El tigre que nunca debi¨® salir de su jaula
El gobierno catal¨¢n est¨¢ cabalgando ahora a la fiera que ¨¦l mismo liber¨®
?Qu¨¦ pasa en Catalu?a? Y ?por qu¨¦ lo que pasa, pasa ahora? ?Qu¨¦ consecuencias tendr¨¢? Yo creo que estas preguntas est¨¢n en la mente de muchos, de los que no vivimos all¨ª y, estoy seguro, tambi¨¦n de la mayor¨ªa de los que viven all¨ª. Lo que siguen son unas conjeturas basadas en la lectura de la prensa, de algunas conversaciones y de un simple ejercicio de unir los puntos del rompecabezas.
En Catalu?a hay un sustrato de mal encaje con el resto de Espa?a, en parte en virtud de unos episodios hist¨®ricos, muy lejanos y yertos, pero que siempre pueden recalentarse con mucha guindilla para excitar al personal. En parte tambi¨¦n, por el indudable fet diferencial del idioma catal¨¢n. Este tema no tiene por qu¨¦ plantear graves problemas, pero tambi¨¦n puede especiarse y agitarse para enardecer a las masas. Hay tambi¨¦n en Catalu?a una vaga frustraci¨®n, y unos celos violentos por no ser el centro de Espa?a y porque el idioma catal¨¢n tenga un relieve insignificante comparado con el castellano. Pero estos hechos est¨¢n ah¨ª y nunca van a desaparecer; son motivo de fricciones (Aza?a dec¨ªa que el problema de Catalu?a hay que conllevarlo; yo a?adir¨ªa que todos los espa?oles, catalanes y no catalanes, debemos conllevarnos los unos a los otros), pero, desde luego, no justifican el separatismo: la incomodidad no es opresi¨®n; el que los ricos paguen m¨¢s impuestos que los pobres no es expolio; fets diferencials los hay por todas partes: entre la Alemania danubiana y la b¨¢ltica, entre la Francia mediterr¨¢nea y Alsacia, hay tanta diferencia como puede haber entre las diferentes regiones espa?olas. Y no hablemos de Italia. El conllevarnos los unos a los otros ha sido la norma en la historia de Espa?a y debemos reconocer que nunca nos hab¨ªa ido tan bien como estas ¨²ltimas d¨¦cadas. ?Entonces por qu¨¦ este crescendo del paroxismo separatista?
El nacionalismo ha adoctrinado a la poblaci¨®n para mantener su poder
Es muy sencillo: desde la asunci¨®n del poder por Jordi Pujol y su partido, el gobierno catal¨¢n ha llevado a cabo una labor de adoctrinamiento de la poblaci¨®n que no pod¨ªa sino surtir sus efectos. Los instrumentos utilizados han sido todos los resortes de Estado, pero sobre todo la educaci¨®n y los medios de difusi¨®n. Se ha difundido entre la poblaci¨®n catalana, desde la escuela primaria hasta la prensa y la televisi¨®n, una versi¨®n deformada y victimista de la historia, repleta de falsedades, como que en 1714 se hubiera aplastado a una naci¨®n catalana que luchaba por su independencia, que un ej¨¦rcito de ocupaci¨®n hubiera impuesto una explotaci¨®n inicua, que se hubiera sometido a Catalu?a a un expolio sistem¨¢tico y de larga duraci¨®n. Lo del expolio casa muy mal con el impresionante despegue econ¨®mico del Principado desde que fue sometido a "opresi¨®n", despegue que lo coloc¨® a la cabeza del resto de Espa?a en el palmar¨¦s econ¨®mico, donde se ha mantenido por dos siglos, justo hasta que Jordi Pujol asumi¨® la presidencia. La trascendencia de la derrota de 1714 tampoco concuerda con que todos aquellos hechos de resistencia heroica no volvieran apenas a ser recordados hasta finales del siglo XIX.
La raz¨®n de este adoctrinamiento sistem¨¢tico tambi¨¦n es simple: el nacionalismo lo necesita para mantenerse en el poder. Todos los nacionalismos necesitan mitos, es decir, historias m¨¢s o menos falseadas, para justificarse. El franquismo, versi¨®n extrema del nacionalismo espa?ol, tambi¨¦n propalaba una versi¨®n maniquea de la historia de Espa?a en que los dem¨®cratas eran los malos y los autoritarios los buenos. Ten¨ªa no uno, sino muchos enemigos exteriores, que serv¨ªan como cabezas de turco a las que achacar la ra¨ªz de todos los problemas: el comunismo, el socialismo, el liberalismo, la URSS, Inglaterra, etc. Para los nacionalistas catalanes basta con un solo enemigo: Espa?a, causa de todos los males, y que es, curiosamente, la naci¨®n de la que forma parte Catalu?a desde 1479 nada menos.
