V¨ªctimas
Me niego a que se hable de este asunto siempre en t¨¦rminos partidistas
Tenemos un problema. Serio. No sabemos gestionar los conflictos. Mientras que para explicar un asunto como el de Catalu?a se apela abusivamente a los desencuentros sentimentales con el resto de Espa?a, como si habl¨¢ramos de una crisis amorosa, cuando lo que abordamos es una cuesti¨®n pol¨ªtica; se hace justo lo contrario para manejar las relaciones de la sociedad civil con las v¨ªctimas del terrorismo. Y es que se les neg¨® el cari?o y la solidaridad p¨²blica durante tantos a?os que al final los acabamos lanzando en brazos de los partidos pol¨ªticos.
Dec¨ªa Dolores de Cospedal al hilo de la manifestaci¨®n del domingo que su partido s¨ª que estaba del lado de las v¨ªctimas, mientras que otros unas veces estaban y otras no. Me niego. Me niego a que se hable de este asunto siempre en t¨¦rminos partidistas. Estoy convencida de que somos muchos los ciudadanos sin partido que quisi¨¦ramos expresar nuestro apoyo, reconocimiento, consideraci¨®n hacia todos aquellos que tan cruelmente vieron truncadas las vidas de sus seres queridos, las suyas propias. En un principio (es nuestro pecado original) se les neg¨® el consuelo por miedo, por cobard¨ªa, por mezquindad. Y la Iglesia vasca predic¨® con un vergonzoso mal ejemplo. Pero luego, cuando algunos asesinatos hicieron reaccionar a una sociedad elusiva, cuando unos zapatos de beb¨¦ asomaron entre las ruinas del Hipercor y el impacto de esa imagen rompi¨® la coraza de algunos corazones de hielo, fueron los partidos los que adem¨¢s de no saber articular el apoyo a las v¨ªctimas lo empa?aron, lo ensuciaron, hasta conseguir que el ciudadano estuviera m¨¢s pendiente de cu¨¢l iba a ser el lema de una manifestaci¨®n que del motivo de la misma.
Ellas, las v¨ªctimas, no responden a una sola ideolog¨ªa, pero los que querr¨ªamos arrimar el hombro a su dolor tampoco. Y es una verg¨¹enza que seamos incapaces de entenderlo.
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