Un troyano entre hermanos
El sistema de fraternidades universitarias de Estados Unidos ha nutrido gobiernos y multinacionales. Esta es la historia del 'hermano' que traicion¨® a los suyos y revel¨® al mundo c¨®mo funcionan hoy estas f¨¢bricas de prohombres
Andrew Lohse estaba estudiando con un compa?ero en el dormitorio que ocupaban desde hac¨ªa un mes en la Universidad de Dartmouth cuando alguien golpe¨® la puerta. ¡°T¨² y t¨²: vendas. Seguidme¡±, les dijo un alumno de ¨²ltimo curso. Andrew todav¨ªa no conoc¨ªa a muchos de los 4.200 estudiantes de su universidad, la m¨¢s diminuta de la elitista Ivy League, pero sab¨ªa perfectamente a qu¨¦ grupo pertenec¨ªa el que irrumpi¨® en su cuarto. Se cubri¨® los ojos y permiti¨® que le llevaran fuera del edificio, lo sentaran en el interior de un coche y le pusieran una botella en la mano. ¡°Bebe¡±, le ordenaron. Lo hizo. Era un licor barato. Cuando le quitaron la venda, se encontr¨® en medio de un bosque formando una fila con otros novatos. Frente a ellos, alumnos de ¨²ltimo curso. En cuanto uno de ellos habl¨® no qued¨® ninguna duda de qu¨¦ hac¨ªan all¨ª: ¡°?Qui¨¦n de vosotros merece ser uno de nosotros?¡±.
La respuesta pasaba por retos como ser el primero en acabarse una botella de alcohol y beber seis latas de cerveza en 30 segundos. ¡°No seas d¨¦bil ahora¡±, pens¨® entonces Andrew. ¡°Es tu oportunidad¡±. No estaba acostumbrado al alcohol. Hasta aquella noche de octubre de 2009, Andrew Lohse era un modelo de la joven promesa americana. Sobresaliente de media en el instituto. Participante en una docena de actividades extraescolares. La ¨²nica vez que hab¨ªa faltado a clase fue para asistir a un discurso de John McCain. Pero eso era antes, cuando viv¨ªa con su familia en Banchburg, un pueblecito de Nueva Jersey donde se sent¨ªa admirado y querido. Ahora estaba solo en New Hampshire, en la misma universidad en la que su abuelo hab¨ªa entrado como un joven de or¨ªgenes humildes y hab¨ªa salido, en 1947, hecho un exitoso hombre de negocios. La transformaci¨®n la achac¨® en parte a gente como la que ahora ten¨ªa Andrew delante. Gente leal la una con la otra hasta la tumba. Hermanos de padres diferentes. Hombres de fraternidad. Hombres de Sigma Alpha Epsilon.
Andrew pas¨® los siguientes meses entregado al proceso de selecci¨®n de nuevos miembros de la fraternidad. ¡°La prueba dura siete brutales semanas, en las que tienes que beber, vomitar y humillarte en privado y en p¨²blico¡±, resume. Cuenta que nad¨® en una piscina llena de hielo y bebi¨® la cerveza que rodaba por la espalda de otro aspirante y que ¨¦l recog¨ªa a la altura del ano. Esto mientras recitaba una y otra vez las reglas de Sigma Alpha Epsilon: lo que pase en la fraternidad se queda en la fraternidad. Conf¨ªa en la hermandad. Protege a tus hermanos.
En diciembre fue aceptado. No sab¨ªa que solo era el comienzo de su propia destrucci¨®n. Y no sab¨ªan los miembros de Sigma Alpha Epsilon que acababan de fichar a la persona que m¨¢s da?o ha hecho jam¨¢s a la vida de las fraternidades en Estados Unidos.
Del s¨®tano a la luna
El 25 de noviembre de 1825, cinco estudiantes de Union College, en Schenectady, Nueva York, se reunieron en un s¨®tano para formar una sociedad secreta. La agrupaci¨®n militar a la que hab¨ªan pertenecido hasta entonces acababa de disolverse y, seg¨²n escribi¨® en sus notas uno de ellos, Charles Clark Young, sent¨ªan ¡°un doloroso vac¨ªo¡± que necesitaban llenar. Al d¨ªa siguiente se nombraron Sociedad Kappa Alpha, como otras sociedades universitarias hoy extintas con letras griegas por nombre. Al poco, admitieron ocho nuevos miembros. En 1827 surgieron dos sociedades secretas m¨¢s en el campus. En 1850 hab¨ªa fraternidades en pr¨¢cticamente todas las universidades de la costa este. En 1870, los fundadores de estas sociedades hab¨ªan alcanzado tal influencia que lograron que las hermandades fueran oficiales.
