La escuela, en el laberinto tecnol¨®gico
La revoluci¨®n del aprendizaje que dibujaba Isaac Asimov se queda peque?a. Las nuevas tecnolog¨ªas ofrecen herramientas, una gran oportunidad para los malos estudiantes y un reto para profesores y padres. Cada alumno aprende a su ritmo y en el lugar que quiera.
El profesor Jordi Adell va abriendo puertas con su tarjeta electr¨®nica. Sale del edificio del Centro de Educaci¨®n y Nuevas Tecnolog¨ªas, que dirige, y ense?a al visitante un viernes de octubre el campus de la Jaume I de Castell¨®n, una universidad peque?a que naci¨® en 1991 ya con una fuerte vocaci¨®n tecnol¨®gica. Entre los edificios, de camino hacia la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales, Adell habla de una cierta ¡°sobredosis de innovaci¨®n tecnol¨®gica¡±, de los peligros de las modas, pero tambi¨¦n de incre¨ªbles avances. En su centro los estudian, los prueban, producen conocimiento, forman a profesores y tambi¨¦n los ponen en marcha en su propia universidad.
Ya en una clase, Adell pasa la tarjeta electr¨®nica por un sensor colocado en un lateral de la mesa del profesor y acto seguido se encienden las luces del aula, el proyector y el ordenador. En el centro de la mesa se abre un compartimento en el que est¨¢ el teclado y un peque?o micr¨®fono que puede colgarse alrededor del cuello. ¡°Por ejemplo, un profesor de matem¨¢ticas, Pablo Gregori, va dibujando las explicaciones en la pantalla t¨¢ctil, estas se ven en la pantalla de la clase y luego, grabadas junto con su imagen y voz, las cuelga en el aula virtual. Los alumnos lo consultan much¨ªsimo cuando se acercan los ex¨¢menes¡±.
Cuando el escritor Isaac Asimov hablaba en la televisi¨®n en 1988 sobre la revoluci¨®n educativa que significar¨ªa que todo el mundo estuviera conectado en su casa, desde sus ordenadores personales, a unas bibliotecas infinitas, el entrevistador parec¨ªa perplejo al intentar vislumbrar lo que hoy es una realidad cotidiana. Algo parecido nos puede ocurrir ahora al intentar asomarnos a lo que las tecnolog¨ªas acabar¨¢n haciendo con el mundo de la educaci¨®n en 10, 20, 30 a?os¡
El ¡®e-learning¡¯ mueve m¨¢s de 66.400 millones de euros al a?o. ¡°Si no nos andamos con cuidado, las empresas tecnol¨®gicas dictar¨¢n la pedagog¨ªa¡±, dice un profesor
Los expertos se asoman a futuros de ense?anza personalizada, donde cada alumno aprende a su ritmo, en cualquier parte, en vez de tener que adaptarse a la media de una clase; donde sus necesidades pasan a ser el centro y el profesor acompa?a el aprendizaje, a veces individual, a veces en colaboraci¨®n con el resto; con una tecnolog¨ªa casi invisible, sin cables; donde las posibilidades de formaci¨®n y de acceso al conocimiento se multiplican, se democratizan y pueden llegar hasta los rincones m¨¢s desfavorecidos gracias a revoluciones como los cursos abiertos masivos en l¨ªnea (MOOC, sus siglas en ingl¨¦s).
Tambi¨¦n ven peligros, claro, y Adell menciona la presi¨®n de una industria emergente para extender este o aquel avance y habla del ¡°lado oscuro de las tecnolog¨ªas educativas¡±, de aquellas dirigidas al control de alumnos y profesores. ¡°Si no nos andamos con cuidado, quien dictar¨¢ la pedagog¨ªa ser¨¢n las empresas de tecnolog¨ªa y las editoriales¡±, asegura.
Los aparatos y las aplicaciones se multiplican a velocidad de v¨¦rtigo, de la mano de la investigaci¨®n y de ese floreciente negocio: la industria del e-learning (contenidos, plataformas, portales de aprendizaje) movi¨® en 2012 m¨¢s de 66.400 millones de euros en todo el mundo, y la expectativa de crecimiento es del 23% hasta 2017, seg¨²n un estudio del pasado enero del banco de inversi¨®n IBIS Capital. Hay todo tipo de iniciativas, y organismos internacionales e instituciones lanzan programas, aunque a veces van y vienen a merced del inter¨¦s pol¨ªtico y los presupuestos. La Comisi¨®n Europea present¨® el pasado septiembre la iniciativa Opening Up Education, que usar¨¢ parte de los presupuestos europeos para educaci¨®n y los fondos estructurales para garantizar equipamientos, creaci¨®n de contenidos abiertos o formaci¨®n de profesores.
