El m¨¦dico que le¨ªa a Chinua Achebe
Castillo de Elmina, en Ghana, ca?¨®n y C¨¦sar P¨¦rez.
?Se imaginan hacer un viaje en el que, cargado apenas con una mochila y saliendo de Sud¨¢frica, pasen por Botsuana, Zimbabue, Mozambique, Tanzania, Burundi, Ruanda, Uganda, Kenia y Etiop¨ªa para luego dar el salto a Senegal y continuar por Mal¨ª, Burkina Faso, Ben¨ªn, Togo, Ghana, Nigeria y m¨¢s all¨¢? ?Un viaje en el que conozcan a cientos de personas, descubran culturas incre¨ªbles y disfruten de lo mejor (tambi¨¦n de lo peor) de ?frica? Pues dejen de imaginar porque les voy a presentar a C¨¦sar P¨¦rez, el m¨¦dico burgal¨¦s que se enamor¨® de la literatura africana y que empez¨® su romance con este continente por donde deben empezar las buenas historias de amor, por la pasi¨®n del descubrimiento en vivo y en directo, sin intermediarios.
Pero empecemos por el principio. Como ¨¦l mismo dice, ¡°nac¨ª en Burgos un fr¨ªo 18 de Diciembre de 1980¡±. Tras estudiar Medicina en la Universidad Complutense y hacer la especialidad en Medicina de Familia en el Hospital Doce de Octubre de Madrid, se arranc¨® a trabajar en el Centro de Salud Guayaba. Siempre inquieto, se implic¨® en el movimiento Yo s¨ª Sanidad Universal, desde el que pretend¨ªa promover la atenci¨®n a los inmigrantes sin papeles en contra de las medidas del Gobierno. Pero C¨¦sar, un enamorado de la literatura, sac¨® tiempo de donde no ten¨ªa para hacer el master de estudios literarios de la Complutense. Empedernido lector de autores africanos como Chinua Achebe, ¡°el gran pionero¡± lo llama ¨¦l, Ben Bokri o Mia Couto, sus preferidos, la idea de viajar a ?frica en cuanto acabara la especialidad le rondaba la cabeza. ¡°Me fascinaba este continente, su cultura tradicional y quer¨ªa hacer un viaje sin fecha de vuelta fija. Mi anterior gran viaje, al acabar la carrera, fue a la India. Me encant¨®, pero me qued¨¦ con ganas de no haber tenido billete de vuelta. Y de ah¨ª sali¨®¡±.
Lo conoc¨ª en Bamako, a la mitad de su periplo. Un amigo com¨²n que vive en Senegal me escribi¨® un d¨ªa y me dijo que C¨¦sar llegaba esa semana, que le hiciera un poco de Cicerone. Fuimos a tomar una cerveza y un bocadillo de brochetas al Zira, un local situado en el barrio de Hippodrome. Y empez¨® a contarme. Y yo no pod¨ªa parar de escucharle. ¡°?Qu¨¦ es lo mejor que te ha pasado?¡±, le pregunt¨¦ yo. ¡°Todo¡±, dijo ¨¦l, ¡°desde el saxofonista de Ciudad del Cabo que desde el primer d¨ªa te invita a una barbacoa en su casa, ver a las ballenas congregarse en la puntita sur del continente, un hipop¨®tamo que entra tranquilamente en tu hostal a orillas del delta del Okavango, saltar al vac¨ªo en las cataratas Victoria, nadar con delfines en Mozambique tras dejar al pintor callejero que te ha acogido en su casa, ver los leones en su espacio infinito del Serengetti, escapar de una situacion delicada rodeado de masais con machetes -gracias a los amigos, como siempre-, dormir en la misma cama con un soldado tutsi de los que liberaron la ciudad durante el genocidio ruand¨¦s, que te ofrezcan hacer espionaje industrial... o que una faringitis se convierta en una aventura en medio de las tribus del sur de Etiop¨ªa, sin electricidad ni cobertura, donde los ni?os sal¨ªan corriendo aterrados cuando me quitaba la camiseta porque nunca hab¨ªan visto un blanco con pelo en pecho¡±.
