Diez a?os venciendo el hambre
El programa Bolsa Familia ha sacado de la miseria a 36 millones de brasile?os
Hace unas semanas, Brasil celebr¨® el d¨¦cimo aniversario de Bolsa Familia, que ha servido de modelo para muchos programas nuevos de distribuci¨®n de rentas en todo el mundo.
Gracias al programa Bolsa Familia (¡°subsidio familiar¡±), 14 millones de familias, es decir, 50 millones de personas ¡ªla cuarta parte de la poblaci¨®n de Brasil¡ª reciben un peque?o estipendio mensual, siempre que cumplan unos requisitos b¨¢sicos, entre los que figuran que los hijos permanezcan escolarizados y reciban atenci¨®n m¨¦dica, incluidas las vacunaciones normales. M¨¢s del 90% del dinero que se paga va a manos de las madres. En el decenio transcurrido desde que comenz¨® el programa, el rendimiento acad¨¦mico de los ni?os ha mejorado, las tasas de mortalidad infantil han ca¨ªdo y 36 millones de personas han salido de la pobreza extrema.
Las cifras son elocuentes, y, sin embargo, no bastan para transmitir hasta qu¨¦ punto han mejorado las vidas de todas esas personas.
No hay una estad¨ªstica capaz de medir la dignidad, pero eso es lo que se percibe cuando los padres pueden ofrecer a sus hijos tres comidas diarias. No hay una partida del presupuesto que se llame ¡°esperanza¡±, pero eso es lo que brota cuando los padres ven que sus hijos van a la escuela y se esfuerzan para tener un futuro mejor.
Al transformar la vida de las personas, Bolsa Familia est¨¢ cambiando el curso de la historia en mi pa¨ªs; seg¨²n Naciones Unidas, es el mayor programa de distribuci¨®n de rentas del mundo. Otros Gobiernos han adoptado estrategias similares para luchar contra el hambre. Por eso es importante entender el ¨¦xito de Brasil y los obst¨¢culos a los que tuvo que hacer frente para poner en marcha el programa.
Como en muchos otros pa¨ªses de Latinoam¨¦rica, ?frica y Asia, Brasil estuvo durante demasiado tiempo gobernado en nombre de una peque?a minor¨ªa, la clase dirigente. El resto de los brasile?os, la gran mayor¨ªa, eran pr¨¢cticamente invisibles y viv¨ªan en un no pa¨ªs que ignoraba sus derechos y les negaba todas las oportunidades.
Las iniciativas exitosas
de distribuci¨®n de
rentas tambi¨¦n
reactivan la econom¨ªa
Lo primero que hicimos para cambiar la situaci¨®n fue poner en pr¨¢ctica una serie de pol¨ªticas sociales que, junto al incremento del salario m¨ªnimo y un mayor acceso a los pr¨¦stamos bancarios, estimularon la econom¨ªa y permitieron la creaci¨®n de 20 millones de puestos de trabajo legales en los ¨²ltimos 10 a?os. De esa forma, por fin, se logr¨® integrar a la mayor¨ªa de la poblaci¨®n en la econom¨ªa y la sociedad de Brasil.
Bolsa Familia ha contribuido a demostrar que es posible erradicar el hambre cuando los Gobiernos tienen la voluntad pol¨ªtica necesaria para convertir a los pobres en el centro de sus iniciativas. Muchos pensaron que era un objetivo ut¨®pico. Quiz¨¢ no comprendieron que era absolutamente necesario para que nuestro pa¨ªs volviera a situarse en la ruta hacia el desarrollo.
Algunos dijeron de buena fe que, para combatir el hambre, a las familias hab¨ªa que darles alimentos, y no dinero. Pero tener alimentos no es suficiente para terminar con el hambre. Hace falta un frigor¨ªfico para almacenarlos y fuego y gas para cocinarlos. Y la gente adem¨¢s tiene que vestirse, cuidar su higiene personal y limpiar su hogar. Las familias no necesitan que el Gobierno les diga lo que deben hacer con su dinero. Ellas saben cu¨¢les son sus prioridades.
