La monumental resaca del alcalde de Toronto
La ciudad celebr¨® su populismo libertario dentro de la ¨¢tona pol¨ªtica canadiense Exhibe sus descontroladas borracheras, ha sido acusado de abusos. Pero puede que Rob Ford haya ido demasiado lejos Tras admitir que fum¨® ¡®crack¡¯ en su mandato, el Consistorio vot¨® su cese. El pueblo le apoya y solo una condena podr¨ªa acabar con ¨¦l
Desde que lleg¨® a la alcald¨ªa de Toronto, en 2010, Rob Ford supo fascinar a la prensa canadiense, que acept¨® encantada la posibilidad de convertirse en cronista de su populismo libertario, de su car¨¢cter impulsivo pero franco ¡ªtan alejado de lo pol¨ªticamente correcto¡ª y de algunos de sus tropiezos con la justicia por culpa del alcohol. El regidor era un novedoso contrapunto a la aton¨ªa pol¨ªtica de Canad¨¢. En los ¨²ltimos meses, sin embargo, los excesos confesos del regidor ¡ªconsumo de crack y compra de drogas ilegales durante su mandato¡ª han trascendido la atenci¨®n de los medios nacionales, polarizando un debate sobre la pertinencia de que siga, como ¨¦l pretende, al frente del Ayuntamiento.
En sus tres a?os como alcalde, Ford ha sido expulsado de un partido del equipo local de hockey por estar borracho y comportarse de manera agresiva; ha sido acusado por una concejal de haberle metido mano durante un evento p¨²blico; se le ha grabado orinando en la calle tras descargar varios envases de vodka vac¨ªos del maletero de su coche y ha reconocido que se pase¨® completamente ebrio con una botella de co?ac en la mano frente al consistorio el d¨ªa de San Patricio de 2012, despu¨¦s de proferir ep¨ªtetos racistas al taxista que le hab¨ªa conducido hasta all¨ª. El 5 de noviembre, tras meses de insistentes negativas, el alcalde admiti¨® que hab¨ªa fumado crack ¡°aproximadamente hace un a?o y probablemente en uno de esos momentos en los que estaba muy, muy borracho¡±. Una semana despu¨¦s, en el debate municipal en el que se abordaba el cese de su cargo, Ford acept¨® haber comprado drogas durante su mandato.
Su confesi¨®n se produjo d¨ªas despu¨¦s de que la polic¨ªa de Toronto recuperase un v¨ªdeo que corroboraba la informaci¨®n que en mayo ofrecieron varios medios canadienses acerca de una grabaci¨®n en la que se le ve¨ªa fumando de una pipa de crack junto a dos narcotraficantes. Lejos de zanjar las especulaciones sobre su comportamiento err¨¢tico, la confesi¨®n de Ford ha servido para airear m¨¢s novedades sobre su vida privada y poner en evidencia su descontrolada conducta. Como un v¨ªdeo en el que habla de manera incoherente, gesticulando agresivamente y profiriendo frases violentas del tipo: ¡°Necesito 10 putos minutos para asegurarme de que ¨¦l est¨¢ muerto¡±, o parte del sumario de la investigaci¨®n policial contra uno de sus amigos y ch¨®fer ocasional en el que se revela que el alcalde contrat¨® a una prostituta y esnif¨® coca¨ªna con ella.
¡°Nuestra familia ha vivido de todo, desde asesinatos hasta drogas, pasando por el ¨¦xito empresarial. Nadie va a contarme nada que pueda sorprenderme¡±, asegur¨® el regidor hace unos a?os a The Toronto Star. Ford, de 44 a?os, es el peque?o de los cuatro hijos de Doug y Diane Ford. El patriarca de la familia (falleci¨® en 2006), que erigi¨® desde la m¨¢s absoluta pobreza el imperio empresarial DECO, basado en el etiquetado de productos, es el ¨ªdolo pol¨ªtico del alcalde de Toronto. La noche en que su padre gan¨® su esca?o en el Parlamento provincial de Ontario, en 1995, marc¨® el nacimiento de sus aspiraciones pol¨ªticas. Hasta entonces, el joven Ford hab¨ªa deambulado por institutos y campus de entrenamiento de equipos de f¨²tbol americano de la NFL en EE UU, para hacer realidad su sue?o de convertirse en jugador profesional. Lo intent¨® en la Universidad de Carleton, en Otawa, pero abandon¨® los estudios para ayudar a su hermana, Kathy, a superar su adicci¨®n a la hero¨ªna.
Se le ha grabado orinando en la calle tras descargar botellas de vodka vac¨ªas del maletero
Un regidor cercano
La popularidad de Ford se cimienta en lo que la prensa de Toronto llama la Ford Nation, nombre del programa que conduce con su hermano en una radio local. Es un concepto que se identifica con la clase media-baja, que le ve como uno m¨¢s. Alguien sin ch¨®fer ¡ªtiene varias sanciones por conducir ebrio¡ª, que insiste en responder a las llamadas de los ciudadanos y entrena a un equipo de f¨²tbol americano infantil, una actividad por la que a veces ha dejado de asistir a reuniones municipales.
Aunque la historia de la familia Ford es conocida, apenas ha trascendido nada de la suya particular. En 2000 se cas¨® con su novia de toda la vida, Renata, con la que tiene dos hijos. Desde que gan¨® las elecciones apenas se la ha visto en p¨²blico y las noticias que se tienen de ella son por llamadas al 911, una en marzo de 2008 por una denuncia de violencia dom¨¦stica que despu¨¦s retir¨® y otra el d¨ªa de Navidad del a?o pasado, cuando la suegra de Ford alert¨® a la polic¨ªa de que su yerno, completamente borracho, quer¨ªa llevarse a sus hijos a Florida sin el consentimiento de la madre.
Con este bagaje familiar, pocos aspirar¨ªan a lanzarse a la vida p¨²blica, pero la normalidad no se encuentra entre los principios de Ford. Y lo cierto es que consigui¨® alzarse con la alcald¨ªa con la mayor ventaja jam¨¢s lograda en unos comicios municipales. Su pujanza era tal que el primer ministro de Canad¨¢, Stephen Harper, lo sonde¨® personalmente para que ayudara al Partido Conservador ¡ªel pol¨ªtico se present¨® como independiente¡ª a asegurar la victoria en las elecciones provinciales.
El regidor bas¨® su victoria en un mensaje populista que moviliz¨® a los votantes de los barrios marginales y a las minor¨ªas de inmigrantes ¡ªpese a sus declaraciones racistas¡ª, muy alejados de la clase liberal y cosmopolita que hab¨ªa dirigido la ciudad hasta entonces. Se alz¨® con el triunfo prometiendo una reducci¨®n de impuestos y un recorte de los gastos superfluos.
Ese apoyo popular, que creci¨® cinco puntos tras confesar que hab¨ªa consumido crack, es el que est¨¢ siendo incapaz de retener en el seno del Ayuntamiento. Sus miembros votaron por abrumadora mayor¨ªa a favor de que abandonara su cargo o entrara en un programa de rehabilitaci¨®n. La decisi¨®n es simb¨®lica, ya que en Canad¨¢ los alcaldes solo pueden ser destituidos si son condenados por un delito. Ford se obstina en asegurar que est¨¢ recibiendo ayuda m¨¦dica y que sus problemas son personales, pero sus excesos parecen no decir lo mismo.
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