Y segu¨ªa hablando y hablando. ¡°Y el cambio en ?frica occidental, con la sensualidad de su arena c¨¢lida que te acaricia los pies, las manos que se juntan en el gran bol de comida compartida y el sol y los dioses que parecen bendecirte en un ba?o ritual en el Baobab Sagrado... Mal¨ª, con la misteriosa danza de m¨¢scaras en el pais dogon y la historia fascinante de sus tres imperios, donde tuve el privilegio de ser el primer turista en llegar a Gao desde 2009. Y tras la pesadilla de visados en Burkina Faso y Ben¨ªn, descubrir la cotidianidad del vud¨² en Ouida o Togoville con los ni?os saltando entre las estatuas de los dioses y la vendedora de naranjas cont¨¢ndome entre los ¨¢rboles de las ra¨ªces enlazadas que todav¨ªa espera ese hijo que nunca llega... Y todos los escritores que me han abierto las puertas de sus casas y del alma de este misterioso y querido continente que te golpea y te abraza a partes iguales. Que te remueve por dentro y te hace pensar como a Itxaso, una masai vasca que conoc¨ª en Tanzania, ?qu¨¦ ser¨¢ de m¨ª cuando est¨¦ lejos de la inmensidad de ?frica?...¡±.
Habla de escritores, porque el viaje no es s¨®lo placer. Su idea es conseguir contactos en las universidades y hacer entrevistas a distintos autores, all¨ª por donde pasa, para una futura tesis sobre literatura africana en torno al realismo m¨¢gico. En su blog, Lolyplanet, C¨¦sar va escribiendo su diario de viaje y colgando peque?os v¨ªdeos en donde muestra desde una fiesta Ashanti en Koumasi (Ghana) hasta la mezquita de Djingayreber en Tombuct¨² (norte de Mal¨ª). Y tambi¨¦n en su bit¨¢cora, que se acerca con curiosidad y enorme respeto a decenas de culturas con las que C¨¦sar tiene la ocasi¨®n de compartir, recoge algunas experiencias negativas, como cuando le atracaron en una playa e intentaron violar a su acompa?ante. Sin embargo, salvo esta dura experiencia, a su juicio ¡°lo m¨¢s dificil ha sido aprender a gestionar la diferencia en la forma de tratar con el dinero que tenemos africanos y occidentales".
Seg¨²n C¨¦sar, "la sensaci¨®n de que cualquiera puede estar siendo simp¨¢tico contigo porque cree que al final le vas a dar dinero, aunque no sea solo por eso, es muy desagradable. Sobre todo cuando lo mejor que tienen es su genuina y legendaria hospitalidad. Nosotros somos m¨¢s cartesianos: o lo hago por amistad y es completamente gratis o es un negocio y fijamos el precio de antemano. Ellos son m¨¢s flexibles o relativistas, como eres mi amigo solo espero que me des un poco de dinero; pero es que ademas le dan dinero hasta a su abuela cuando van a verla y si no tienen dinero, no van. En ?frica occidental, sobre todo en Senegal, se mezcla con esa cultura maravillosa que tienen del compartir. Es el pa¨ªs donde yo he visto m¨¢s claramente que cualquiera puede entrar en una casa y comer del bol comun donde come toda la familia. Pero esperan que t¨² hagas lo mismo, y como eres blanco y se supone que eres rico, en teor¨ªa te toca poner siempre y m¨¢s¡±.
Viaja con lo puesto. Intenta gastar lo menos posible y se va quedando en alojamientos baratos o con gente a las que ha contactado previamente a trav¨¦s del sistema de couchsurfing. Es de buena conversaci¨®n, excelente dir¨ªa yo, y de un mal gusto terrible a la hora de elegir camisa. Pronto volver¨¢ a Espa?a, pero en su peque?a mochila traer¨¢ tantas maravillosas sensaciones y recuerdos que har¨¢n que este viaje le marque para toda la vida. Compartir con ¨¦l un peque?o tramo de su alucinante experiencia fue todo un placer. Compartir con ustedes las peripecias de C¨¦sar, el m¨¦dico burgal¨¦s que le¨ªa a Chinua Achebe, es abrirles la puerta de un viaje extraordinario. As¨®mense a su blog y v¨¦anlo ustedes mismos.
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