralizaci¨®n del estado espa?ol no hay dialogo posible: o statu quo, o cada uno a la suya. En este caso, Catalu?a se quedar¨ªa con la Uni¨®n Europea como ¨²nica autoridad central residual. En cambio, si la discusi¨®n es como mejor se desarrolla la sociedad abierta, el di¨¢logo es posible y una conclusi¨®n es inmediata: el Estado espa?ol tiene que mejorar urgentemente y de forma radical su eficiencia para generar y gestionar una ¡°Espa?a abierta¡±, posiblemente con diferentes grados de descentralizaci¨®n territorial, en la que cabr¨ªa una ¡°Catalu?a abierta¡±. Seguramente se me dir¨¢ que ya es tarde para este di¨¢logo, que esto ya se ha probado sin resultado (?de verdad?, ?cu¨¢ndo?). Pero esta respuesta olvida que, como se?alaba mi colega Juanjo Ganuza (EL PA?S, 19-9-2013), para Catalu?a SA, disponer solo del paraguas de la Comisi¨®n puede no ser la mejor forma de competir en la Uni¨®n Europea y en la sociedad global: los peque?os poco juegan y un pa¨ªs peque?o corre el riesgo del provincianismo (a los l?nder ya les va bien estar en Alemania). A¨²n m¨¢s importante, esta respuesta olvida¡ la transici¨®n.
Mientras la meta sea el derecho a decidir, los gestos negociadores de Mas o Rajoy ser¨¢n in¨²tiles
Lo que me lleva al tercer problema, que no es tanto la posible salida de Catalu?a de la Uni¨®n Europea, sino que es el problema popperiano. Mientras el objetivo sea la independencia o ¡ªde forma m¨¢s diluida, pero apuntando a lo mismo¡ª ¡°el derecho a decidir¡±, dif¨ªcilmente gestos de seny, por parte de Mas o el Parlament, y un di¨¢logo (silencioso) sin fecha l¨ªmite, por parte de Rajoy, van a ser suficientes para reorientar el proceso de creciente confrontaci¨®n entre catalanismo y espa?olismo. Ambos movimientos hurgan es sus ra¨ªces hist¨®ricas para ganar fuerzas y adeptos, para reivindicar sus derechos (o negar los del contrario), para justificar y ensalzar unos fines ¡ªla independencia de Catalu?a, la unidad inquebrantable de Espa?a¡ª que, de hecho, no son objetivos sociales. Reorientar no es abortar o frustrar, lo que llevar¨ªa a una nueva ola hist¨®rica de victimismo e irresponsabilidad en Catalu?a, y de inmovilidad e irresponsabilidad en la pol¨ªtica espa?ola. Desafortunadamente, las ¡°terceras v¨ªas¡± dif¨ªcilmente van a levantar cabeza, no porque ya se hayan agotado, sino porque solo pueden cobrar fuerza cuando la pregunta sea qu¨¦ tipo de sociedad queremos y no una pregunta, o preguntas, sobre las formas de Estado sin saber para qu¨¦ queremos este Estado, o Estados (decir, como hace Mas, que la tercera v¨ªa fracas¨® por ¨²ltima vez en 2006 es olvidarse que la discusi¨®n fue, una vez m¨¢s, sobre la identidad de Catalu?a, no sobre qu¨¦ sociedad queremos los catalanes).
Karl Popper critic¨® el historicismo filos¨®fico del que, en su tiempo, fascismo y comunismo tambi¨¦n se nutrieron y no fue el ¨²nico en advertir que estos ismos exacerbaban otros ismos ¡ªcomo el fanatismo y el conformismo¡ª, enemigos de la sociedad abierta. As¨ª, partiendo de la premisa de que la independencia es necesaria para la Catalunya oberta y transformando el medio en objetivo entramos en una transici¨®n de ismos que f¨¢cilmente nos pueden alejar del cosmopolitismo barcelon¨¦s, el seny catal¨¢n, la tolerancia de la Espa?a posfranquista y de la solidaridad que deber¨ªa cimentar la Uni¨®n Europea. Pero quiz¨¢s con suerte me equivoque y las advertencias de Popper sobre los enemigos de la sociedad abierta sean solo advertencias para el siglo XX y el siglo XXI sea realmente diferente¡
Ramon Marimon es director del Max Weber Programme y profesor de econom¨ªa del European University Institute y de la UPF - Barcelona GSE.
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