Respaldo a Libia
La comunidad internacional no se puede desentender de la grave situaci¨®n del pa¨ªs ¨¢rabe
La captura, organizada por Estados Unidos, de un terrorista de Al Qaeda buscado desde hace a?os; el secuestro expr¨¦s del primer ministro, Ali Zeidan, y el dram¨¢tico goteo de pateras que salen desde sus costas han recordado al mundo que Libia est¨¢ ah¨ª. Dos a?os despu¨¦s de la captura y muerte del dictador Muamar el Gadafi, el pa¨ªs norteafricano intenta reconstruirse en medio de una creciente anarqu¨ªa.
Parten de cero: ya se encarg¨® Gadafi de suprimir el andamiaje institucional a lo largo de 42 a?os en el poder. Y ahora, adem¨¢s, otras fuerzas intentan sacar provecho del caos. Al Qaeda y sus aliados han convertido a Libia en una base de reclutamiento y aprovisionamiento de armas, que ha desbordado hacia Mal¨ª y Argelia. Y el islamismo pol¨ªtico quiere apoderarse del proceso. El propio Ali Zeidan, un defensor de derechos humanos regresado del exilio, ha calificado su secuestro de intentona golpista y ha acusado, sin nombrarlos, a varios diputados de los Hermanos Musulmanes. Con el apoyo de milicias aliadas, los islamistas intentan revertir el designio de las urnas, que dio la mayor¨ªa, en una hist¨®rica votaci¨®n en julio de 2012, a la prooccidental Alianza de Fuerzas Nacionales.
As¨ª las cosas, ya va siendo hora de que la comunidad internacional, que apoy¨® la revoluci¨®n de 2011, se implique de forma m¨¢s decisiva en la transici¨®n. El ataque contra el Gobierno leg¨ªtimo ha provocado la condena de EE UU, la UE y la OTAN, pero el respaldo deber¨ªa hacerse sentir no solo en situaciones cr¨ªticas.
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Es evidente que no es f¨¢cil: corresponde a los libios, y solo a ellos, encontrar su camino y forjar su propio Estado, y eso sin duda llevar¨¢ tiempo. Pero Occidente puede y debe acompa?ar este proceso de construcci¨®n institucional con equipos, con capacitaci¨®n y con su respaldo moral. Esenciales como son, los programas de vigilancia fronteriza y de entrenamiento de las futuras fuerzas de seguridad no bastan.
Los desaf¨ªos son enormes: no hay una autoridad s¨®lida y s¨ª fuerzas antag¨®nicas y milicias armadas. Pero Libia tiene petr¨®leo, una poblaci¨®n joven, unidad religiosa, gente formada y, sobre todo, una mayor¨ªa silenciosa que sali¨® a la calle porque quer¨ªa una vida digna y que no est¨¢ dispuesta a tolerar nuevas imposiciones.
Libia no solo es una pieza clave para la estabilidad europea. Tambi¨¦n es un laboratorio para la primavera ¨¢rabe. No es Irak, ni mucho menos Somalia. Se trata de evitar que alguna vez llegue a serlo.
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