Acto privado, consecuencias p¨²blicas
La privacidad de Guillermo y Catalina tiene muchos m¨¢s l¨ªmites porque, por mucho que pretendan serlo, no son ciudadanos comunes y corrientes
Debido sin duda a la tr¨¢gica vida y muerte de Diana de Gales, la pareja real que forman Guillermo y Catalina tienen una especial obsesi¨®n con su privacidad. Es algo que tiene tambi¨¦n bastante que ver con el delicado aparato de relaciones p¨²blicas que gobierna el quehacer de los Windsor precisamente debido a lady Di, cuyas p¨²blicas desavenencias con el pr¨ªncipe de Gales en su atormentada relaci¨®n matrimonial estuvieron a punto de hundir la muy s¨®lida y muy popular monarqu¨ªa brit¨¢nica.
Es obvio que Guillermo y Catalina tienen derecho a una vida privada. Si ella quiere tomar el sol sin sujetador en una casa particular en la campi?a francesa, por ejemplo, no es algo que debiera interesar al resto del mundo y es tr¨¢gico que haya medios que intenten convertir trivialidades privadas como esa en negocio y noticia p¨²blica. Es solo un ejemplo. Podr¨ªa haber muchos m¨¢s.
Pero la privacidad de esta pareja tiene muchos m¨¢s l¨ªmites que la de los ciudadanos comunes y corrientes porque, por mucho que pretendan serlo, no son ciudadanos comunes y corrientes. No son personas superiores al resto de los mortales, pero son distintos porque forman parte de ese sistema absurdo, pero a veces eficiente, llamado monarqu¨ªa. Por eso, ni las bodas, ni los nacimientos ni los bautizos son actos verdaderamente privados, porque tienen consecuencias p¨²blicas.
El pr¨ªncipe Jorge, bisnieto de la reina Isabel II y tercero en la l¨ªnea de sucesi¨®n al trono brit¨¢nico, no tiene derecho a elegir religi¨®n. Al menos, si quiere alg¨²n d¨ªa ser rey de Inglaterra. Porque, por ley, ha de ser miembro de la Iglesia de Inglaterra. Por eso su bautismo, su cristianizaci¨®n, que ser¨ªa la traducci¨®n textual del christening de este mi¨¦rcoles 23 de octubre de 2013, no es el mero acontecimiento familiar que sus padres pretenden. Y por eso, el celebrante no es un oscuro sacerdote amigo de la familia, sino el mism¨ªsimo arzobispo de Canterbury.
Tras un cambio constitucional, nadie ser¨¢ excluido de la lista de sucesi¨®n por casarse con un cat¨®lico
Eso no quiere decir que deba ser un acto televisado en directo o que tengamos derecho a conocer todos los detalles de la ceremonia. Personalmente, a este comentarista se la trae al fresco qui¨¦n est¨¢ o no invitado y qui¨¦nes son los padrinos. Y si fuera director de este peri¨®dico se limitar¨ªa a publicar un breve texto acompa?ando la fotograf¨ªa de las cuatro generaciones vivas ligadas al trono que se distribuir¨¢ tras el bautizo: la reina Isabel, su hijo Carlos, su nieto Guillermo y su bisnieto Jorge.
Pero ese bautizo tiene relevancia pol¨ªtica porque, salvo en brev¨ªsimos periodos de la historia, los reyes y reinas de Inglaterra han estado obligados a profesar la religi¨®n Anglicana desde tiempos de Enrique VIII. Y eso es as¨ª por ley, desde que se aprob¨® en 1703 la llamada Act of Settlement. Y a¨²n es as¨ª ahora. Y lo es porque desde que Enrique VIII rompi¨® con el Vaticano, el monarca es Gobernador Supremo de la Iglesia de Inglaterra. Bueno, Enrique VIII y sus dos primeros sucesores, Eduardo VI y Maria I, eran m¨¢s que eso: eran Cabezas de la Iglesia, un estatuto que se redujo al de gobernador porque parec¨ªa que los reyes quer¨ªan competir en importancia con el mism¨ªsimo Jesucristo.
La reciente reforma constitucional que ha eliminado la primac¨ªa del var¨®n sobre la hembra en la ley de sucesi¨®n ha eliminado tambi¨¦n la prohibici¨®n de que el monarca tuviera un c¨®nyuge de la religi¨®n cat¨®lica ¨Ccuirosamente, esa prohibici¨®n no se extend¨ªa a otras confesiones¨C pero ha mantenido el car¨¢cter del monarca como Gobernador Supremo de los anglicanos, lo que exige que sea de la religi¨®n anglicana. Un anacronismo en un pa¨ªs en el que se evita llamar Navidad a la Navidad en los documentos oficiales para no ofender a los ciudadanos no cristianos¡
El cambio constitucional significa que nadie ser¨¢ excluido de la lista de sucesi¨®n por casarse con un cat¨®lico. Es algo que hasta ahora ocurr¨ªa m¨¢s a menudo de lo que pueda parecer. El pr¨ªncipe Michael de Kent, nieto de Jorge V y primo hermano de la reina Isabel II, que se cas¨® en 1978 con una mujer cat¨®lica, fue entonces excluido de esa lista. Lo mismo le ocurri¨® al conde de Saint Andrews en 1988. M¨¢s recientemente, la cat¨®lica Autumn Kelly se convirti¨® al anglicanismo para evitar que Peter Philips, hijo de la princesa Ana y nieto de Isabel II, no fuera excluido de la lista de sucesi¨®n.
La Iglesia cat¨®lica se ha dado por satisfecha con ese cambio y ni espera ni realmente desea que la Iglesia Anglicana deje de ser la llamada Iglesia Establecida del pa¨ªs. ?Por qu¨¦? Porque el resquemor contra los cat¨®licos, que estaba a¨²n muy presente incluso en la segunda mitad del siglo XX, es ahora meramente residual. Y despojar al monarca brit¨¢nico de su car¨¢cter de Gobernador de la Iglesia Anglicana ser¨ªa despojar a la monarqu¨ªa de su car¨¢cter cristiano y, a¨²n m¨¢s, convertirla en una instituci¨®n completamente laica. Y bastante est¨¢ retrocediendo ya la religi¨®n en Gran Breta?a como para dar una batalla que solo pueden ganar los laicos. M¨¢s vale un monarca anglicano que uno ateo, piensan.
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