Alejarse de los ecos del pasado
Las soluciones de los socialistas exigen un proyecto aut¨®nomo y mayoritario
Una gran ola de ilusi¨®n y esperanza invadi¨® la reciente conferencia pol¨ªtica de los socialistas. No hubo un participante que a la salida expusiera un reparo a las resoluciones y a la euforia que desat¨® el c¨®nclave. La unanimidad expresada y una alegr¨ªa contenida del PP, que ve como se desvanecen las duras cr¨ªticas planteadas por Aznar a la acci¨®n pol¨ªtica del Gobierno de Rajoy, dificulta en alto grado las reflexiones cr¨ªticas a la concentraci¨®n de los socialistas. Creo que las sensaciones positivas solo pueden tener explicaci¨®n en la unidad coyuntural y en el calor mutuo, dulcificando as¨ª por unas horas las menesterosas expectativas electorales del PSOE. Las resoluciones estrella tienen su origen en un diagn¨®stico err¨®neo y terminar¨¢n siendo capotazos al viento, pero nos han mostrado la profundidad de los problemas que padecen.
El diagn¨®stico acertado es una condici¨®n necesaria, y en la Conferencia todos los participantes han coincidido en que el origen de todos sus males, de las derrotas electorales y de la cada vez menor influencia social del PSOE, se encuentra en el cambio radical que Zapatero imprimi¨® a sus pol¨ªticas en el Congreso para hacer frente a la crisis que amenazaba con llevarse todo por delante. Seg¨²n los participantes en la asamblea socialista, aqu¨¦l fue el inicio del declive al traicionar el presidente el programa socialista, y, por tanto, a los electores. Siendo tal el diagn¨®stico, las soluciones son f¨¢cilmente accesibles: era necesario un giro a la izquierda que devolviera al PSOE al lugar del que ¡°la traici¨®n¡± de Zapatero le hab¨ªa sacado, y todo solucionado. Siendo ¨¦sta la etiolog¨ªa, la clerec¨ªa socialista ha dispuesto una serie de remedios que no s¨®lo han devuelto al PSOE a una posici¨®n m¨¢s izquierdista ¡ª¡±de esta Conferencia salimos mas rojos¡±¡ª sino que han realizado una impugnaci¨®n total a las ¨²ltimas d¨¦cadas del socialismo espa?ol.
Debido a ¡°la cura de caballo¡±, despu¨¦s de treinta y cinco a?os, nos encontramos una defensa de la Monarqu¨ªa d¨¦bil y timorata, amparada en una rotunda declaraci¨®n de principios republicanos y en la imposibilidad de conseguir un consenso suficiente para satisfacer el, seg¨²n parece, imperecedero deseo socialista. Cierto que tal embrollo, alabar a la Rep¨²blica y resignarse con la Monarqu¨ªa, no satisface ni a mon¨¢rquicos ni a republicanos, ni a quienes no se levantan angustiados por la encrucijada.
El problema, se ha dicho, reside en el cambio radical que Zapatero imprimi¨® a sus pol¨ªticas en el Congreso para hacer frente a la crisis
Me parece que el PSOE se ha instalado en una autosatisfacci¨®n nost¨¢lgica con un pasado que nosotros mismos hemos cambiado radicalmente y que exige nuevos discursos dejando la vieja ret¨®rica en manos de la historia. Han mostrado un gran ¨ªmpetu en proteger un espacio menguante; han hablado antes de escuchar. Puro ilusionismo. Si se hubieran tomado tiempo para pensar, para escuchar a la sociedad, se habr¨ªan percatado de que el origen de sus problemas es anterior al cambio de rumbo de Zapatero y m¨¢s complejo. Son dos las razones del fracaso socialista de los ¨²ltimos a?os. El primero tiene que ver con la renuncia del presidente a construir un proyecto aut¨®nomo y mayoritario. Le bast¨® sumar aliados para ganar al PP ¡ªllegando en Cantabria a dar el gobierno al tercer partido siendo los socialistas la segunda fuerza¡ª. El segundo es la renuncia al pasado inmediato, con un af¨¢n ¡°refundacionista¡± y construyendo una ret¨®rica que le emparentaba con los tiempos anteriores a 1974 y a Suresnes. Y, sobre todo, a no reconocer por motivos partidarios las primeras consecuencias de la crisis econ¨®mica, que aparecieron al final de la primera legislatura, a las puertas de la elecciones generales, tal como parece reconocer Pedro Solbes hoy.
Las dos primeras renuncias demostraban dos convicciones inamovibles en Zapatero: la primera es que nunca crey¨® en la victoria del Partido Socialista, sino en la derrota del PP, y a ella se aplic¨® con mucha eficacia, como ha escrito uno de sus bi¨®grafos m¨¢s perspicaces. La segunda es que nunca confi¨® en el centro-izquierda sociol¨®gico, que a su vez le pag¨® hurt¨¢ndole el apoyo cuando le era tan necesario, atemorizado por la ret¨®rica presidencial y la banalizaci¨®n de la pol¨ªtica, convertida en un juego de im¨¢genes chinescas.
La soluci¨®n se encuentra en la vocaci¨®n, abandonada en la Conferencia, de construir un proyecto aut¨®nomo y mayoritario, que no pasa por sumarse a ninguna marea, en la que inevitablemente pesca mejor IU. Tener voz con una verdad responsable, alejada de los ecos del pasado que suenan estridentes al no conectar con una realidad que es nueva y distinta. No cabe duda de que nos deben preocupar quienes est¨¢n m¨¢s indefensos en la grave situaci¨®n actual, pero sin olvidar a los que desean prosperar, los que tienen iniciativa, los que buscan el ¨¦xito y se preocupan por los dem¨¢s; los que son ambiciosos y son solidarios, los progresistas que no renuncian al m¨¦rito y a la excelencia. Si no somos capaces de equilibrar la defensa de los despose¨ªdos con este grupo social cada vez m¨¢s amplio, nos convertiremos en una organizaci¨®n ben¨¦fica y conservadora, atrapada entre una clase trabajadora cl¨¢sica, menos homog¨¦nea y con expectativas bien distintas a las que hace 50 a?os la defin¨ªan con una sencilla y tranquila rotundidad, y un grupo de clase media alta dedicado, en su complejo clasista, a homenajear un pasado en blanco y negro que ya no existe.
Nicolas Redondo Terreros es presidente de la Fundaci¨®n para la Libertad.
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