Fabra en el banquillo
El expresidente de Castell¨®n acude al tribunal tras diez a?os de resistencia procesal y pol¨ªtica
El comienzo del juicio contra Carlos Fabra constituye una peque?a victoria del Estado de Derecho. Al cabo de diez a?os de una laboriosa y accidentada investigaci¨®n, en la que han intervenido sucesivamente hasta nueve jueces de instrucci¨®n y cuatro fiscales, est¨¢ previsto que el expresidente de la Diputaci¨®n de Castell¨®n y expresidente provincial del PP se siente en el banquillo para responder de acusaciones de tr¨¢fico de influencias, cohecho y fraude fiscal, por los que el ministerio p¨²blico requiere 13 a?os de c¨¢rcel, multa e indemnizaci¨®n.
Sin perjuicio del derecho que le asiste a dar cuantos rodeos le permiten las normas procesales, hay que reflexionar sobre las consecuencias de la permisividad de su partido hacia el antiguo patr¨®n de la provincia de Castell¨®n. El caso Fabra, surgido en 2003, fue el primero de una larga serie de esc¨¢ndalos en la Comunidad Valenciana, por los que se encuentran imputados o procesados diferentes cargos y antiguos cargos, entre ellos varios diputados del Grupo Popular en las Cortes Valencianas. Todo ello al margen del despliegue de proyectos de Carlos Fabra en torno a un aeropuerto que sigue inactivo, herencia que se teme va a ser muy costosa para los contribuyentes por el pleito que enfrenta a la empresa concesionaria con la Generalitat valenciana.
Carlos Fabra es propagandista de la teor¨ªa de que las urnas lo absuelven todo. Sent¨® esa hip¨®tesis tras la mayor¨ªa absoluta conseguida por el PP de Castell¨®n en las elecciones municipales y auton¨®micas de 2007, cuando ¨¦l llevaba tres a?os imputado judicialmente. Aceptar esos planteamientos sin pesta?ear contribuye a explicar la mala imagen de los partidos con responsabilidades de gobierno. Carlos Fabra era un s¨ªntoma, pero el PP nunca encontr¨® el modo de tratar la enfermedad y abraz¨® la excusa de que todo se deb¨ªa a asechanzas de sus adversarios.
Si cada partido hubiera limpiado a tiempo los establos, personas como Carlos Fabra habr¨ªan desaparecido de la vida p¨²blica. No lo hicieron en su d¨ªa ¡ªel bar¨®n de Castell¨®n se retir¨® de la Diputaci¨®n cuando ¨¦l quiso, en 2011¡ª y ahora penan su tolerancia con el descr¨¦dito de los ciudadanos. Pero no escarmientan. Alberto Fabra, que lleg¨® a la presidencia de la Generalitat valenciana con el encargo de apartar a los sospechosos de su partido, ha expresado su simpat¨ªa personal por Carlos Fabra en v¨ªsperas del juicio.
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