Juan Roig, el ¡®s¨²per¡¯ del mercado
La leyenda de este singular empresario crece paralela a su fortuna, de las mayores de Espa?a Convirti¨® las ocho carnicer¨ªas de sus padres en el imperio Mercadona Estudiante mediocre, t¨ªmido pero duro negociador, el hombre que anim¨® a los espa?oles a ¡°imitar la cultura del esfuerzo de los trabajadores chinos¡± prefiere la vida real a los despachos
Al due?o de Mercadona lo definen como un hombre pr¨¢ctico, directo, austero y de trato serio, y hasta seco si no tiene confianza con su interlocutor. A Juan Roig (Valencia, 1949) le obsesiona la productividad, y que los horarios y las agendas se cumplan a rajatabla. Es un negociador duro. Y dicen los que lo conocen que no parece rico. Quiz¨¢ sea porque, pese a que hoy se le calcula una de las mayores fortunas de Espa?a, el presidente de Mercadona es hijo de carniceros. Y cuentan que en su despacho, en el que pasa poco tiempo, tiene un peque?o gimnasio, para hacer ejercicio en los huecos que le deja el trabajo, y as¨ª cuidar su espalda, algo fastidiada desde hace a?os. Durante la semana laboral viaja bastante por Espa?a y aprovecha hasta el ¨²ltimo minuto: las reuniones con el equipo de direcci¨®n se hacen a menudo a bordo de la furgoneta donde se mueven en sus visitas a supermercados y fabricantes.
Roig asegura que sigue siendo solo un tendero, solo que su tienda es muy grande. C¨¢rnicas Roig, las carnicer¨ªas que sus padres abrieron en La Pobla de Farnals, y que luego se convirtieron en ultramarinos, fueron el germen de la cadena de supermercados que hoy controla Juan Roig. Pero ni siquiera esa semilla sobre la que ha montado un imperio llovi¨® del cielo, ya que no hered¨® las primeras tiendas. Se asoci¨® con tres de sus cinco hermanos y se las compraron a sus padres en 1981. Despu¨¦s, Roig termin¨® por comprar tambi¨¦n casi todas las participaciones de sus hermanos. Y los ocho comercios de sus progenitores son ahora m¨¢s de 1.400 supermercados, y una fortuna de miles de millones en manos de Juan.
Pide a sus directivos que lleven siempre un centimo en el bolsillo, para no olvidar el objeto de su trabajo
El fin de semana, comentan varios allegados, lo reparte entre las clases que imparte en una escuela de negocios a j¨®venes emprendedores el s¨¢bado por la ma?ana, jugar al p¨¢del, ver el baloncesto (en la tele y en la cancha) y pasar tiempo con su familia. Sobre sus afinidades pol¨ªticas, se le ha relacionado con el Partido Popular. Mercadona aparec¨ªa incluso como donante del partido en los papeles del extesorero Luis B¨¢rcenas. Roig lo neg¨®. Los empresarios de su entorno quitan hierro al asunto. ¡°Es independiente y pr¨¢ctico¡±, repiten desde las organizaciones empresariales en las que tiene influencia, e insisten en que nunca se ha mostrado sectario pol¨ªticamente.
Empresario sin filtros
? Sus comparecencias. Aunque en los ¨²ltimos dos a?os Juan Roig se ha mostrado m¨¢s proclive a hablar en p¨²blico, suele hacer pocas apariciones. Pero cuando coge el micr¨®fono la pol¨¦mica est¨¢ asegurada:
? Trabajar como chinos. "En Espa?a tenemos que imitar la cultura del esfuerzo con la que trabajan los chinos en los bazares".
? Sobre los recortes: "No hay que recortar por recortar. Pero s¨ª hay que frenar el derroche, y Espa?a es un pa¨ªs de derroche".
? Autocr¨ªtica en 'Harvacete'. "Tenemos chirimoyas que parecen balones: las tiras al suelo y rebotan. La gente quiere productos frescos. Eso es obvio, ?no? Pues a nosotros nos ha costado 30 a?os darnos cuenta. Los fruteros, sin ir a Harvard, sino a Harvacete, fueron m¨¢s listos que nosotros".