Todav¨ªa hoy, algunas reacciones a Bolsa Familia prueban que es m¨¢s dif¨ªcil vencer los prejuicios que conquistar el hambre. Los m¨¢s mezquinos acusan al programa de fomentar la indolencia. Es una forma de decir que los pobres son pobres porque no han querido mejorar su situaci¨®n, no porque nunca han tenido oportunidad de lograrlo. Ese tipo de actitud deposita sobre sus hombros la responsabilidad de un abismo social que no favorece m¨¢s que a los ricos.
Estos programas muestran que es posible erradicar la miseria
con voluntad pol¨ªtica
Es cierto que m¨¢s del 70% de los adultos inscritos en Bolsa Familia trabajan con regularidad, y el programa sirve como complemento de sus ingresos. Bolsa Familia se ha convertido en un instrumento que los padres utilizan para empezar a romper la espiral de pobreza en la que se encuentran sus hijos.
Los cr¨ªticos han comparado los programas de distribuci¨®n de renta con limosnas, con un mero ejercicio de caridad. Solo pueden decir algo as¨ª quienes nunca han visto a un ni?o malnutrido ni la angustia de su madre delante de un plato vac¨ªo. Para la madre que recibe las ayudas del programa, el dinero que le permite alimentar a sus hijos no es una limosna; es su derecho como ciudadana, y no va a renunciar a ¨¦l.
A largo plazo, Bolsa Familia tiene otra consecuencia m¨¢s: dota a los pobres de poder. Las personas que tienen garantizada por ley una renta m¨ªnima no necesitan pedir favores a nadie. No necesitan dar su voto a cambio de comida o de un par de zapatos, como ocurr¨ªa con frecuencia en las regiones m¨¢s pobres de Brasil. Por el contrario, esas personas ahora son libres, y eso no siempre le conviene a todo el mundo.
Asimismo, algunos detractores han criticado el programa por incrementar el gasto p¨²blico. Son los mismos que suelen decir que bajar los salarios y destruir empleo son cosas positivas para la econom¨ªa. Pero el dinero p¨²blico que se dedica a las personas, la sanidad y la educaci¨®n no es un gasto; es una inversi¨®n. La inversi¨®n en Bolsa Familia est¨¢ en la ra¨ªz del crecimiento del pa¨ªs.
Por cada real (0,3 euros) invertido en el programa, el PIB ha crecido 1,78 reales, seg¨²n los c¨¢lculos del Gobierno brasile?o. Bolsa Familia estimula la actividad econ¨®mica y la producci¨®n de los bienes que compran las familias. Poner mucho dinero en manos de unos pocos no sirve m¨¢s que para alimentar la especulaci¨®n financiera y agravar la concentraci¨®n de rentas y riquezas. Bolsa Familia ha demostrado que un poco de dinero en muchas manos sirve para alimentar a la gente, estimular el comercio, atraer inversiones y crear empleo.
El presupuesto de Bolsa Familia para este a?o es de 24.000 millones de reales, alrededor de 7.500 millones de euros. Menos del 0,5% del PIB de Brasil. Algunos c¨¢lculos indican que Estados Unidos y la Uni¨®n Europea, juntos, han gastado desde 2008 alrededor de 10 billones de d¨®lares (7,3 billones de euros) en rescatar a los bancos con problemas. Una peque?a parte de esa cantidad, invertida en programas como Bolsa Familia, podr¨ªa acabar con el hambre en el mundo y reactivar la econom¨ªa mundial para iniciar una nueva era de prosperidad.
Por suerte, varios pa¨ªses han escogido la lucha contra la pobreza como ruta hacia el desarrollo. Ya es hora de que las organizaciones multilaterales den aliento a esas iniciativas, promoviendo el intercambio de conocimientos y el estudio de estrategias de distribuci¨®n de rentas que hayan tenido ¨¦xito. Esa ser¨ªa una buena forma de dar impulso a la derrota del hambre en el mundo.
Luiz In¨¢cio Lula da Silva fue presidente de Brasil y hoy trabaja en iniciativas de alcance mundial con el Instituto Lula. Se le puede seguir en facebook.com/lula.
? 2013, Instituto Luiz In¨¢cio Lula da Silva.
Distribuido por The New York Times Syndicate.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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