El franquismo logr¨® a la larga lo contrario de lo que persegu¨ªa: desprestigi¨® al nacionalismo espa?ol hasta extremos insospechados al tiempo que, correlativamente, acreditaba a los nacionalismos perif¨¦ricos. Ello explica la indiferencia, o incluso la simpat¨ªa con la que el conjunto de la poblaci¨®n espa?ola ha considerado a estos nacionalismos perif¨¦ricos, y la pasividad irresponsable con la que los gobiernos de la democracia han tolerado las continuas violaciones de la legalidad vigente perpetradas por los nacionalistas catalanes, repetidamente denunciadas por los catalanes no nacionalistas y condenadas por los tribunales.
Catalu?a es la regi¨®n peor gobernada de Espa?a seg¨²n la Uni¨®n Europea
?Por qu¨¦ ahora? Las razones tambi¨¦n son muy claras: hace ya una generaci¨®n y media que la poblaci¨®n catalana, especialmente los ni?os, han sido sometidos al bombardeo mental incesante de la salmodia nacionalista: aquellos ni?os son ya adultos enardecidos por la "opresi¨®n", el "expolio", la "incomprensi¨®n", etc. Por eso durante estas d¨¦cadas la fracci¨®n de los catalanes partidarios de la independencia ha subido como la espuma, desde cifras muy peque?as hacia 1980. Ahora bien, como ocurr¨ªa en el franquismo, la ineficacia pol¨ªtica y la corrupci¨®n de los gobiernos nacionalistas resultaban demasiado evidentes. Seg¨²n una reciente investigaci¨®n de la Uni¨®n Europea, Catalu?a es la regi¨®n peor gobernada de Espa?a. No tiene que sorprendernos: Jordi Pujol ya nos dio una muestra de incompetencia en la gesti¨®n de Banca Catalana, y tambi¨¦n de la utilidad de envolverse en la senyera para evitar las consecuencias. De igual modo, la p¨¦sima gesti¨®n de los gobiernos nacionalistas se oculta hoy tras un tel¨®n de ret¨®rica antiespa?ola. Los nacionalistas han endeudado a Catalu?a hasta bordear la bancarrota; la corrupci¨®n es flagrante y omnipresente; pero la culpa de todo la tienen Espa?a y, especialmente, Madrid. La crisis lo ha precipitado todo: se va a Madrid a pedir ayuda con amenazas. Como dicen en M¨¦xico, "limosnero y con garrote". Pero Madrid no puede asumir los enormes compromisos que se le exigen. En vista de esto, se cumplen las amenazas, y es tira per el dret, que equivale a liarse la manta a la cabeza.
Se pide la independencia sin ambages. La poblaci¨®n ya est¨¢ acondicionada y as¨ª se olvida de las realidades econ¨®micas, que adem¨¢s se atribuyen, c¨®mo no, a Madrid y a Espa?a. Catalu?a ser¨¢ independiente y un nuevo estado en la Uni¨®n Europea. Pero como toda esta pol¨ªtica independentista est¨¢ basada en la improvisaci¨®n y los arrebatos, ahora descubre la Generalitat que lo que se le hab¨ªa advertido era verdad; los tratados son muy claros: salir de Espa?a es salir de la UE, siendo el reingreso problem¨¢tico y, que, en el mejor de los casos, tardar¨ªa muchos a?os. La huida hacia adelante ha conducido al nacionalismo a un callej¨®n sin salida. Tiene que volver al odiado Madrid a pedir que le saque del atolladero. Esto es muy dif¨ªcil, porque hace falta mucho dinero y entre tanto a la poblaci¨®n, enfervorizada por las promesas a plazo, no se la puede acallar. El a?o 2014 est¨¢ a la vuelta de la esquina y todo el movimiento independentista no va a comprender un frenazo en la recta final. El gobierno catal¨¢n est¨¢ cabalgando el tigre que ¨¦l mismo sac¨® de la jaula.
Es dif¨ªcil prever qu¨¦ pueda suceder en el futuro; pero lo que es seguro es que, si el gobierno espa?ol hubiera aplicado con rigor la legislaci¨®n vigente, el tigre seguir¨ªa enjaulado.
Gabriel Tortella es profesor em¨¦rito de Historia Econ¨®mica en la Universidad de Alcal¨¢.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.