V¨ªctimas colaterales
El espionaje masivo de EE UU ha derivado en un grave da?o a la libertad de prensa y a la Red
El espionaje masivo de la agencia de seguridad estadounidense NSA destapado por Edward Snowden est¨¢ poniendo en riesgo un principio democr¨¢tico b¨¢sico: la libertad de prensa. El acoso a la libre informaci¨®n no se est¨¢ produciendo, parad¨®jicamente, en ese pa¨ªs, sino al otro lado del Atl¨¢ntico, donde se ha abierto la caza y captura del mensajero.
La presi¨®n a la que est¨¢ sometiendo la prensa rival, los partidos, los servicios secretos y el Ejecutivo brit¨¢nico de David Cameron a The Guardian, el medio que ha difundido los documentos de Snowden, es inusitada, como muestra el hostil interrogatorio que ha sufrido el director del diario, Alan Rusbridger, en la Comisi¨®n de Interior de la C¨¢mara de los Comunes. Un diputado laborista no tuvo reparos en hacerle esta pregunta: ¡°?Ama usted este pa¨ªs?¡±.
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La libertad de prensa es una v¨ªctima colateral, que no secundaria, de un esc¨¢ndalo cuyos detalles siguen poniendo al descubierto una imagen casi obsesiva por el control indiscriminado de datos que la NSA habr¨ªa seguido ¡ªpor llegar a los ejemplos m¨¢s pintorescos¡ª incluso a trav¨¦s de juegos en l¨ªnea como World of Warcraft o Second Life. La intromisi¨®n en la intimidad en nombre de la lucha antiterrorista ¡ªrecu¨¦rdese que Washington ha interceptado las comunicaciones de hasta 35 l¨ªderes mundiales¡ª es alarmante y a las quejas que en su momento se originaron en la Uni¨®n Europea se ha unido ahora la voz de 562 intelectuales y escritores de todo el mundo pidiendo a la ONU una norma internacional que proteja los derechos civiles en la era digital.
El presidente Obama ha prometido una revisi¨®n del sistema de espionaje masivo, pero la credibilidad del compromiso estar¨¢ en el aire mientras se mantenga el tribunal secreto de jueces designados por el Departamento de Justicia que autoriza casi de oficio las demandas de rastreo que la NSA le presenta.
Urge la revisi¨®n de unos m¨¦todos indefendibles que est¨¢n pasando factura tambi¨¦n a las grandes firmas digitales americanas que colaboraron con el sistema. La desconfianza que ha generado tanto rastreo ha retra¨ªdo a los usuarios, y compa?¨ªas como Google, Apple o Facebook temen p¨¦rdidas millonarias. Por razones bien distintas, pero de resultados coincidentes, las empresas han pedido a Obama nuevos l¨ªmites al espionaje. Son muchas las razones para hacerlo.
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