Obama en la diana
Los republicanos exigen que el presidente de EEUU renuncie a la reforma sanitaria
El Partido Dem¨®crata y el Republicano tienen posturas distintas sobre pol¨ªtica exterior, la relaci¨®n del mercado con el Estado y la naturaleza de la comunidad nacional. Interpretan nuestra historia de manera diferente. Mientras tanto, muchos ciudadanos estadounidenses necesitan que el Estado les ayude. En los ¨²ltimos decenios, los ingresos de la gente de a pie han disminuido. El 15% del pa¨ªs vive en la pobreza. La mayor¨ªa republicana de la C¨¢mara de Representantes, que ha logrado el cierre de la Administraci¨®n, y que tal vez rechace el techo de deuda, se muestra indiferente.
?Existe una ciudadan¨ªa estadounidense? La gente est¨¢ separada por muros econ¨®micos, educativos, ¨¦tnicos y raciales. Tiene pocos recuerdos hist¨®ricos en com¨²n. Hace 40 a?os, los sindicatos acog¨ªan a un tercio de los trabajadores; hoy, al 10%. Aquellos sindicatos serv¨ªan para educar pol¨ªticamente y fortalecer a los ciudadanos. Hoy, nuestros trabajadores viven en la fragmentaci¨®n social y la privatizaci¨®n espiritual. Lo que une al pa¨ªs son los deportes espect¨¢culo y las vulgaridades de la cultura de masas.
Los republicanos exigen que el presidente renuncie a la reforma sanitaria de su primer mandato. El presidente y los dem¨®cratas responden que las elecciones de 2012 la legitimaron. Casi todos los republicanos piensan que cualquier plan de seguridad social es un ataque a la libertad y que el sistema de gobierno moderno es ¡°socialismo¡±. Alrededor del 20% de la poblaci¨®n cree que el presidente es musulm¨¢n, que naci¨® en Kenia y que est¨¢ conspirando para destruir nuestra naci¨®n. El 40% es receptivo a las siniestras im¨¢genes e inanes ideas sociales de los primitivos republicanos.
El presidente est¨¢ siendo objeto de m¨²ltiples cr¨ªticas. Entre las ¨¦lites de la pol¨ªtica exterior, muchos lamentan que de la amenaza de atacar Siria se haya pasado a las negociaciones con Rusia. Les alarma la reconciliaci¨®n con Ir¨¢n. El presidente sabe que la mayor¨ªa de los estadounidenses se opone a otra guerra en Oriente Pr¨®ximo. Los intelectuales, bur¨®cratas, pol¨ªticos y propagandistas que trabajan para el imperio pretenden tener el monopolio de la sabidur¨ªa. Expertos militares sin experiencia de combate proponen guerras sin cesar. Menos mal que los responsables de las Fuerzas Armadas son m¨¢s reflexivos.
El presidente no ha sido una total decepci¨®n para el aparato. Ha mantenido la ¡°guerra contra el terror¡± mientras retiraba las fuerzas estadounidenses de Irak y empezaba a retirarlas de Afganist¨¢n. El Estado sigue violando nuestros derechos constitucionales. Las contradicciones de Obama suscitan la furia del partido de la hegemon¨ªa imperial y de los grupos decididos a acabar con el intervencionismo end¨¦mico de Estados Unidos. Est¨¢ claro que el presidente no se cree capaz de invertir por s¨ª solo la tendencia que comenz¨® en 1898.
Obama tiene un gran logro exterior: no librar una guerra con Ir¨¢n
Obama propone renovar nuestras infraestructuras. Quiso lograr el acuerdo de los bancos con el nombramiento de Lawrence Summers como presidente de la Reserva Federal. Pero el grupo partidario de la redistribuci¨®n dentro del Partido Dem¨®crata rechaz¨® a Summers porque ten¨ªa una relaci¨®n demasiado estrecha con la banca, y le oblig¨® a retirarse. Muchos dem¨®cratas partidarios del presidente opinan que sus medidas de apoyo a la justicia econ¨®mica y social son muy tibias.