Las fraternidades conectaron de inmediato con esa pilar tan estadounidense del asociacionismo como respuesta a la competencia. Ayudaban a los estudiantes universitarios de la Am¨¦rica primigenia a definirse como lo que la sociedad esperaba que fueran al acabar sus estudios: hombres. Y sobre todo, un¨ªan a miembros de excelentes dotes acad¨¦micas con otros de profundos bolsillos. Quien entrara en esa red de contactos, quien se mudara a vivir a las enormes casas que fueron comprando en cada campus, llevaba ventaja, y muchos la han aprovechado. Desde la fundaci¨®n de Kappa Alpha en 1825, todos los presidentes y vicepresidentes del pa¨ªs ¨Cmenos Obama¨C han sido griegos. De las 50 empresas m¨¢s poderosas de Estados Unidos, 43 tienen a hermanos al frente. De los 47 jueces que ha habido en el Tribunal Supremo desde 1910, 40 han sido hermanos. Como lo fue toda la tripulaci¨®n del Apolo 11. Lo que empez¨® en un s¨®tano acab¨® llegando a la luna.
De ah¨ª que, aunque en la actualidad haya nueve millones de griegos en 123 fraternidades, se transmite a los miembros la idea de que son parte de una ¨¦lite llamada al ¨¦xito. Cada una cita sus triunfos. Steven Spielberg incluye el emblema de sus Theta Chi en todas sus pel¨ªculas. Los presidentes Hays, Theodore Roosevelt, Ford y ambos Bush son de Delta Kappa Epsilon. El a?o pasado, un estudiante de Dartmouth le explicaba a la revista Rolling Stone: ¡°Tener una media de 3.7 [sobre cuatro] y haber pertenecido a una fraternidad ayuda m¨¢s para entrar en un sitio como Goldman Sachs que tener un 4.0 y haber ido por libre. El entorno altivo del mundo de las finanzas, de hecho, es un reflejo de la cultura fraternal¡±.
El m¨¢s 'hermano' de todos
Nadie en Dartmouth practicaba la cultura de Sigma Alpha Epsilon con mayor ah¨ªnco que Andrew Lohse. Era el ¨²ltimo en salir cada noche de las fiestas en el s¨®tano de la sede. Pod¨ªa plantarse en el dormitorio de alg¨²n hermano a las tres de la ma?ana, completamente ebrio, como pod¨ªa pasar noches enteras buscando drogas de forma fren¨¦tica mientras soltaba sus tradicionales diatribas sobre m¨²sica y literatura. El t¨®pico indica que cuando un nuevo miembro se integra en un grupo con tanta fuerza que hasta abandona su identidad, los miembros m¨¢s veteranos terminan alarm¨¢ndose. Andrew se postul¨® para diferentes puestos administrativos dentro de la fraternidad y nunca fue elegido para ninguno. O quiz¨¢ m¨¢s revelador: nunca estaba solo, pero jam¨¢s se le ve¨ªa con el mismo hermano dos veces.
La situaci¨®n explot¨® una noche de mayo de 2010. Un estudiante llamado Phil Aubart sorprendi¨® a Andrew en su rutina de esnifar coca¨ªna con otro hermano en la sede la fraternidad y avis¨® a las autoridades. La polic¨ªa imput¨® a Lohse por posesi¨®n de narc¨®ticos y le impuso una multa de 750 d¨®lares. ?l la pag¨® para proteger a Sigma Alpha Epsilon y el hermano se gradu¨® en pocas semanas. Andrew recibi¨® un a?o de expulsi¨®n de la universidad y la fraternidad le margin¨®.
¡°Me pareci¨® injusto y doloroso¡±, recuerda. ¡°Decid¨ª reformar Sigma Alpha Epsilon desde dentro¡±. Avis¨® a la polic¨ªa de d¨®nde se iban a realizar m¨¢s pruebas con posibles candidatos. Sin duda, iban a estar quebrantando todo tipo de leyes. El plan no sali¨® bien. Todo lo que vio la polic¨ªa fue a un par de alumnos borrachos en el campus (¡°alguien les dio un chivatazo¡±, barrunta). Lohse qued¨® irremediablemente estigmatizado por violar las normas cardinales de la casa y huy¨® a Asia una temporada. En su cabeza se hab¨ªa abierto una terrible posibilidad: ¡°Tal vez la fraternidad ideal no existe¡±.
Drogas y un AK-47
Alpha Delta, otra fraternidad de Dartmouth, organiz¨® en 1998 una fiesta gueto en la que los hermanos se disfrazaban de negros con pelucas afro, pistolas de juguete y dem¨¢s indumentaria racista que pretend¨ªa subrayar la superioridad de los blancos y adinerados en las fraternidades. En 2011 se hizo viral un v¨ªdeo en el que 16 estudiantes de Yale, miembros de Delta Kappa Epsilon, cantaban por el campus un manifiesto con su particular filosof¨ªa de seducci¨®n de mujeres: ¡°No significa s¨ª, s¨ª significa por el culo¡±. El esc¨¢ndalo que sigui¨® a ambos sucesos tuvo un peso trascendental: empezaron a desvelar el lado oscuro de las secret¨ªsimas fraternidades ante la sociedad estadounidense. Desde entonces se han sucedido los titulares. En febrero, la polic¨ªa de Nueva Orleans se incaut¨® de m¨¢s de 7.000 euros en drogas psicod¨¦licas de la sede de Kappa Sigma en la universidad de Tulane. En junio, se juzg¨® a 17 hermanos de Alpha Gamma Rho despu¨¦s que hubieran disparado con una AK-47 desde su sede en la universidad estatal de Arkansas. Varios miembros de Phi Delta Theta, en Emory, Atlanta, fueron declarados culpables en julio de organizar un club de la lucha entre sus aspirantes. Cada a?o, decenas de mujeres denuncian violaciones y agresiones sexuales por parte de hermanos.
