Porno inmobiliario
El ilustrador Jordi Labanda, residente en Manhattan, nos revela su ¨²ltimo descubrimiento: El potencial er¨®tico del ladrillo. Olvide ¡®cincuenta sombras de Grey¡¯
Como ocurre con las personas, no acabas de conocer una ciudad hasta que te vas a vivir con ella. Cuando me mud¨¦ a Nueva York hace dos a?os empec¨¦ a entender aspectos de sus habitantes que antes solo intu¨ªa. Si alguien me obligara a arrojar un titular dir¨ªa que es una ciudad enganchada al porno inmobiliario.
Si entablas una conversaci¨®n aqu¨ª, da igual que empieces hablando de lo floja que est¨¢ la carta del Il Buco o que te has cruzado con Courtney Love, indefectiblemente acabar¨¢s hablando de propiedades y de dinero. Ladrillo y d¨®lares, eso mueve esta ciudad. Dicen que son ellas, las neoyorquinas, las verdaderamente enganchadas a saber qui¨¦n ha comprado qu¨¦ y, sobre todo, por cu¨¢nto. Al menos, as¨ª lo cree Sofia Coppola, a quien no se le caen los anillos por confesar su adicci¨®n. ¡°?Qu¨¦ haces para desconectar?¡±, le preguntaron. ¡°Me tomo una copa de vino mientras hago porno inmobiliario en las p¨¢ginas del New York Times¡±, sentenci¨® ella. A los cat¨®licos espa?oles nadie nos ha ense?ado a alardear de nuestras posesiones (y si eres catal¨¢n la cosa adquiere matices a¨²n m¨¢s luteranos), por eso cuando te mudas a Manhattan el enfrentamiento con este rasgo resulta tan agresivo, indecente, pornogr¨¢fico. Aqu¨ª tienen tan aprehendido el concepto del perfect location que cuando les dices d¨®nde vives son capaces de adivinar el estado de tu cuenta corriente. R¨ªete del profesor Higgins de My fair lady y su habilidad para determinar la procedencia a trav¨¦s del acento y los modismos, las predicciones de los neoyorquinos var¨ªan de calle a calle e incluso de edificio a edificio.
Volviendo a las mujeres: las de Nueva York no necesitan el sadomasoquismo light de Cincuenta sombras de Grey para excitarse, ellas prefieren el porno duro del real estate.
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