? Lecciones de productividad. "Las conejas espa?olas producen 10 kilos por cada parto. Las francesas, 16,86 kilos. No es que sean mejores, es que all¨ª est¨¢n obsesionados por la productividad".
¡°Desde luego, no es un modelo de diplomacia¡±, comenta un empresario. Dice lo que piensa, para bien y para mal. Aunque ahora es dif¨ªcil encontrar en el mundo de los negocios a alguien que no alabe su perspicacia, Roig no apuntaba maneras de l¨ªder empresarial. No fue un estudiante brillante. Ni en el colegio de los jesuitas donde estudi¨® primero en Valencia, ni en el internado donde termin¨® despu¨¦s. Hoy d¨ªa, en las pocas conferencias que ofrece como empresario, el aforo siempre est¨¢ completo, lleno de o¨ªdos que tratan de averiguar el secreto de su ¨¦xito. Pero en la Facultad de Econ¨®micas de Valencia tampoco se gradu¨® como el primero de su promoci¨®n. De la universidad, eso s¨ª, sali¨® su mayor socia: all¨ª conoci¨® a su mujer, Hortensia Herrero, con la que se cas¨® en 1973. Ella controla hoy el 27% de las acciones de Mercadona y es vicepresidenta.
La lista de Forbes se?al¨® el mi¨¦rcoles que Juan Roig posee la segunda mayor fortuna de Espa?a, valorada en 5.800 millones de euros. En realidad, ese es el patrimonio que tiene el matrimonio en conjunto, con su 78% de Mercadona. Parece que al empresario no le emociona demasiado que Forbes haya puesto cifras a su capital. ¡°Lo publican como si el se?or Roig tuviera 5.800 millones en el banco. Eso es lo que se supone que vale su participaci¨®n en las empresas. Y esa cifra es muy relativa¡±, comenta un colaborador. Lo cierto es que, al no estar en Bolsa, el valor de Mercadona son solo c¨¢lculos sobre el papel.
Con Hortensia Herrero, que tiene ahora 62 a?os, tuvo a sus cuatro hijas: Amparo, las mellizas Hortensia y Carolina, y Juana. De todas, solo Carolina trabaja directamente en Mercadona en este momento, como coordinadora de la divisi¨®n de an¨¢lisis de mercado. Hortensia es secretaria general de la escuela de negocios EDEM, un proyecto en el que su padre est¨¢ muy volcado. Amparo es arquitecta. Y la m¨¢s joven, Juana, ¡°est¨¢ desarrollando sus propios negocios¡±, seg¨²n fuentes cercanas a la familia. Todas sus hijas se sientan en el Consejo de Administraci¨®n de Mercadona.
A sus 64 a?os, Juan Roig es ya abuelo de siete nietos. Su familia es sin duda conocida en Valencia. El patriarca no ha escondido a sus hijas, que han participado de la vida social, por ejemplo, como falleras mayores del Convento Jerusal¨¦n, una de las fallas con m¨¢s solera de la ciudad. Pero las apariciones p¨²blicas han sido siempre discretas. Nada de grandes saraos en Ibiza rodeadas de reinas del papel cuch¨¦. Juana, la hija peque?a, se cas¨® en mayo. Y como si de una marca de la casa se tratara, tampoco la boda fue un evento de millonarios. Del brazo de su padre, la novia baj¨® del coche en la iglesia de San Nicol¨¢s de Valencia, donde un p¨¢rroco amigo de la familia celebr¨® su enlace con ?lvaro Otero, hijo de un cirujano cardiovascular. El convite se celebr¨® en L¡¯Hemisf¨¨ric de la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia. Una celebraci¨®n muy elegante, sin duda, pero discreta, teniendo en cuenta el poder¨ªo familiar.