Varios expertos han intentado explicarse la indisimulada arrogancia de las fraternidades. ¡°En grupos as¨ª de cerrados, los individuos suelen ceder su propio raciocinio al pensamiento colectivo¡±, teoriza Georgianna L. Martin, que investiga desde la universidad del sur de Mississippi el impacto de las fraternidades en el sistema educativo. ¡°Cuando la alternativa es estar solo ante un grupo de iguales, la tendencia es sumarse a la voz colectiva¡±. A?ade Sabrina Gharib Lee, exestudiante de Harvard: ¡°Si juntas solo hombres, se crear¨¢ entre ellos una noci¨®n exacerbada de la superioridad masculina que lleva a no evaluar ¨¦ticamente sus acciones¡±.
Buena gente, cosas malas
Andrew hab¨ªa recuperado el pensamiento cr¨ªtico cuando volvi¨® a Dartmouth a finales de 2011. Lo que no est¨¢ claro es si lo que hizo a continuaci¨®n fue fruto de un deseo por devolver las fraternidades al ideal at¨¢vico que le hab¨ªa retratado su abuelo o si fue sencillamente fruto del despecho. Primero recay¨® en el ostracismo, luego en la bebida y en las drogas y finalmente entr¨® en lo que ¨¦l mismo define como ¡°una mezcla t¨®xica de ansiedad y alienaci¨®n¡±. Volvi¨® a ser detenido por agredir a un agente cuando iba completamente beodo. Mientras esperaba en un banco de comisar¨ªa a que su madre recogiera lo que quedaba de aquel chaval aplicado y triunfador, sinti¨® la necesidad de recuperar su autoestima.
El 15 de enero de 2012, el peri¨®dico estudiantil The Dartmouth public¨® una columna en la que Andrew contaba sus experiencias y frustraciones. ¡°En esta escuela se vive una cultura de abuso sist¨¦mico ¡°, protestaba. ¡°Hay un nihilismo t¨®xico por el cual buenas personas se hacen cosas malas entre s¨ª sin motivo aparente¡±. Tambi¨¦n inclu¨ªa detalles imposibles de verificar, como que los aspirantes ten¨ªan que comer un revuelto de huevos con v¨®mito y que se le bautiz¨® en una piscina en la que, jura, los hermanos hab¨ªan orinado, defecado, vomitado y eyaculado. Si no pod¨ªa seguir siendo el chico brillante que sigui¨® los pasos de su abuelo en Dartmouth, ser¨ªa el que se hundi¨® llev¨¢ndose al sistema por delante.
Masculinidad interrumpida
La idea de reformar las fraternidades es joven. Los esc¨¢ndalos han provocado un debate sobre su papel en la actualidad y sobre cu¨¢nto se ha corrompido el concepto original de panaceas de hombres. ¡°La masculinidad fraternal pas¨®, en el siglo XIX, de depender de la excelencia acad¨¦mica a ser cuesti¨®n de clase social¡±, resume Nicholas Syrett, autor de un libro sobre la historia de este tipo de sociedades, The company he keeps. ¡°De ah¨ª se ha pasado a la agresi¨®n sexual y a la ruptura de reglas¡±.
Las universidades suelen renquear antes de moderar la vida de sus alumnos. El expresidente de la Universisad de Dartmouth, Jim Yong Kim, sol¨ªa zafarse del tema alegando que ¡°la gente con amigos tiende a tener menos infartos¡±. Preguntado hace pocos a?os por The Dartmouth sobre la necesidad de reformar el sistema, se escurri¨®: ¡°Yo no tengo poder. Solo soy un convocante¡±.
El se?or de los 'hermanos'
Desde la publicaci¨®n de aquella columna, Lohse ha devenido en la cara p¨²blica de la cruzada contra las fraternidades, protagonista de art¨ªculos en The Atlantic o The New York Times, y futuro autor de un libro. Tambi¨¦n es el alumno m¨¢s odiado de Dartmouth. En Google hay cientos de fotos suyas con bromas insultantes, obra de hermanos que no se han pronunciado de otro modo al respecto. Preguntado si lo suyo es una lucha quijotesca por las fraternidades o una vendetta, cambia el tono: ¡°La idea es bastante absurda¡±, himpla. ¡°Darle a un grupo de chavales una mansi¨®n, presupuesto, alcohol y drogas ilimitados y cancha porque las universidades no interceden, todo en nombre de una conexi¨®n inexistente a una cultura arcaica... es una idea p¨¦sima, ?no?¡±. Solo en el cuarto donde prepara su libro contra los que nunca le aceptaron, remata con otra de las referencias literarias por las que se le recuerda en el campus: ¡°?Es que nadie ha le¨ªdo El se?or de las moscas?¡±.
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