Afrontar el bajo rendimiento educativo
La OCDE aconseja elevar la excelencia sin abandonar la equidad del sistema
Las comparaciones a nivel internacional no son f¨¢ciles ni perfectas. Pero PISA muestra lo que es posible conseguir en educaci¨®n y contribuye a que Espa?a pueda mirarse en el espejo que ofrecen los l¨ªderes educativos del mundo en cuanto a resultados y oportunidades educativas. A diferencia de lo que algunos apuntan, el rendimiento del estudiante en Espa?a no ha empeorado, pero tampoco ha mejorado desde que PISA se puso en marcha hace m¨¢s de una d¨¦cada, a pesar de los aumentos significativos en inversi¨®n educativa. Mientras tanto, Brasil ha escalado desde las ¨²ltimas posiciones; pa¨ªses como Alemania, Italia, Portugal y Polonia han pasado de una posici¨®n ¡°adecuada¡± a una ¡°buena¡± y Shangai y Singapur han evolucionado de ¡°bueno¡± a ¡°excelente¡±.
Esta evaluaci¨®n PISA se produce en un momento en que Espa?a a¨²n est¨¢ combatiendo las secuelas de la crisis econ¨®mica, un per¨ªodo que nos ha hecho ver la urgencia de dotar a m¨¢s personas con mejores capacidades para colaborar, competir y conectarse de formas que permitan impulsar nuestras econom¨ªas, fomentar el empleo y contribuir a disminuir la desigualdad social. Hemos centrado la evaluaci¨®n PISA de este a?o en las matem¨¢ticas. Cada a?o los pa¨ªses de la OCDE invierten m¨¢s de 200.000 millones de euros en ense?ar matem¨¢ticas en las escuelas, pero el hecho de tener una competencia matem¨¢tica deficiente sigue limitando gravemente el acceso a los puestos de trabajo mejor remunerados y m¨¢s gratificantes; y, por extensi¨®n, la desigualdad respecto a c¨®mo se distribuye la competencia matem¨¢tica dentro de un pa¨ªs se relaciona estrechamente con el modo en que lo hace la riqueza.
Espa?a ha logrado una distribuci¨®n razonablemente equitativa en lo que afecta a oportunidades de aprendizaje, pero est¨¢ pagando un alto precio por la falta de excelencia en el sistema educativo. Elevar la excelencia y mejorar la equidad no son objetivos pol¨ªticos contradictorios. De hecho, de los 13 pa¨ªses que han mejorado significativamente su rendimiento en matem¨¢ticas en PISA desde el a?o 2003, tres tambi¨¦n muestran mejoras en equidad educativa, y otros nueve han mejorado su rendimiento al tiempo que mantienen un alto nivel de equidad. Todo esto no es simplemente un reto para unas pocas regiones o algunas escuelas. De hecho, la variaci¨®n en el rendimiento de los estudiantes espa?oles entre regiones es solo del 2 % ¡ªmucho menos que en la mayor¨ªa de otros pa¨ªses¡ª y las diferencias entre regiones se explican principalmente por factores socioecon¨®micos. Es m¨¢s, la variaci¨®n en el rendimiento entre las escuelas es solo del 13 %. Por el contrario, m¨¢s de dos tercios de dicha variaci¨®n en el rendimiento se produce dentro de las escuelas espa?olas. Consecuentemente, Espa?a no va a tener mejores resultados educativos hasta que la mayor¨ªa de los profesores y escuelas en gran parte de las regiones afronten el bajo rendimiento educativo. Hay que se?alar tambi¨¦n que no se trata solo de un reto para ni?os pobres de barrios pobres, sino para muchos ni?os procedentes de muchos barrios.
En ning¨²n lugar la calidad del sistema educativo excede a la de sus propios docentes
Por supuesto, mejorar los resultados es algo m¨¢s f¨¢cil de decir que de hacer. El statu quo tiene muchos protectores, y los pa¨ªses han de ser audaces tanto en el pensamiento como en la ejecuci¨®n para que se produzcan verdaderos cambios. Obviamente, no podemos limitarnos a ¡°copiar y pegar¡± los sistemas educativos en su totalidad. Sin embargo, PISA ha revelado un n¨²mero alentador de caracter¨ªsticas que comparten los sistemas escolares con m¨¢s ¨¦xito del mundo. Estos incluyen dar a las escuelas autonom¨ªa para que puedan tener m¨¢s libertad en la toma de decisiones acerca de los planes de estudio y c¨®mo invertir los recursos; y, a su vez, hacerles m¨¢s responsables de los resultados. Medir la calidad de la educaci¨®n en t¨¦rminos del rendimiento de los estudiantes tambi¨¦n requiere evaluaciones externas a las escuelas, que aclaran los objetivos y eval¨²an a todos los estudiantes con las mismas pautas. Algunos de los retos tienen que ver con la forma en que los maestros ense?an y c¨®mo aprenden los estudiantes. Por ejemplo, los estudiantes espa?oles obtienen mejores resultados en tareas de opci¨®n m¨²ltiple, que se centran en la reproducci¨®n de contenidos de las materias, que en tareas que les requieren extrapolar lo que saben y aplicar sus conocimientos de forma creativa. Esto es importante porque el mundo moderno no premia tan solo por lo que sabe, sino por lo que se es capaz de hacer con ello.