Como empresario, varias personas que trabajan habitualmente con Roig aseguran que hay una cosa a la que no le gana nadie: curiosidad. Quiere saberlo todo, de primera mano. Pisar las tiendas. Tratar con los proveedores. Dicen que es una de las cosas que le han convertido en el magnate de los supermercados que ahora es. ¡°Roig dice a sus directivos que no deben pasar en su despacho mucho tiempo, porque desde el despacho no se puede ver la vida real¡±, cuenta otro conocido. Eso, se?alan, le ha ayudado a ir siempre por delante, y ver que los espa?oles le iban a coger el gusto a las marcas blancas, con las que abarrot¨® sus tiendas justo antes de la crisis. O a darse cuenta de que andar etiquetando todos los productos era un trabajo ingente en el que se perd¨ªa mucho tiempo, lo que llev¨® a sus supermercados a ser la primera empresa en Espa?a que, en 1982, instal¨® los lectores de c¨®digos de barra.
Roig es un negociador duro, que llega a las reuniones con las decisiones ya meditadas. Mide a sus directivos por la capacidad de obtener resultados y no le tiembla la mano a la hora de despachar a quien no alcanza las metas fijadas. Pero en sus estrategias no se enroca: si algo no funciona, por muy buena que le pareciera la idea al principio, lo cambia, comentan varias personas del mundo de los negocios.
En sus supermercados, entre los empleados, hay d¨ªas en los que cunde el p¨¢nico. Es porque Roig est¨¢ a punto de llegar.
Nada m¨¢s entrar, comienza a hacer preguntas. ¡°Puede pedirle datos sobre la afluencia de clientes al coordinador del centro. Pero es probable que tambi¨¦n interrogue a la dependienta de la fruta sobre cu¨¢ntas naranjas se venden¡±, recuerda una exempleada. A todos los trabajadores, sea cual sea su labor, se les obliga a leer varios libros sobre calidad empresarial; entre ellos, uno llamado Los monstruos y el gimnasio, un relato de Alberto G¨¢lgano entre la par¨¢bola y el libro de autoayuda, que se supone ense?a a tratar a los clientes como se merecen. Y si en los supermercados hay un uniforme oficial, en las oficinas existe un c¨®digo de vestuario, al gusto de Roig: traje para los hombres, maquillaje y ropa formal para las mujeres.
Conforme la fortuna del empresario crece, aumenta tambi¨¦n su leyenda. Casi se podr¨ªa escribir un libro de aforismos con los consejos que supuestamente deja caer. Circulan entre sus trabajadores algunos. ¡°Como dice Roig, no tienes que hacer un trabajo que te guste, sino que tienes que hacer que tu trabajo te guste¡±. Este, dice un empleado, es uno de los que m¨¢s les repiten los jefes. Cuentan tambi¨¦n que a su guardia pretoriana, el equipo de directivos con los que continuamente trabaja, les pide que lleven un c¨¦ntimo en el bolsillo, para que no se les olvide que trabajan para conseguir ara?ar ese mismo c¨¦ntimo a los costes y los precios.
Los que lo conocen dicen tambi¨¦n que Roig ha sido siempre t¨ªmido. Sorprende esa afirmaci¨®n, teniendo en cuenta que hablan del hombre que en p¨²blico anim¨® a los espa?oles a ¡°imitar la cultura del esfuerzo con la que trabajan los chinos en los bazares¡±. La timidez ¡°hace que a veces, si est¨¢ entre personas con las que no tiene confianza, resulte fr¨ªo¡±, se?ala un conocido. Aunque siempre limit¨® mucho sus apariciones p¨²blicas, ahora participa en m¨¢s eventos y hasta organiza algunos actos para promocionar sus iniciativas filantr¨®picas. Esa faceta, la de fil¨¢ntropo, la est¨¢ cultivando especialmente durante los dos ¨²ltimos a?os. Siempre apoy¨® iniciativas deportivas con su dinero, al margen de Mercadona: mientras sus dos hermanos se inclinaron m¨¢s por el f¨²tbol ¡ªFrancisco Roig fue presidente del Valencia y Fernando lo es del Villarreal¡ª, ¨¦l opt¨® por el mucho menos medi¨¢tico baloncesto y lleg¨® a presidir el Pamesa Valencia (ahora llamado Valencia Basket), del que sigue siendo su mecenas. Pero ahora adem¨¢s ha expandido su programa de apoyo a emprendedores. Varias personas se?alan que es porque se siente obligado a devolver a la sociedad parte de lo que la sociedad le ha dado a ¨¦l. Otra de esas frases que, aseguran, le gusta repetir a Roig. O eso cuenta la leyenda.
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