V¨ªa l¨¢ctea
¡°Deja de mirar las estrellas cuando caminas, que el peligro de tu agujero negro est¨¢ en el suelo¡±
El desierto de Atacama, el m¨¢s ¨¢rido del planeta, situado a tres mil metros de altura, al norte de Chile, es una enorme extensi¨®n de sal en medio de un paisaje lunar que se pierde de vista al pie de los Andes. Su absoluta sequedad proporciona al aire una transparencia extraordinaria, lo que permite ver el cielo del hemisferio sur con una nitidez fascinante. Como el maestro que se?ala con un puntero los garabatos del ¨¢lgebra en la pizarra negra, all¨ª un astr¨®nomo se serv¨ªa de una linterna de rayo l¨¢ser para explicar la gran fiesta c¨®smica que sucede en el firmamento. Sobre nuestras cabezas se extend¨ªa la V¨ªa L¨¢ctea, las nubes de Magallanes, la Cruz del Sur, miles de millones de estrellas como una nutrida sopa de luces hal¨®genas al alcance de la mano. La voz nocturna del astr¨®nomo hablaba del origen de la materia a partir de aquella explosi¨®n de un punto diminuto como la nada, que cre¨® el universo con el tiempo y el espacio, hace 13.700 millones de a?os. Mientras el astr¨®nomo describ¨ªa nebulosas y explosiones estelares, en la transparente oscuridad del desierto pens¨¦ que los dioses fueron creados por la astronom¨ªa y ha sido la propia astronom¨ªa la que los ha desbancado. Giordano Bruno fue condenado a la hoguera por afirmar que no hab¨ªa que hacer nada para ir al cielo, puesto que la tierra ya estaba en el cielo y al final ha resultado que el dios Sol no era m¨¢s que una bomba de hidr¨®geno y Osiris, la deidad egipcia, solo era la estrella Sirio, cuya aparici¨®n anunciaba la crecida del Nilo. La imaginaci¨®n de un universo con sus miles de millones de galaxias ha comenzado a formar parte de la conciencia humana. Estamos fabricados con polvo de estrellas, un hecho que ha engendrado una nueva m¨ªstica, una espiritualidad revolucionaria. Aquella noche en el desierto de Atacama al final de la visi¨®n sobrecogedora del cielo estrellado, el astr¨®nomo ilumin¨® con el rayo l¨¢ser el suelo del jard¨ªn para guiar mis pasos en la oscuridad sobre nuestra miserable tierra. ¡°Cuidado con ese hoyo, no te vayas a romper la crisma¡±, me advirti¨®. Bajo el fest¨ªn de las galaxias que se devoran entre ellas en el agujero negro, me dio un consejo: ¡°Deja de mirar las estrellas cuando caminas, que el peligro de tu agujero negro est¨¢ en el suelo¡±.
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