El ¡®Diccionario¡¯ como culpable
Carguemos la responsabilidad de las expresiones machistas sobre la sociedad y no tanto sobre la obra que las registra
Qu¨¦ dif¨ªcil tarea tiene la Real Academia. Su Diccionario incluye unas cuantas definiciones machistas, pero muchas de ellas responden al uso de los hablantes durante siglos. Tales significados deplorables para una persona cabal de nuestro tiempo se desparraman por la historia del idioma espa?ol, de modo que un cambio en la definici¨®n actual nos impedir¨ªa comprender en qu¨¦ sentido usaron ese t¨¦rmino los personajes o los autores de cientos de obras magistrales.
Hoy nos vemos incapaces de decidir si nos importa m¨¢s la muerte del padre o de la madre. Sin embargo, la precisi¨®n de que un hu¨¦rfano es aquel que ha perdido el padre o la madre, pero ¡°especialmente el padre¡± (introducida en 1970) quiz¨¢ respond¨ªa a la influencia de la sociedad espa?ola de los a?os cincuenta y sesenta, cuando casi todas las familias depend¨ªan en exclusiva de los ingresos paternos.
La idea de que ¡°gozar¡± pueda equivaler solo al disfrute carnal que sienta un hombre con una mujer (y no viceversa) nos repele hoy en d¨ªa; pero conviene conocer que as¨ª se ha empleado el verbo en espa?ol, y que podemos hallar esa expresi¨®n en boca de un espadach¨ªn literario del siglo XVI, una ¨¦poca en la que el gozo sexual se reservaba a los hombres. Incluso esa novela hist¨®rica se podr¨ªa estar escribiendo ahora para denunciar aquel pasado.
El nuevo Diccionario marcar¨¢ algunas de esas definiciones como correspondientes a usos anticuados, pero ?realmente son anticuados en todo el ¨¢mbito del espa?ol, el que abarca a m¨¢s de 500 millones de hablantes? ?O m¨¢s bien deseamos que as¨ª ocurra?
Tiene la Academia, pues, un marr¨®n (¡°contratiempo u obligaci¨®n ingrata¡± desde la edici¨®n de 2001). Y quiz¨¢ no se merezca que le echemos la culpa de todo. Cierto que algunas definiciones ponen los pelos de punta en s¨ª mismas, de forma innecesaria; pero respecto a otras conviene pensar que el Diccionario es una ferreter¨ªa donde se compran cuchillos, y que luego cada cliente hace con ellos lo que decida, sin que un hipot¨¦tico asesinato sea culpa del ferretero. Carguemos, pues, la responsabilidad de las expresiones machistas sobre la sociedad, sobre el uso perverso; y no tanto sobre la grabadora que lo registra.
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