La dif¨ªcil reforma petrolera en M¨¦xico
El controvertido historial de privatizaciones explica la oposici¨®n popular al proyecto de Pe?a Nieto, que debe convencer al p¨²blico de que esta vez la riqueza generada llegar¨¢ a los ciudadanos que m¨¢s lo necesitan
Para muchos mexicanos, abrir o no abrir el sector energ¨¦tico a la inversi¨®n privada es mucho m¨¢s que una decisi¨®n pr¨¢ctica: es un dilema existencial, como si permitirla significara perder el alma de la naci¨®n.
El Congreso mexicano discute estos d¨ªas la reforma energ¨¦tica presentada por el presidente Pe?a Nieto. Se trata de modificar los art¨ªculos 27 y 28 de la Constituci¨®n para permitir los contratos de utilidad compartida entre el Gobierno y las empresas privadas para la exploraci¨®n y extracci¨®n de petr¨®leo y gas a lo largo del territorio, as¨ª como en las aguas profundas del golfo de M¨¦xico. La reforma propone tambi¨¦n abrir toda la industria a la competencia: refinaci¨®n, almacenamiento, transporte, distribuci¨®n, petroqu¨ªmica b¨¢sica.
La propuesta tiene un significado hist¨®rico que es imposible desde?ar. En 1938, el Gobierno nacionaliz¨® el petr¨®leo y en 1960 otorg¨® el control total de la industria a Pemex, un monopolio del Estado.
La reforma, que ha sido avalada por el Senado y ahora pasa a la C¨¢mara de Diputados, requiere, para su aprobaci¨®n total, de las dos terceras partes del voto que se alcanzan con la representaci¨®n del PRI, el PAN (partido de centro derecha, que propone una liberalizaci¨®n a¨²n mayor) y algunos partidos peque?os. Los legisladores del PRD (partido de izquierda moderada) votar¨¢n en contra.
La principal oposici¨®n no est¨¢ en el Congreso, sino en las calles, que son y ser¨¢n escenario de protestas airadas y significativas. Esta corriente opositora, representada sobre todo por Morena (Movimiento de Regeneraci¨®n Nacional) tiene un l¨ªder: Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador. Tras dos derrotas sucesivas en las elecciones presidenciales, se perfila ante una tercera oportunidad en 2018, y ninguna plataforma es m¨¢s leg¨ªtima para hacerlo que la de constituirse en el baluarte contra la reforma que ¨¦l, y sus millones de seguidores, consideran una traici¨®n a la patria. En un discurso reciente, L¨®pez Obrador compar¨® la potencial aprobaci¨®n de la reforma energ¨¦tica con la p¨¦rdida de Texas en 1836, y equipar¨® a Pe?a Nieto con Santa Anna, el general que perdi¨® la guerra contra Estados Unidos y a quien los textos de historia recuerdan como un traidor.
Los opositores sostienen que Pemex puede realizar por s¨ª sola y con ¨¦xito la exploraci¨®n de aguas profundas y los dep¨®sitos de gas y petr¨®leo de lutitas (shale), si el Gobierno le permitiera invertir m¨¢s. No obstante, la inversi¨®n en exploraci¨®n se ha sextuplicado en los ¨²ltimos 10 a?os(de 4 a 25 millones de d¨®lares), sin mayores resultados. Mientras Estados Unidos est¨¢ en camino de lograr su autosuficiencia gracias a los 150 pozos que perfora cada a?o en el golfo de M¨¦xico y, sobre todo, a los cerca de 10.000 nuevos pozos anuales de shale, Pemex solo ha perforado cinco pozos al a?o en aguas profundas del Golfo y sus planes anuales para el shale son de apenas 140 pozos. Adicionalmente, M¨¦xico debe importar cantidades considerables de gas y gasolina.
La oposici¨®n al cambio la lidera L¨®pez Obrador, perdedor de dos elecciones presidenciales
?C¨®mo explicar entonces el rechazo a celebrar contratos de utilidad compartida con empresas privadas? ?Por qu¨¦, a diferencia de Noruega o Brasil, M¨¦xico tiene impedimentos para desarrollar su compa?¨ªa petrolera p¨²blica convirti¨¦ndola en una empresa que se beneficie exitosamente de la asociaci¨®n o la competencia con compa?¨ªas privadas?