Cada vez resulta m¨¢s evidente que al modelo tradicional de educaci¨®n se le est¨¢n saltando las costuras, que las formas de ense?ar y aprender ya no caben en planteamientos cerrados en el espacio (las aulas), en el tiempo (tantos cursos, igual a tal t¨ªtulo) y en los objetivos (un papel que asegura que su portador sabe lo b¨¢sico para desenvolverse en la vida, otro que dice que eres un experto en econom¨ªa¡). Pero las d¨¦cadas pasan ¨Chace ya 25 a?os de aquella entrevista de Asimov¨C y los avances para muchos son frustrantes o muy insuficientes.
¡°Si est¨¢s buscando una escuela en la que se hayan implantado las tecnolog¨ªas y haya sido un completo ¨¦xito, me temo que lo vas a tener muy dif¨ªcil¡±, responde Fernando Trujillo, profesor de la Universidad de Granada experto en la introducci¨®n de las tecnolog¨ªa de informaci¨®n y la comunicaci¨®n (TIC) en las aulas. ¡°Los cambios en educaci¨®n son lentos, y me temo que con los ordenadores le hemos pedido a la escuela que haga magia. Pero hay miles de profesores haciendo cosas incre¨ªbles, con proyectos de realidad aumentada [combinaci¨®n de im¨¢genes de elementos reales y virtuales], de rob¨®tica, de transmedia [poemarios colectivos grabados entre varios centros como el de Poes¨ªa eres t¨²]¡¡±. Destaca iniciativas de docentes, a veces sin apoyo institucional, como EABE en Andaluc¨ªa, Aulablog en Madrid, Novadors en Valencia o Espiral en Catalu?a, y habla de centros que lo est¨¢n haciendo muy bien en contextos muy dif¨ªciles, como el instituto p¨²blico Antonio Dom¨ªnguez Ortiz, de Sevilla.
Patricia Gim¨¦nez es la directora de este centro. En el barrio se ha corrido la voz de que el PCPI de Inform¨¢tica est¨¢ muy bien y las solicitudes se han multiplicado con el curso ya en marcha. Un PCPI es un programa alternativo a la ESO para chavales con muy pocas posibilidades de sacarse el t¨ªtulo obligatorio y en ¨¦l siguen avanzando en lengua o matem¨¢ticas mientras aprenden lo b¨¢sico de un oficio; en este caso, de auxiliar de inform¨¢tica. El barrio es el Pol¨ªgono Sur de Sevilla, conocido popularmente como las Tres Mil Viviendas, una zona muy humilde, especialmente castigada por la pobreza, las desigualdades y la droga.
En el PCPI se han embarcado este curso en un proyecto con el que los alumnos crear¨¢n su propia microempresa de mantenimiento de ordenadores; ya han empezado a reciclar piezas viejas para construirlos y repararlos. La iniciativa, Joven Empresa Europea, gira en torno a la web; de ella tendr¨¢n que sacar las bases, las instrucciones, mandar las solicitudes, colgar los avances¡
A pesar de las dificultades ¨Cuna conexi¨®n a Internet muchas veces extremadamente lenta, algunos ordenadores port¨¢tiles que se entregan a los chavales y jam¨¢s vuelven a pasar por las aulas¨C, en el instituto est¨¢n muy volcados con las tecnolog¨ªas. Han repartido entre los cursos y las asignaturas lo que deber¨ªan aprender los alumnos para adquirir eso que en la Uni¨®n Europea han llamado la competencia digital. Por ejemplo, en primero de la ESO tienen que ¡°mejorar el uso responsable de las redes sociales¡± o ¡°familiarizarse con las herramientas de Office¡± como el Excel o el Word; en cuarto, aprender a crear blogs o a usar los avances para su orientaci¨®n acad¨¦mica y profesional¡
Cuando se habla de tecnolog¨ªas en la educaci¨®n hay que distinguir dos objetivos: ense?ar a los estudiantes a manejar bien unas herramientas imprescindibles para desenvolverse en la vida y el uso de las tecnolog¨ªas para mejorar la educaci¨®n, es decir, que los profesores ense?en mejor y los alumnos aprendan m¨¢s.
Sobre el primero, casi nadie discute, pues est¨¢ superada la idea de que ¡°los nativos digitales¡± poco tienen que aprender de los adultos. El reciente estudio Siete mitos sobre ni?os y tecnolog¨ªa, de Lydia Plowman, de la Universidad de Edimburgo, y Joanna McPake, de la de Strathclyde, en Glasgow, tras observar durante un a?o a ni?os de tres y cuatro, concluye: ¡°Mientras que la facilidad de algunos con la tecnolog¨ªa puede ser sorprendente, muchos otros no son nativos digitales. Pueden sentirse un poco abrumados, al menos inicialmente. Esto es evidente con los ordenadores, dise?ados como tecnolog¨ªa para adultos en el lugar de trabajo¡±.
