El debate sobre el secesionismo
Adem¨¢s de defender la legalidad, hay que dar la batalla de las ideas y las razones
Ante la amenaza del secesionismo que est¨¢ planteada en la vida pol¨ªtica catalana, la reacci¨®n por parte de los que creemos en la legitimidad y la viabilidad del Estado y la naci¨®n espa?oles tiene dos tiempos claramente marcados. El primero es el de la defensa del Estado de derecho: cualquier intento de voladura del Estado y la naci¨®n com¨²n no puede llevarse a cabo sino siguiendo los cauces marcados por la legalidad. Quiere ello decir que solamente a trav¨¦s de los mecanismos de reforma de la Constituci¨®n puede prosperar la hip¨®tesis secesionista.
Pienso que el consenso al respecto es amplio. Sucede, sin embargo, que a estas alturas del desaf¨ªo por parte de significativos sectores del nacionalismo catal¨¢n, este primer tiempo de la respuesta se dibuja como insuficiente. Parece obligado por ello iniciar un segundo momento, a desarrollar fundamentalmente en el marco de la sociedad catalana, en que expongamos las razones por las que pensamos que la hip¨®tesis secesionista es una p¨¦sima opci¨®n, tanto para los catalanes como para el conjunto de los espa?oles.
Cara a la realizaci¨®n de esta pol¨ªtica de respuesta ideol¨®gica al desaf¨ªo independentista, la primera cuesti¨®n es precisar los instrumentos para llevarla a cabo. Pienso que el m¨¢s l¨®gico y eficaz ser¨ªa, en primer lugar, el entendimiento entre Gobierno y oposici¨®n, entre populares y socialistas.
El instrumento m¨¢s l¨®gico y eficaz ser¨ªa el entendimiento entre Gobierno y oposici¨®n, entre populares y socialistas
En defecto de este primer instrumento en que corresponde al Gobierno tomar la iniciativa, pienso que un impulso al debate interno en el seno de los dos grandes partidos habr¨ªa de ser el instrumento de recambio ante la temida ceguera que haga imposible la disposici¨®n de aquel entendimiento. En ausencia de estos dos mecanismos pol¨ªticos, no habr¨ªa otro recurso que articular las voces de la sociedad civil para poner en marcha la batalla ideol¨®gica contra la secesi¨®n.
Sea cual sea el instrumento utilizado, habr¨ªa unos medios a desarrollar que parecen obligados. Es necesario elaborar un informe detallado, en el que se recojan los trabajos realizados hasta la fecha, de las consecuencias pol¨ªticas, econ¨®micas, culturales y sociales que la secesi¨®n habr¨ªa de suponer para la vida catalana y espa?ola.
Podr¨ªa utilizarse como modelo el informe elaborado por el Gobierno brit¨¢nico en relaci¨®n al supuesto de secesi¨®n de Escocia, en el que se insiste en la no continuidad del eventual nuevo Estado escoc¨¦s con el orden jur¨ªdico anterior a la secesi¨®n o en la p¨¦rdida de oportunidades de todo orden para las nuevas situaciones pol¨ªticas herederas del anterior Estado brit¨¢nico. Es necesario poner sobre el papel los argumentos contrarios a la separaci¨®n de Catalu?a que den respuesta a lemas tan burdos como ¡°Madrid nos roba¡± o ¡°Con independencia, mayor bienestar¡±.
La siguiente iniciativa elemental es llevar adelante un proceso de debate en Catalu?a en que representantes de la sociedad catalana, con el concurso de otras voces del resto de Espa?a, puedan exponer las razones contrarias a la propuesta de secesi¨®n. Lejos de contribuir con ello al enfrentamiento civil en el seno de esa comunidad, podemos coincidir en que resulta indispensable dar voz y hasta altavoces a aquellos ciudadanos que no comparten el discurso hoy dominante en la vida p¨²blica catalana.
La Generalitat ha impulsado un proceso de encuadramiento social que hace dif¨ªcil o¨ªr las distintas visiones
Hay razones para ver con poco optimismo el papel de los medios de comunicaci¨®n catalanes ante la cuesti¨®n. El Gobierno de la Generalitat ha impulsado un proceso de encuadramiento social, de control desde el poder, que hace dif¨ªcil o¨ªr las distintas visiones ante el problema. Contra este estado de cosas, es una obligaci¨®n democr¨¢tica luchar porque se escuchen todas las voces de Catalu?a y que llegue a los o¨ªdos catalanes el discurso de afecto y solidaridad del resto de los espa?oles. Se trata de una responsabilidad que afecta prioritariamente a los medios de comunicaci¨®n estatales, pero con la que todos los ciudadanos espa?oles estamos afectados.
Bien est¨¢, en definitiva, que proclamemos una y otra vez nuestra intenci¨®n de defender el orden constitucional. Pero cuando est¨¢ planteada la opci¨®n secesionista, resulta una irresponsable pasividad atrincherarnos exclusivamente en la defensa de la legalidad, sin afrontar el debate ideol¨®gico.
Se trata de una pol¨ªtica que en absoluto pretende enturbiar el supuesto oasis que formar¨ªa hoy la sociedad catalana. Tenemos razones para sospechar que por debajo del oasis est¨¢ presente el conformismo forzado por una estrategia nacionalista cuidadosamente elaborada a lo largo de estos ¨²ltimos a?os. En definitiva, no se tratar¨ªa de otra cosa que de llevar las reglas del pluralismo democr¨¢tico a un problema en el que nos jugamos mucho. Es posible que, incluso, la estabilidad misma de nuestro sistema democr¨¢tico.
Andr¨¦s de Blas Guerrero es catedr¨¢tico de Teor¨ªa del Estado en la UNED.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.