La primera explicaci¨®n est¨¢ en el controvertido historial de las privatizaciones en M¨¦xico, proceso que ocurri¨® en los a?os noventa y que el p¨²blico percibi¨® como discrecional y no equitativo. Dicho lo cual, la actual reforma energ¨¦tica no es un acto de privatizaci¨®n. La propiedad no se transferir¨¢ a las empresas involucradas.
La segunda raz¨®n ¡ªmucho m¨¢s honda y compleja¡ª es la sensibilidad nacionalista. La Constituci¨®n de 1917 ¡ªpromulgada tras una revoluci¨®n social que estall¨® en 1910¡ª fue el documento fundacional de un M¨¦xico nuevo. Su emblem¨¢tico art¨ªculo 27 dio a la naci¨®n la propiedad originaria del suelo y el subsuelo, que en tiempos coloniales hab¨ªa pertenecido a la Corona espa?ola. Por dos d¨¦cadas, las compa?¨ªas petroleras inglesas, holandesas y americanas (enclaves extraterritoriales que manipulaban la contabilidad y apenas pagaban impuestos) se negaron a acatar la legislaci¨®n, hasta que en 1938, a ra¨ªz de un conflicto laboral, el presidente L¨¢zaro C¨¢rdenas las expropi¨®. La reacci¨®n popular fue espont¨¢nea: las damas ricas regalaron joyas, la gente pobre regalaba gallinas, todo para pagar la deuda a las empresas extranjeras.
Desde entonces, en libros de texto, ceremonias y monumentos se ha conmemorado la acci¨®n de C¨¢rdenas como una restauraci¨®n de la dignidad nacional. Y lo fue, en muchos sentidos. Con esos antecedentes, se entiende por qu¨¦ para muchos mexicanos ¡ªincluido Cuauht¨¦moc C¨¢rdenas, hijo del general y respetado l¨ªder de la izquierda moderada¡ª la reforma energ¨¦tica parece representar un pecado contra la historia.
Pero hay un tercer motivo ¡ªpoco discutido por la oposici¨®n¡ª que es, a mi juicio, el m¨¢s poderoso y convincente: el temor a que el incremento en renta petrolera simplemente eleve el nivel de la corrupci¨®n hasta los extremos alcanzados durante el ¨²ltimo boom petrolero que arranc¨® en los a?os setenta y desemboc¨® en una experiencia traum¨¢tica para el pueblo mexicano. Administrando mal la abundancia y los altos precios del mercado, el Gobierno del PRI multiplic¨® entonces la burocracia, se embarc¨® en proyectos despilfarradores, contrajo una gigantesca deuda externa y condujo al pa¨ªs a la quiebra y a la desastrosa devaluaci¨®n del peso en 1982.
Muchos mexicanos viven el debate como si representara un dilema existencial para la naci¨®n
Dado el pasado desempe?o de los Gobiernos, es leg¨ªtimo permanecer esc¨¦ptico. La oposici¨®n podr¨ªa hacer un gran bien si se enfocara en proponer esquemas pr¨¢cticos para prevenir la repetici¨®n del fiasco econ¨®mico: mantener una estrecha vigilancia sobre los contratos, certificar la productividad y transparencia de las nuevas inversiones p¨²blicas, crear un fondo para desarrollo futuro (como en Noruega), monitorear los posibles da?os ecol¨®gicos, reestructurar y modernizar Pemex y, lo m¨¢s importante, asegurar que las utilidades no se canalicen a la expansi¨®n de la burocracia, sino que lleguen al pueblo mexicano.
Frente a la negativa, hasta ahora completa, de la oposici¨®n a la reforma energ¨¦tica, el Gobierno deber¨¢ convencer con urgencia al p¨²blico de que esta vez ser¨¢ distinto, de que ahora la nueva riqueza generada llegar¨¢ a manos de los supuestos due?os: los mexicanos, en particular las decenas de millones de mexicanos que m¨¢s lo necesitan.
Enrique Krauze es escritor mexicano y director de la revista Letras Libres.
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