Ha comenzado una lenta recuperaci¨®n de la crisis. La reforma sanitaria es un paso importante hacia la inclusi¨®n social. Obama ha defendido el voluminoso Estado de bienestar norteamericano. Ha hablado en favor de la reforma de la inmigraci¨®n, la limitaci¨®n de las armas de fuego, los derechos econ¨®micos y sociales de las mujeres, la financiaci¨®n de la educaci¨®n y la ampliaci¨®n de la igualdad social en general. En 2010 sufri¨® un batacazo pol¨ªtico al perder la mayor¨ªa dem¨®crata en la C¨¢mara de Representantes, adem¨¢s de importantes puestos de gobernadores y Asambleas de diversos Estados.
Los republicanos reciben inmensas cantidades de dinero de los grupos que se oponen a la regulaci¨®n econ¨®mica. Es evidente que Obama minusvalor¨® el odio irracional y el sentimiento de p¨¦rdida de muchos ciudadanos blancos ante nuestro primer presidente afroamericano. La facci¨®n que encarna el odio blanco (el Tea Party republicano), concentrado en Estados que no reciben grandes fondos federales, no puede reconocer la dependencia econ¨®mica de sus miembros. El hecho de que el presidente y su esposa estudiaran en universidades de ¨¦lite intensifica su furia plebeya. Odian a quienes no son como ellos. Hacen caso a la demagogia que oyen en radio y televisi¨®n y no leen m¨¢s que textos que confirman sus prejuicios. Ahora, su mayor inquietud es la ley de sanidad de Obama. Su revocaci¨®n se ha convertido en el principal objetivo de los republicanos de la C¨¢mara.
Los votantes que reeligieron a Obama son afroamericanos, hispanos, ecologistas, sindicalistas, personas con formaci¨®n universitaria, mujeres, j¨®venes. El gobernador Romney quer¨ªa acabar con el Estado de bienestar. Su arrogancia nacionalista habr¨ªa provocado guerras sin fin. A pesar de eso, muchos dem¨®cratas critican sin cesar a Obama. Cuando evocan a Roosevelt, Truman, Kennedy y Johnson no tienen en cuenta que aquellos presidentes dispon¨ªan de mayor¨ªas en el Congreso. Quienes se pueden comparar con Obama son Carter y Clinton, porque tambi¨¦n tuvieron que hacer frente a una sociedad cultural y econ¨®micamente fragmentada, el declive del imperio, el agotamiento intelectual del progresismo en Estados Unidos (nuestra versi¨®n de la socialdemocracia europea) y los temores de una mayor¨ªa blanca.
Lo ha hecho bastante bien. No estar¨ªa mal que sus detractores pensaran m¨¢s y se quejaran menos
Obama tiene un gran logro en pol¨ªtica exterior: no librar una guerra con Ir¨¢n. Esa reconciliaci¨®n constituir¨ªa una tremenda derrota para el partido de la hegemon¨ªa imperial norteamericana. Todav¨ªa no ha rechazado los absurdos pronunciamientos oficiales que presentan el Pac¨ªfico occidental como un lago perteneciente a Estados Unidos, pero no parece probable que vaya a haber ning¨²n enfrentamiento con China.
El antagonismo de los republicanos y la desilusi¨®n de los dem¨®cratas atribuyen poderes excesivos a la presidencia. En la Francia medieval exist¨ªa el rey taumaturgo, el rey hacedor de milagros. Estados Unidos es pluralista en sentido cultural y en sentido religioso. Discrepamos sobre Dios, pero asignamos poderes divinos a los mortales que asumen la presidencia.
Nuestra poblaci¨®n desunida se enga?a a s¨ª misma. Los republicanos se creen personajes de viejas pel¨ªculas sobre id¨ªlicos pueblos de Estados Unidos. Los dem¨®cratas tienen fe en un pueblo ¡°inteligente¡± que ejerza el autogobierno, una utop¨ªa que no se ha hecho realidad. Gobernar una naci¨®n de 300 millones de personas, conectadas a un mundo que no controlamos, es dif¨ªcil. El presidente, durante gran parte de su primer mandato, se present¨® como un mediador, y tiene una gran responsabilidad por haber prometido demasiado. Dados los conflictos que vive el pa¨ªs, seguramente habr¨¢ m¨¢s antagonismo pol¨ªtico que consenso durante las pr¨®ximas d¨¦cadas. Visto con realismo, el presidente lo ha hecho bastante bien. No estar¨ªa mal que sus detractores dem¨®cratas pensaran m¨¢s y se quejaran menos. Yo tambi¨¦n me declaro culpable de eso.
Norman Birnbaum es catedr¨¢tico em¨¦rito de la Facultad de Derecho de la Universidad de Georgetown.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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