La secesi¨®n
La irrupci¨®n del hambre coincide con un gran incremento en el consumo de productos de lujo
Al doctor Novoa Santos lo llevaron a un hospital para que viese a un paciente al que todos daban por incurable. Desde la puerta, en una ojeada, sin m¨¢s, el m¨¦dico diagnostic¨®: ¡°Este hombre lo que tiene es hambre.¡± Algunas cr¨®nicas hablan esta semana del ¡°primer muerto de hambre en Espa?a¡±, un joven de 23 a?os, fallecido en Sevilla. Me gustar¨ªa tratar un asunto que destile glamour, como el juicio al fant¨¢stico Fabra, dotado de tales poderes m¨¢gicos que habilit¨® un campo de aviaci¨®n para conejos de la suerte y extraterrestres. Pero viene el padre ?ngel, un aguafiestas, habla de miles de ni?os que pasan hambre en Espa?a y denuncia el uso del eufemismo ¡°desnutrici¨®n¡± para eludir la cosa fea. La irrupci¨®n del hambre coincide con un gran incremento en el consumo de productos de lujo. Es la famosa ley de los vasos incomunicantes. La realidad tiene su estrategia para emitir signos que contradicen el discurso estupefaciente del poder. Estos d¨ªas, en una de esas llamadas ciudad-dormitorio, me despert¨® el canto de los gallos. Pens¨¦ que los inesperados haikus eran una invenci¨®n municipal, emitidos por altavoces para animar el amanecer del precariado, antes proletariado. Me informaron que no. Que son gallos de verdad y que se han multiplicado los gallineros clandestinos en terrazas y patios. Me acord¨¦ del amigo Moncho Tasende y lo que me contaba de su infancia: siete hermanos alrededor de una gallina esperando la puesta del huevo. Lleg¨® a ser un gran atleta de fondo, estilo etiope, y alguien le sugiri¨® doparse para ser lo m¨¢ximo. ¡°Pas¨¦ mucha hambre¡±, respondi¨®, ¡°?a mi denme bocadillos de jam¨®n!¡± Se habla mucho del secesionismo catal¨¢n, pero en Espa?a ya se ha producido una secesi¨®n. Los ricos se han independizado, no pagan impuestos, desgravan las donaciones ilegales y van a declarar capital Eurovegas. Y hay una naci¨®n invisible, en expansi¨®n, la del hambre. Cualquier d¨ªa despierta con los gallos, esos relojes de lujo.
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