La justicia, herramienta de la democracia
La justicia interamericana es una realidad viva y factor vital de la democracia
La brecha que divide los grandes proyectos y utop¨ªas de lo que acaba finalmente ocurriendo en la realidad es una de las grandes constantes de la historia. Lo que eventualmente sirve a veces de combustible para esc¨¦pticos y derrotistas; ilusiones frustradas y b¨²squeda de nuevos paradigmas para imaginar nuevas utop¨ªas. Y as¨ª, sucesivamente.
Esto viene a colaci¨®n en relaci¨®n a una experiencia en la que ese lugar com¨²n no se ha repetido. Me toca culminar al fin del 2013 mi segundo per¨ªodo como presidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Siento la necesidad de compartir una reflexi¨®n que va m¨¢s all¨¢ de la experiencia personal con un balance que se ubica en las ant¨ªpodas del derrotismo, el escepticismo o la frustraci¨®n. Los hechos indican que la justicia interamericana es una realidad viva y que se est¨¢ convirtiendo en un rico factor de alimentaci¨®n y de retroalimentaci¨®n de la democracia y los derechos humanos en la regi¨®n.
El macizo desarrollo de la justicia interamericana en los ¨²ltimos a?os es notable por su extraordinario dinamismo y solidez. Nuestro tribunal desarroll¨® jurisprudencia constante y s¨®lida en temas complejos como la obligaci¨®n de investigar y sancionar graves violaciones a los derechos humanos, las reglas del debido proceso y los derechos de los pueblos ind¨ªgenas. O la jurisprudencia reiterada ¨C y un¨¢nime ¨C en firme protecci¨®n de la libertad de expresi¨®n pero en armon¨ªa y ponderaci¨®n con el derecho a la honra y a la facultad de quienes se sintieran afectados de usar los medios judiciales disponibles para su defensa. Todo eso est¨¢ cambiando el panorama de la justicia y los derechos humanos en Am¨¦rica Latina en lo cual hay tres resultados especialmente tangibles que cabe destacar.
Primero, que la Corte Interamericana se ha fortalecido. Cuando el catastrofismo de unos pocos pronosticaba, a todos los vientos, el ¡°debilitamiento¡± del sistema interamericano de derechos humanos, ocurri¨® y ocurre exactamente lo contrario. Hay cifras contundentes. En estos ¨²ltimos cuatro a?os la Corte ha resuelto ¨C y, gracias a una gesti¨®n eficiente, dentro de plazos razonables - una cantidad de casos que equivalen al 32% de lo resuelto en toda su historia de 34 a?os. En parte porque la gente recurre m¨¢s a la Corte Interamericana. En esencia porque se ha expandido la demanda democr¨¢tica y se presentan problemas que anteriormente a nadie se lo hubiera recurrido llevar al tribunal regional: discriminaci¨®n por orientaci¨®n sexual, m¨¦todos de fertilizaci¨®n asistida, inversi¨®n petrolera y consulta previa a pueblos ind¨ªgenas o acceso a informaci¨®n en manos de oficinas del Estado, para mencionar s¨®lo cuatro sobre infinidad de materias complejas que hoy tocan las puertas.
?Y las finanzas? En medio de un dram¨¢tico panorama presupuestal en la Organizaci¨®n de Estados Americanos (OEA), en la que el presupuesto se reduce en t¨¦rminos nominales 5% cada a?o, se ha conseguido fortalecer las finanzas del tribunal interamericano. A¨²n los niveles son bajos (lo que hace imperioso recurrir a la cooperaci¨®n voluntaria de pa¨ªses europeos), pero se ha logrado un aumento de 50% en los recursos presupuestales provenientes del fondo regular de la OEA. Otro punto a favor.
El desarrollo jurisprudencial de la Corte ha tenido gran impacto en M¨¦xico
Segundo, porque las decisiones se cumplen. Es rico el proceso evolutivo en el cumplimiento de las sentencias y dem¨¢s decisiones del tribunal interamericano lo que derrotistas y cuentistas de una realidad monocorde y congelada, no aciertan a comprender por lo que optan por no hablar del tema. Se avanza incluso en lugares, temas y situaciones muy complejas. As¨ª, por ejemplo, el mismo d¨ªa en que se dict¨® el a?o pasado la sentencia sobre un sensible caso de consulta previa en territorios ind¨ªgenas del Ecuador, mientras la comunidad Sarayaku celebraba en la provincia del Pastaza, el gobierno de Quito notificaba al tribunal que cumplir¨ªan con la sentencia lo que, en efecto, est¨¢ ocurriendo. Y as¨ª, podr¨ªa dar muchos ejemplos m¨¢s.