Por otro lado, puede parecer claro que las TIC ayudan a personalizar el aprendizaje; que parece mejor ense?ar anatom¨ªa con im¨¢genes en movimiento, reales y en tres dimensiones, que con una fotograf¨ªa. Pero lo cierto, coinciden el profesor de la Universidade Aberta de Portugal Antonio Teixeira y el director del eLearn Center de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) Albert Sangr¨¤, es que resulta muy dif¨ªcil medir la mejora y no hay estudios concluyentes al respecto. Sangr¨¤ cita una escuela holandesa donde ya solo se usan tabletas, pero el m¨¦todo es el mismo que hace 100 a?os, el Montessori. ¡°Donde hab¨ªa regletas hoy hay tabletas, ?quiere decir que el m¨¦todo es hoy mejor? Creo que no, simplemente han adaptado las herramientas. Y haciendo lo mismo, normalmente consigues lo mismo. La tecnolog¨ªa est¨¢ retando a los profesores a cambiar sus m¨¦todos y ah¨ª es donde puede traer el gran beneficio¡±.
Las formas de ense?ar y aprender ya no caben en modelos cerrados en el espacio, el tiempo y los objetivos. Al modelo tradicional de educaci¨®n se le saltan las costuras
Desde el Media Lab del Instituto Tecnol¨®gico de Massachusetts (MIT), la investigadora Jen Groff a?ade que no solo hay que cambiar el c¨®mo se ense?a, sino tambi¨¦n el qu¨¦. Groff es cofundadora del Centro para el Redise?o Curricular, asociado con la OCDE y el informe PISA y Gobiernos como el de Finlandia y Singapur. ¡°Hay que repensar los contenidos por muchas razones, no solo porque hoy vivimos en un mundo digital. Cualquier defensor de la tecnolog¨ªa educativa le dir¨¢: determine usted qu¨¦ experiencias de aprendizaje desea proporcionar y, a continuaci¨®n, busque las herramientas que le ayudar¨¢n a activarlas¡±.
El siguiente paso, dice Trujillo, es ir de las iniciativas de profesores a una ¡°visi¨®n de centro, en conjunto¡±, porque no se trata de llevar la tecnolog¨ªa a la clase y que cada uno intente aprovecharla como pueda, sino de que los profesores y los equipos directivos busquen juntos las herramientas m¨¢s adecuadas. ¡°Que un d¨ªa puede ser una salida al campo; otro, traer un pescador a clase para que hable de su oficio, y otro, una videoconferencia con ni?os de un colegio de Wisconsin¡±.
La directora del instituto de las Tres Mil Viviendas y el profesor encargado de las tecnolog¨ªas, Antonio Estrada, comentan que muchos de sus alumnos no tienen Internet en casa y que se les puede ver por las tardes (a ellos y otras gentes del barrio) pegados a la valla para engancharse al wifi del instituto. ¡°Aqu¨ª todo se descontextualiza, a veces parece que te dicen: ¡®Yo te doy los ordenadores y t¨² ver¨¢s¡¡±.
Las pizarras digitales, coinciden Gim¨¦nez y Estrada, son quiz¨¢ uno de los mejores avances: los profesores ya se han adaptado y las usan con naturalidad: las proyecciones, los libros digitales, todo un mundo de recursos en Internet¡ ¡°Es llamativo, ¨¢gil y r¨¢pido¡±, resumen. El problema es que se interrumpi¨® el proyecto de digitalizaci¨®n de las aulas en segundo de la ESO y ahora van terminando de completar como pueden las instalaciones con los ahorros del centro y el premio que recibieron recientemente de la Fundaci¨®n SM por su lucha contra el abandono escolar.
El contexto de crisis econ¨®mica y recortes (m¨¢s de 6.400 millones de euros desde 2010) ayuda poco al proceso de cambio, no solo por la falta de recursos, sino porque tambi¨¦n crea un clima de hartazgo y confrontaci¨®n. A ello se suma un proyecto de ley, la LOMCE, que nace con gran parte de la comunidad educativa en contra. Recoge, no obstante, el impulso a las nuevas tecnolog¨ªas. El ministro Jos¨¦ Ignacio Wert confes¨® en una reciente entrevista que le hubiera gustado ir m¨¢s lejos en este apartado. Sobre la falta de recursos, respondi¨®: ¡°Ahora mismo, la tendencia que en EE UU se est¨¢ imponiendo en cuanto al uso de las TIC es el bring your own device [trae tu propio cacharro]¡±. Esa tendencia existe, pero quiz¨¢ es un tema peliagudo si se plantea en el Antonio Dom¨ªnguez Ortiz de Sevilla o si se piensa, como dice Trujillo, ¡°que la conectividad [a Internet] sigue siendo un problema¡±.
