En la frontera entre La L¨ªnea y Gibraltar
La semana pasada estuve de vacaciones en La Linea de la Concepci¨®n (C¨¢diz). Como parec¨ªa que ya no estaba tan en boga el tema de las interminables colas para cruzar la frontera, me sorprendi¨® ver que no solo no han desaparecido, sino que los problemas que generan son mayores de lo que hab¨ªa imaginado.
Al llegar a La L¨ªnea se puede percibir a simple vista lo que la alta tasa de paro y la burbuja inmobiliaria han hecho con la ciudad. Locales abandonados, edificios a medio construir, proyectos del Ayuntamiento que no encontraron la financiaci¨®n para ser terminados y comercios sin vida. Por si eso fuera poco para sus habitantes, el Gobierno central a?adi¨® una medida que al parecer no ha tenido en cuenta los da?os colaterales: incrementar los registros en la aduana.
Las consecuencias de este ingenioso contraataque a Picardo eran m¨¢s que previsibles. No solo no han conseguido el fruto esperado, sino que est¨¢n acabando con el comercio de la zona. El mercado de La L¨ªnea ha visto reducidas sus ventas a la mitad debido a que los gibraltare?os no est¨¢n dispuestos a aguardar cuatro horas de cola para hacer la compra. Lo mismo pasa con los linenses que trabajan en Gibraltar y que tienen que esperar pacientemente dos o tres horas en el coche para poder llegar a su puesto de trabajo. No en vano, la venta de bicicletas en La L¨ªnea ha subido como la espuma.
La pregunta que me viene a la mente es la de siempre: ?se tienen en cuentas los beneficios y perjuicios de las decisiones que se toman desde el Gobierno?
Desde mi punto de vista, con la cantidad de dinero p¨²blico que destinamos a asesores, no me parece demasiado ingenuo esperar que tantas cabezas pensantes puedan idear una soluci¨®n mejor que beneficie a todos.¡ª Ana Poyatos Castellano.
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