Tercero: el impacto en los desarrollos institucionales nacionales. Lo m¨¢s trascendente. Que hace que hoy d¨ªa no sean s¨®lo siete los jueces interamericanos (el n¨²mero de integrantes del tribunal), sino muchos miles los jueces interamericanos. Desde el R¨ªo Grande hasta la Patagonia, el tribunal interamericano llega a la gente y a sus instituciones. Sus audiencias p¨²blicas hoy se llevan a cabo no s¨®lo en su sede (Costa Rica) sino en otros 16 pa¨ªses de la regi¨®n. El 2013 le toc¨® a Medell¨ªn (Colombia), M¨¦xico y Brasilia.
Un ejemplo interesante de este impacto continental lo tenemos en M¨¦xico, el pa¨ªs con m¨¢s poblaci¨®n hispanohablante del mundo. En las audiencias p¨²blicas celebradas en octubre, no s¨®lo asistieron varios miles de personas para observar el desarrollo de las sesiones sino que ovacionaron emocionadamente de pie luego de la clausura. Ese detalle de cuenta de que estamos ante un proceso que al concernir hoy directamente a miles y millones de personas se hace menos vulnerable. Lo que hemos llamado ¡°di¨¢logo jurisprudencial¡± se va propagando por toda Am¨¦rica, pero tiene en el pa¨ªs azteca una relevancia singular.
En M¨¦xico el desarrollo jurisprudencial interamericano ha interactuado con una vigorosa din¨¢mica interna, particularmente en dos procesos fundamentales: la reforma constitucional de 2011 y el vigoroso papel de la Suprema Corte de Justicia. En dos decisiones trascendentales el m¨¢s alto tribunal mexicano ha establecido que es obligatorio para los jueces mexicanos lo que se denomina el ¡°control de convencionalidad¡±. Es decir que los criterios contenidos en las sentencias del tribunal interamericano son obligatorios para todos los jueces, aunque M¨¦xico no haya sido parte en el caso. Semejante criterio ya ha sido establecido por muchos otros altos tribunales; Colombia o Per¨², entre muchos otros.
En la sepultura, pues, la consideraci¨®n del derecho internacional como ¡°extranjero¡±. Como dijo en Brasilia el 11 de noviembre Joaquim Barbosa, presidente de la Suprema Corte de Brasil, cuando inauguramos las audiencias p¨²blicas del tribunal interamericano: ¡°La Corte Interamericana no es una Corte extranjera¡±.
Por el ¡°control de convencionalidad¡± los jueces nacionales se encuentran hoy obligados a conocer m¨¢s y mejor la jurisprudencia interamericana. Para ello se ha dise?ado y puesto en circulaci¨®n un modern¨ªsimo sistema de buscadores inform¨¢ticos sobre la jurisprudencia interamericana que hemos puesto ya a disposici¨®n de los jueces de Am¨¦rica desde noviembre con la Suprema Corte. En concordancia con eso, hace pocos d¨ªas firm¨¦ con el gobierno del Brasil un convenio para la traducci¨®n al portugu¨¦s y publicaci¨®n de las principales sentencias emitidas por el tribunal interamericano. Ser¨¢ financiado ¨ªntegramente por el gobierno brasilero. Es para lo mismo.
En ese escenario es sintom¨¢tico y alentador que el premio de Derechos Humanos que cada cinco a?os conceden las Naciones Unidas vaya a ser entregado este 10 de diciembre en Nueva York, por primera vez, a una instituci¨®n p¨²blica latinoamericana: la Suprema Corte de M¨¦xico. Se?al de que en la institucionalidad p¨²blica latinoamericana y en esa ¡°viva interacci¨®n¡± con el tribunal interamericano se est¨¢n produciendo desarrollos importantes para la protecci¨®n de los derechos humanos.
Con la justicia interamericana est¨¢ pasando algo muy trascendente y de significaci¨®n hist¨®rica: funciona eficazmente y est¨¢ cambiando en pocos a?os much¨ªsimos paradigmas jur¨ªdicos y conceptuales en los pa¨ªses interamericanos. Amenazas y resistencias seguir¨¢ habiendo. Pero a estas alturas esa viva justicia le pertenece ya a millones de hombres y mujeres, que seguir¨¢n apropi¨¢ndose de ella con tes¨®n y optimismo. Porque de ella est¨¢n haciendo herramienta de la democracia en la regi¨®n.
Diego Garc¨ªa-Say¨¢n es presidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
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