Un problema que ha sufrido, junto al aumento de alumnos por clase ¡°hasta 33¡± en el Santamarca, un instituto p¨²blico de una zona de clase media de Madrid, en su iniciativa de introducci¨®n de las tabletas en las aulas. El proyecto IDEA, de la Fundaci¨®n Alb¨¦niz, est¨¢ en 12 centros de cinco comunidades aut¨®nomas; en el Santamarca empezaron el a?o pasado en una clase y hoy est¨¢ en cuatro aulas de la ESO. Las familias han de comprar las tabletas, e IDEA pone el soporte tecnol¨®gico donde las editoriales vuelcan sus productos (los padres tambi¨¦n tienen que pagarlos, pero cuestan menos que en papel), con acceso a un banco de contenidos y en el que se centralizan todo tipo de herramientas de comunicaci¨®n entre alumnos, docentes y familias, y de gesti¨®n (de asistencia, control de notas, etc¨¦tera).
El proyecto va bien, dicen la tutora de una de las clases, Mar Merino, y la directora, Ana Rodr¨ªguez. Pero se?alan dificultades, y no solo de infraestructura. Por ejemplo, una alumna imprimi¨® en papel todos los contenidos de la tableta porque su madre le dijo que si no, no se lo iba a aprender. Hay que ense?ar a los chavales, dice Merino, t¨¦cnicas de estudio aplicadas a los nuevos m¨¦todos, pero tambi¨¦n hay que explicar los cambios a las familias.
Porque cuando un adulto piensa en la escuela, tiende a recordar c¨®mo le ense?aron a ¨¦l. ¡°Se da la paradoja de padres que a lo mejor dirigen empresas punteras y est¨¢n diciendo que la tecnolog¨ªa lo tiene que cambiar todo, despu¨¦s exigen al maestro que d¨¦ clase a su hijo de la misma manera que le ense?aron a ¨¦l¡±, dice Albert Sangr¨¤. Por eso, a?ade Teixeira, es tan importante que en la formaci¨®n de los docentes estos usen las nuevas herramientas.
¡°Aqu¨ª estamos hablando de la tecnolog¨ªa como plataforma de pruebas¡±, dice el profesor de la Polit¨¦cnica de Catalu?a (UPC) Eduard Alarc¨®n. ?l fue uno de los encargados de repensar la titulaci¨®n de Ingenier¨ªa de Telecomunicaciones. Cuando vieron que sus titulados quiz¨¢ flojeaban en competencias m¨¢s gen¨¦ricas, como el dise?o, se incorporaron a una iniciativa internacional, nacida en el MIT y en tres universidades suecas, llamada CDIO. ¡°Est¨¢ basado en la resoluci¨®n de problemas en sistemas complejos y en la interdisciplinaridad¡±, explica. As¨ª, tal vez en un proceso parecido al de aquel chaval de Sevilla que ve¨ªa a trav¨¦s de unas fotos que las ¡°matem¨¢ticas son m¨¢s que n¨²meros en una pizarra¡±, los alumnos de teleco conectan y aplican desde el primer a?o en distintos proyectos las f¨®rmulas, las estructuras, los circuitos¡
En Villaverde, un barrio humilde de Madrid, los chicos aprenden a programar aplicaciones para Android con un m¨¦todo de aprendizaje del MIT
En tercero, el proyecto se lleva a cabo en equipos de 18 alumnos. Uno de ellos est¨¢ construyendo un nanosat¨¦lite en el NanoSat Lab de la UPC, un moderno laboratorio. ¡°El primer d¨ªa les dices que van a hacer un sat¨¦lite y no les cuentas mucho m¨¢s. Luego, en 10 horas les ofreces el marco general, y despu¨¦s se les da autonom¨ªa¡±, explica Alarc¨®n.
