Una feroz batalla bajo la aparente abulia europea
?Coloc¨® EE UU ¡°puertas¡± en sistemas de encriptado que se usan en Europa?
El comunicado de la cumbre de la UE sobre el esc¨¢ndalo del espionaje en m¨®viles y correos de l¨ªderes y altos funcionarios europeos fue m¨¢s bien anodino. La Uni¨®n dej¨® en manos de Francia y Alemania unas ¡°conversaciones bilaterales¡± con Washington para encontrar un ¡°entendimiento¡± sobre las relaciones entre los servicios de inteligencia. Pero por detr¨¢s de esa aparente abulia europea se desarrolla una feroz batalla de presiones, intereses y amenazas.
Las revelaciones de Edward Snowden han llegado en un momento muy delicado, porque la UE tiene abiertos tres frentes muy importantes con Estados Unidos, entre ellos una nueva regulaci¨®n para la protecci¨®n de datos, que no se ha modificado desde 1995, que Washington y sus grandes empresas de tecnolog¨ªa quieren dominar a toda costa. Hace muchos a?os ¡ªquiz¨¢ desde la campa?a norteamericana para impedir que Europa regulara el consumo de tabaco¡ª que nadie ve¨ªa en Bruselas una ofensiva tan formidable, tantos funcionarios estadounidenses dedicados a visitar a eurodiputados, ni tantas idas y venidas de personalidades de Washington dedicadas a propagar el evangelio del desastre para la seguridad mundial que supondr¨ªa una regulaci¨®n m¨¢s estricta de los datos almacenados por las tecnol¨®gicas norteamericanas.
Est¨¢ claro que las ¨²ltimas noticias sobre el espionaje a que somete Estados Unidos a los l¨ªderes europeos no ayudar¨¢n a mejorar la credibilidad de esos argumentos. De hecho, la Comisi¨®n de Libertades pidi¨® al Consejo ¡ªque ahora deber¨¢ negociar, y modificar, el texto de la directiva¡ª que act¨²e con rapidez para conseguir que la nueva regulaci¨®n pueda ser aprobada antes de las elecciones europeas de mayo pr¨®ximo. Unos plazos que Estados Unidos quiere retrasar a toda costa, para evitar la influencia de las revelaciones de Snowden en la opini¨®n p¨²blica. Para colmo, el Parlamento envi¨® al Consejo, al mismo tiempo que esa directiva, una resoluci¨®n exigiendo que se suspenda el acuerdo con EE UU sobre el Programa de Seguimiento de la Financiaci¨®n del Terrorismo, mediante el que, hoy por hoy, las autoridades norteamericanas reciben directamente informaci¨®n sobre multitud de operaciones financieras realizadas en los 28 pa¨ªses de la UE. Es poco probable que esa iniciativa prospere, pero es una muestra del devastador efecto que ha tenido el esc¨¢ndalo en la formidable campa?a de presi¨®n que viene realizando Estados Unidos.
Lo que han demostrado las revelaciones de Snowden es que la feroz batalla sobre la protecci¨®n de datos no tiene mucho que ver con el espionaje antiterrorista y s¨ª mucho con informaciones privilegiadas, que dan ventajas en negociaciones diplom¨¢ticas y en acuerdos comerciales. Dif¨ªcil hacer creer que espiar el m¨®vil de la canciller alemana tenga otro objetivo que estar al tanto de lo que piensa Alemania en las negociaciones para el nuevo acuerdo comercial europeo con Estados Unidos, el segundo de los tres frentes abiertos con la UE.
Detr¨¢s de estas dos batallas hay otra igualmente importante, y m¨¢s secreta. Los datos revelados por Snowden no hacen pensar que la NSA haya sido capaz de romper el encriptado del m¨®vil de Merkel. Es seguro que las comunicaciones personales de la canciller alemana, como las de otros l¨ªderes y dirigentes empresariales europeos, est¨¢n sometidas a fuertes c¨®digos, dif¨ªciles de penetrar, para evitar los posibles hackers. La enorme duda que se ha abierto ahora es si esos sistemas de encriptaci¨®n, que se suelen someter a un est¨¢ndar certificado por el US Institute of Standards and Technology (NIST), fueron violados intencionadamente a fin de dejar instalada una ¡°puerta¡± por la que pudieran entrar los esp¨ªas norteamericanos. Si eso es as¨ª, se plantea una enorme quiebra de confianza en la neutralidad del NIST. Como relata Foreign Affairs, no caben muchas dudas de que la NSA se ha dedicado prioritariamente a introducir ¡°vulnerabilidad en los sistemas de encriptaci¨®n comercial¡± y pr¨¢cticamente todos los grandes empresarios y financieros de Europa deben estar hoy pregunt¨¢ndose sobre las posibles ¡°puertas¡± que fueron colocadas en sus m¨®viles y ordenadores junto al sistema de encriptado que avalaba, precisamente, Estados Unidos.
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