Existe un acuerdo generalizado sobre la importancia de la educaci¨®n. Pero la verdadera prueba surge cuando la educaci¨®n se compara con otras prioridades. ?De qu¨¦ manera se remunera al profesorado en contraste con otros profesionales altamente cualificados? ?Preferir¨ªas que tu hijo escogiera la profesi¨®n docente en vez de la abogac¨ªa? ?C¨®mo tratan los medios de comunicaci¨®n a este colectivo? Hoy en d¨ªa, lo que hemos aprendido de PISA es que los l¨ªderes de aquellos sistemas donde se produce un mayor rendimiento educativo han convencido a sus ciudadanos para que realicen elecciones que valoren su educaci¨®n, su futuro, m¨¢s que el consumo inmediato.
Sin embargo, el hecho de dar un alto valor a la educaci¨®n es solo parte de la ecuaci¨®n. La otra es la creencia en las posibilidades con las que cuentan los estudiantes. En Jap¨®n, por ejemplo, los estudiantes no solo piensan que tienen control sobre su capacidad para lograr el ¨¦xito, sino que est¨¢n preparados para hacer cualquier cosa para conseguirlo: el 84% dijo que no evitaban resolver problemas que entra?aran una cierta dificultad. En cambio, en Espa?a solo la mitad de ellos compart¨ªan esta opini¨®n. El hecho de que los estudiantes de algunos pa¨ªses piensen que los logros educativos son, en su mayor parte, producto del trabajo y el esfuerzo, m¨¢s que de una capacidad intelectual heredada, sugiere que la educaci¨®n dentro de su contexto social puede suponer un hecho diferencial, puesto que inculca los valores que promueven el ¨¦xito educativo. En el pasado, los estudiantes con capacidades diferentes recib¨ªan una formaci¨®n similar. En cambio, las escuelas de prestigio aprovechan la diversidad adoptando muy diversas pr¨¢cticas metodol¨®gicas y son conscientes de que los alumnos ordinarios son poseedores de talentos extraordinarios personalizando la experiencia educativa.
Los sistemas educativos de alto rendimiento comparten tambi¨¦n est¨¢ndares claros y ambiciosos. Todos saben cuales son los requisitos m¨ªnimos para obtener una cualificaci¨®n determinada. Y en ning¨²n lugar la calidad del sistema educativo excede a la calidad de sus propios docentes. Estos sistemas educativos de calidad ponen especial atenci¨®n en la selecci¨®n y formaci¨®n de su profesorado. Vigilan con especial atenci¨®n el modo de mejorar el rendimiento profesional y c¨®mo estructurar la remuneraci¨®n de este colectivo. Les proporcionan un entorno propicio para el trabajo colaborativo, de manera que sean capaces de llevar a cabo buenas pr¨¢cticas. Y cuando tienen que tomar decisiones sobre inversi¨®n, priorizan la calidad del profesorado sobre el n¨²mero de alumnos por clase. Y, no menos importante, les proporcionan pasarelas inteligentes para que puedan prosperar en sus carreras profesionales.
El mundo se ha vuelto indiferente a la tradici¨®n y al valor del pasado
En los sistemas educativos m¨¢s burocr¨¢ticos, se abandona a los docentes a su suerte y se les sobrecarga de normas y reglamentos sobre c¨®mo ense?ar. Los sistemas educativos de alto rendimiento establecen objetivos ambiciosos, tienen claro lo que los estudiantes son capaces de realizar y permiten a los centros y a los docentes hacerse una idea de lo que necesitan ense?ar. El pasado se basaba en la sabidur¨ªa trasladada de profesor a estudiante, pero el ¨¦xito hoy en d¨ªa se basa en la sabidur¨ªa generada por el propio usuario y en una mayor autonom¨ªa profesional dentro de una cultura colaborativa. Los centros de alto rendimiento han evolucionado desde el control administrativo y financiero hacia formas m¨¢s profesionalizadas de organizaci¨®n de la gesti¨®n. Apoyan al profesorado para que desarrolle la innovaci¨®n pedag¨®gica, de cara a mejorar su competencia profesional y la de sus colegas, y a conseguir el desarrollo profesional que conduzca a pr¨¢cticas educativas m¨¢s fortalecidas.
El objetivo del pasado era la estandarizaci¨®n y la conformidad con la norma; en cambio, en el presente, los estudiantes brillantes permiten que los docentes sean imaginativos. En el pasado, el foco de las pol¨ªticas educativas estaba centrado en proveer la educaci¨®n necesaria. En cambio, en la actualidad, los mejores sistemas escolares se centran en resultados, pasando de una educaci¨®n centrada en la burocracia a una que mira al profesor, a la escuela, creando redes para la innovaci¨®n. Y por ¨²ltimo, pero no por ello menos importante, los sistemas tienden a alinear la pol¨ªtica y la pr¨¢ctica en todos los ¨¢mbitos, lo transforman en algo coherente en periodos de tiempo prolongados, hasta que constatan que se ha implementado de manera consistente.
Los retos son duros, pero el mundo se ha vuelto indiferente a la tradici¨®n y a la reputaci¨®n del pasado, sin perdonar las debilidades e ignorando la costumbre y la pr¨¢ctica. Alcanzar¨¢n el ¨¦xito aquellos individuos, instituciones y pa¨ªses que sean r¨¢pidos en adaptarse, lentos para quejarse y abiertos hacia el cambio. Y la gran tarea que los Gobiernos tienen por delante es dar apoyo para que sus ciudadanos se muestren a la altura de este desaf¨ªo.
Andreas Schleicher es subdirector de la OCDE para temas educativos.
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