De Barcelona a Madrid. Unos chavales juegan al f¨²tbol en una pista de un parque de Villaverde. Uno de ellos se dirige a un tipo con perilla de treinta y tantos: ¡°Se?or, se?or, ?puede poner unas buler¨ªas?¡±. ¡°Bueno, pero dime un t¨ªtulo¡±. ¡°No s¨¦¡±. ¡°?Camar¨®n?¡±. ¡°Vale¡±. El hombre pulsa las teclas de su tel¨¦fono m¨®vil y empieza a sonar Volando voy en unos altavoces colgados en una farola. El se?or del m¨®vil se llama Carlos Flores y trabaja en la Asociaci¨®n Semilla, que pelea por la integraci¨®n social de los muchos j¨®venes que corren serio riesgo de exclusi¨®n en el humilde barrio.
Flores es un ingeniero inform¨¢tico que se encarga de dos proyectos de educaci¨®n no formal a trav¨¦s de las tecnolog¨ªas. La idea es aprender de forma colaborativa, jugando, tocando y haciendo y conectando disciplinas, de una forma parecida a la que proponen en la Polit¨¦cnica de Catalu?a. Uno de los talleres es para chicos y chicas de 6 a 16 a?os con problemas en la escuela ¨Cporque van retrasados o, simplemente, porque no van¨C, y el otro, a j¨®venes de 16 a 25 que ya han abandonado.
Han adaptado el m¨¦todo de aprendizaje e investigaci¨®n del Living Lab, nacido en el MIT y vinculado al Media Lab. Con ¨¦l, los chicos aprenden a programar aplicaciones para Android (el sistema operativo de muchos m¨®viles) en una primera fase; en la segunda profundizan en el desarrollo de software, y en la tercera dise?an y ejecutan un proyecto. Por ejemplo, el a?o pasado hicieron el Boombox: un dispositivo compuesto con un microordenador, una antena de wifi y unos altavoces colgados en una farola de un parque de Villaverde. El sistema est¨¢ conectado con el programa de m¨²sica online Spotify, y, durante el d¨ªa, quien pase por all¨ª puede conectarse y elegir canciones con el tel¨¦fono m¨®vil.
Utilizan software libre, sistemas abiertos, Moodle, gu¨ªas y videogu¨ªas, un mundo de conocimiento, de sistemas y de aplicaciones que hoy se pueden encontrar f¨¢cilmente por Internet, de conocimientos que la gente y las instituciones ¨Cmuchas universidades¨C comparten. Flores cuenta que hay quien se sorprende por las cosas que consiguen chavales que fracasaron en la educaci¨®n formal, pero ¨¦l cree ¡°en el poder de las tecnolog¨ªas para el cambio social¡± y ¡°en que cualquiera puede ser innovador si se le dan las condiciones¡±. Cuenta adem¨¢s que convencieron a IBM para que algunas de sus delegaciones dejaran que los chavales formados en sus talleres pudieran participar en los procesos de selecci¨®n para trabajar en sus filiales, abiertas normalmente solo a ingenieros. Algunos han conseguido entrar.
¡°Las instituciones de educaci¨®n superior deben estar nerviosas por el d¨ªa en que t¨² puedas hacer una serie de MOOC [cursos masivos en l¨ªnea] y otros tipos de experiencias de aprendizaje y luego acreditar lo que has aprendido. Eso s¨ª que realmente pondr¨¢ en duda el valor de un t¨ªtulo universitario¡±, dice Jen Groff, del Media Lab.
La irrupci¨®n hace unos a?os de los MOOC ha provocado negros presagios sobre el fin de las universidades. Consisten en colgar materiales en Internet ¨Cclases grabadas, bibliograf¨ªa, podcast, etc¨¦tera¨C que el alumno puede seguir desde cualquier parte del mundo e interactuar y aprender con los compa?eros. Algunos requieren registrarse y en la mayor parte de los casos solo hay que pagar algo si se quiere obtener un certificado de asistencia (que no un t¨ªtulo o diploma).
¡°Muchos hablaron de que llegaba un tsunami, pero yo creo que se trata de un glaciar que ir¨¢ creciendo y cambiando todo, pero no hasta destruirlo¡±, opina Alastair Creelman, profesor de la Universidad de Linnaeus, en Suecia. As¨ª, tanto ¨¦l como Sangr¨¤ y Teixeira creen que los MOOC ser¨¢n una herramienta m¨¢s en un mundo h¨ªbrido, pero eminentemente digital. ¡°Las universidades tradicionales tendr¨¢n m¨¢s alumnos en l¨ªnea que presenciales. Pero ser¨¢ h¨ªbrido tambi¨¦n en el sentido de que los estudiantes cursar¨¢n unas asignaturas presenciales y otras a distancia¡±. Pero claro, a?ade Sangr¨¤, cuando uno se asoma al futuro utilizando par¨¢metros actuales, corre un grav¨ªsimo riesgo de equivocarse. ?Qu¨¦ dir¨ªa Asimov de todo esto?
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