El cad¨¢ver estaba muerto
El genio del idioma no quiere que se diga con dos palabras lo que se expresa con una
Lo public¨® un diario madrile?o el 1 de junio: ¡°Ayer por la ma?ana se practic¨® la autopsia al cad¨¢ver del fallecido¡±.
Realmente nos dejaba ya muy tranquilos saber por esa frase que las autopsias se les practican a los cad¨¢veres, pero todav¨ªa nos quedamos m¨¢s a gusto cuando supimos que esos cad¨¢veres est¨¢n muertos.
El genio del idioma no quiere que se diga con dos palabras (o m¨¢s) lo que se expresa a la perfecci¨®n con una. Y eso encuentra una explicaci¨®n en la m¨¢xima de relevancia que defini¨® el fil¨®sofo de la lengua ingl¨¦s Paul Herbert Grice (1913-1988).
La m¨¢xima de relevancia constituye una de las reglas de cualquier conversaci¨®n en la que dos interlocutores intentan entenderse. Y consiste en que todo lo que cuentan ha de ser relevante (adecuado, pertinente) para la idea que desean transmitir. Lo superfluo queda eliminado antes de pronunciarse, y as¨ª se a?ade significado a la individualidad de cada t¨¦rmino. Si una palabra est¨¢ presente, ser¨¢ por algo: tendr¨¢ un sentido propio, igual que las dem¨¢s.
Y como el buen estilo y la buena comprensi¨®n tienden a la econom¨ªa de vocablos, ning¨²n t¨¦rmino puede resultar gratuito. El receptor entender¨¢ siempre que si una palabra figura en una oraci¨®n, es porque a?ade significado. Y si no lo a?ade, dificulta el entendimiento o enga?a (a menudo sin que exista esa intenci¨®n).
Por ejemplo, el 28 de junio a las 8.42 se pudo o¨ªr en una emisora espa?ola que narraba el encarcelamiento de Luis B¨¢rcenas: ¡°Le tomaron las huellas dactilares de los dedos de sus manos¡±. Lo cual da a entender que a veces las huellas dactilares se toman de alg¨²n otro lugar del cuerpo.
Y si cont¨¢semos que las calles de la ciudad se hallaban cubiertas de ¡°nieve blanca¡±, entonces la m¨¢xima de relevancia nos invitar¨ªa a pensar que existe nieve de cualquier otro color. Ahora bien, supongamos que estamos escribiendo un cuento infantil en el que deseamos transmitir la idea de que la acci¨®n se desarrolla en un mundo irreal: los trigales ser¨ªan azules, los mares amarillos, el carb¨®n rosa y los renuevos negros. En ese caso s¨ª podr¨ªamos narrar a continuaci¨®n que, una vez ocurrido determinado fen¨®meno (el beso de un pr¨ªncipe, sin ir m¨¢s lejos), todo se torn¨® real, y nos volvimos a ver rodeados de carb¨®n negro, mares azules, trigales amarillos, nieve blanca y brotes verdes.
La redundancia de significado no relevante (es decir, con palabras prescindibles) se denomina ¡°pleonasmo¡±, vocablo procedente del griego pleonasm¨®s (¡°sobreabundancia¡± o ¡°exageraci¨®n¡±). Como sucede con el colesterol y con las amistades, hay pleonasmos buenos y pleonasmos poco recomendables. Los buenos a?aden expresividad, iron¨ªa¡ algo: ¡°C¨¢llate la boca¡±, por ejemplo. Y los pleonasmos malos no suelen a?adir nada: ¡°El estadio estaba completamente abarrotado¡±, ¡°es totalmente gratis¡±, ¡°vio un falso espejismo¡±, ¡°se aprob¨® con la unanimidad de todos los grupos¡± (ejemplos extra¨ªdos de los peri¨®dicos).
La pol¨ªtica y el periodismo abundan en pleonasmos malos. Y quer¨ªamos llegar hasta aqu¨ª para preguntarnos si la abundancia de pleonasmos no implicar¨¢ que algunas personas est¨¢n dejando de creer en la fuerza de muchas palabras y en sus significados redondos; y si eso explicar¨¢ tal vez el desmedido uso del adverbio ¡°absolutamente¡± entre quienes hablan en p¨²blico: estamos absolutamente felices, absolutamente decididos, absolutamente seguros. Quienes se expresan as¨ª imaginan acaso fisuras en las palabras m¨¢s s¨®lidas; o quiz¨¢s esos vocablos se les han desgastado por su desempe?o falso y artificial. Un pol¨ªtico que dice ¡°vamos a resolver este dif¨ªcil reto¡± est¨¢ dejando de creer en la palabra ¡°reto¡±, de tanto manosearla. Quiz¨¢s ¨¦l tenga la impresi¨®n de que un reto puede ya parecernos f¨¢cil; pero en tal caso nos encontraremos todos dentro de un cuento donde nacen brotes por cualquier parte y donde la crisis se presenta como un desaf¨ªo que se resuelve en un periquete.
Dentro de un cuento infantil o dentro de alg¨²n que otro programa electoral.
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