Quien pueda que consuma
Por Laura Alcubilla
Hace unos d¨ªas me llamaron la atenci¨®n unas declaraciones de Felipe Gonz¨¢lez ¡°Qui¨¦n pueda que consuma¡±. Me sorprendieron porque llevamos a?os recibiendo cr¨ªticas por nuestro consumo irreflexivo y excesivo endeudamiento que nos ha llevado a la situaci¨®n actual. Son muchas las dudas que me surgieron al escucharle ?Qui¨¦nes son los que pueden??Qu¨¦ cantidad de deudas determina que podamos?,?qu¨¦ debemos consumir y c¨®mo?
Despu¨¦s de todos estos a?os vividos, parece que se deber¨ªa fomentar un consumo m¨¢s contenido, cr¨ªtico y racional que incorporara el aprendizaje de errores pasados. Cuando nos acusan a los consumidores de haber gastado por encima de nuestras posibilidades durante a?os e incluso de haber provocado la morosidad actual, ser¨ªa de esperar que para corregir nuestro ¡°mal comportamiento¡±, desde las administraciones p¨²blicas hicieran pol¨ªticas para dar alternativas carentes de incentivos al consumo.
Sin embargo, estamos viendo muchos ejemplos que evidencian lo contrario: ampliaci¨®n horarios comerciales, fomento de usos de espacios p¨²blicos en los centros de las ciudades, provocando el desplazamiento de sus ciudadanos con ¨²nico objeto de motivar un mayor consumo compulsivo que es el peligroso. Ahora, en plena campa?a navide?a, nos acusan de que nuestro consumo es demasiado bajo y que esto est¨¢ agravando todav¨ªa m¨¢s la crisis y generando despidos. De nuevo, ir¨®nicamente, recae sobre nosotros la culpabilidad de la situaci¨®n y la responsabilidad de su soluci¨®n.
La importancia del consumo no es de ahora y su estudioha enfrentado durante d¨¦cadas a economistas y antrop¨®logos puesto que tienen planteamientos totalmente opuestos. Mientras que los economistas se centran en el individuo y su naturaleza, trat¨¢ndolo como individuo aislado que act¨²a siempre de manera racional, buscando s¨®lo un beneficio personal, los antrop¨®logos analizan la comunidad de la que forma parte y destacan las fuerzas sociales sobre la conducta. Para ellos sus acciones provienen de motivaciones bien complejas no racionales, ya que no siempre persiguen satisfacer ninguna necesidad inmediata ni cubrir una utilidad, sino cumplir con su rol social (Malinowski, ¡°Los Argonautas del Pac¨ªfico¡±).
Daniel Miller hac¨ªa hincapi¨¦ en nuestro cambio de rol. A diferencia de otros momentos en la historia, m¨¢s productivos, ahora los ciudadanos invierten mayor tiempo en consumir que en producir. Tambi¨¦n destaca nuestra forma diferente de relacionarnos con los objetos, pasando de valorarlos por su utilidad a crear v¨ªnculos afectivos al pasar mucho tiempo con ellos. Este planteamiento tirar¨ªa por el suelo la racionabilidad y utilidad en nuestros actos de compra planteados por la teor¨ªa econ¨®mica.
El consumo tambi¨¦n reafirma nuestra identidad, ya que refleja nuestros valores y nivel cultural. Es lo que Miller llama nuestro ¡°Yo Social¡± que nos define y se refuerza con nuestro consumo. En sus estudios sobre la ¡°teor¨ªa de la clase ociosa¡±, ya en 1899, T. Veblen analizaba a la sociedad americana y su consumo. Una de sus afirmaciones m¨¢s provocadoras fue ¡°Las personas sufren un grado considerable de privaciones de las comodidades o de las cosas necesarias para la vida, con objeto de poderse permitir lo que se considera como una cantidad decorosa de consumo derrochador¡±.
Nos enfrentamos a las fiestas Navide?as de 2013 confusos, sin tener claridad de lo que es correcto y buscando ese equilibrio tan dif¨ªcil de conseguir para intentar contentar a todos, consumiendo ni mucho ni poco, intentando ejercer una libertad de la que, no nos enga?emos, carecemos. Citando a Eduardo Galeano en su ¡°?selo y t¨ªrelo¡±: ¡°El derecho al derroche, privilegio de pocos, dice ser la libertad de todos¡±.
Imagen de apertura: Cartel de una campa?a brit¨¢nica (1966) para reducir el n¨²mero de fumadores. "M¨¢s dinero, m¨¢s diversi¨®n (m¨¢s cosas para comprar), si no fumas". The National Archives, UK v¨ªa Flickr (The commons)
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