?En qu¨¦ cree China?
Un magma ideol¨®gico contrasta con la realidad del liberalismo econ¨®mico
El marxismo es el fundamento ideol¨®gico inicial del Partido Comunista de China (PCCh). Con el transcurso del tiempo ha ido incorporando a su bagaje el leninismo, el mao¨ªsmo, el denguismo y otros aditivos te¨®ricos m¨¢s recientes, desde la triple representatividad de Jiang Zemin al desarrollo cient¨ªfico de Hu Jintao. Tenemos as¨ª un magma heterog¨¦neo que, por otra parte, contrasta con una realidad que combina liberalismo econ¨®mico y autoritarismo pol¨ªtico, sumiendo en el desconcierto a quienes tratan de adivinar si China es una cosa o es otra, o ambas a la vez. Esta China cree en la soberan¨ªa y en el desarrollo, pero ?en qu¨¦ m¨¢s? Sin una ideolog¨ªa clara no podremos decir que China ¡ªo cualquier naci¨®n¡ª sea un pa¨ªs fuerte aunque sus magnitudes en otros campos, ya sea la econom¨ªa o la fuerza militar, mejoren sensiblemente con el paso de los a?os.
La evoluci¨®n citada, a d¨ªa de hoy, apunta a una yuxtaposici¨®n ecl¨¦ctica de tres elementos principales. En primer lugar, el pensamiento tradicional asociado a la cultura cl¨¢sica, integrado por todos aquellos elementos que pueden contribuir al fortalecimiento de la estabilidad en un proceso evolutivo que concede creciente importancia a la moralidad y a la recuperaci¨®n de ciertos c¨¢nones de comportamiento que pueden ayudar a preservar la cohesi¨®n social. En este aspecto, tambi¨¦n cabe destacar una nueva actitud hacia la religi¨®n, con un renacimiento orientado desde el poder para ayudar a reconstruir el tejido moral de la sociedad, dejando atr¨¢s las intolerancias de otro tiempo no tan lejano.
En segundo lugar, el pensamiento partidario, es decir, el vadem¨¦cum ideol¨®gico que conforma la identidad b¨¢sica del PCCh, y que abunda en las teor¨ªas citadas, producto de las circunstancias hist¨®ricas, y caracterizado por un esfuerzo permanente de adaptaci¨®n de las grandes corrientes de pensamiento, a la situaci¨®n propia de China a la vez que sugiere formulaciones propias.
En tercer lugar, el pensamiento occidental. Indudablemente, el marxismo es tambi¨¦n pensamiento occidental. No obstante, la expresi¨®n se utiliza como sin¨®nimo de las corrientes pol¨ªticas e ideol¨®gicas predominantes hoy d¨ªa en Occidente. En tal sentido, cabe reflejar la importancia concedida por China a la plasmaci¨®n y desarrollo de una cultura pol¨ªtica basada en el Estado de derecho y el imperio de la ley, principios cada vez m¨¢s asumidos, aunque no as¨ª con id¨¦ntico ¨¦nfasis, al menos de momento, otros valores habitualmente asociados, como la divisi¨®n de poderes o el corolario de derechos y libertades individuales y colectivas inherentes al constitucionalismo.
Cuanto m¨¢s homologue su sistema econ¨®mico con Occidente, habr¨¢ m¨¢s presi¨®n para que lo haga en lo pol¨ªtico
A la par que la afirmaci¨®n del valor de la ley y de la reglamentaci¨®n normativa de los procesos sea cual sea su naturaleza, no solo econ¨®micos, lo cual constituye un salto hist¨®rico de gran calibre en una China en la que tradicionalmente ¡°mandan los hombres y no las leyes¡±, el mayor reto consiste en alargar la democracia en dicho marco. Hoy d¨ªa, dicho fen¨®meno se conduce por una v¨ªa netamente experimental, ambigua y a veces contradictoria que apunta, a lo sumo, hacia el reforzamiento de las claves consultivas en una perspectiva incremental sin que ello ponga en riesgo los atributos ¨²ltimos del poder.
Las transformaciones vividas por la sociedad china en las ¨²ltimas d¨¦cadas, la afirmaci¨®n de un tejido social urbano cada vez m¨¢s plural y diverso con una clase media boyante y la democratizaci¨®n natural facilitada por los avances tecnol¨®gicos configuran un escenario que invita a una mayor participaci¨®n de la sociedad en los asuntos p¨²blicos, tanto en sentido propositivo como de control, ejerciendo una ciudadan¨ªa activa alejada del sujeto-masa que secunda a ciegas las consignas oficiales por bien intencionadas que aquellas sean. Esto plantea la necesidad de instrumentar f¨®rmulas de di¨¢logo que acerquen poder y ciudadan¨ªa y brinden mecanismos de reconocimiento e influencia rec¨ªproca.
La yuxtaposici¨®n de pensamiento tradicional, ideario partidario y nuevas aportaciones occidentales vendr¨ªa a ser la correspondencia ideol¨®gica del hibridismo sist¨¦mico que manifiesta la econom¨ªa y la sociedad de la China de hoy, con una pluralidad asentada de propiedades y de grupos sociales en virtud de unas reformas que tienden a profundizarse en lo socioecon¨®mico.
La ideolog¨ªa desempe?a una funci¨®n clave e indispensable para preservar el consenso social, perseverar en el rumbo establecido y garantizar la legitimidad del poder pol¨ªtico, claves de la estabilidad. Al igual que ocurre con el modelo econ¨®mico, no puede decirse que los fundamentos ideol¨®gicos del PCCh hayan sido objeto de un encumbramiento absoluto e inmutable, pero sin duda en los ¨²ltimos a?os ha ganado en certezas y nitidez aunque a nuestros ojos, habituados a las f¨®rmulas de expresi¨®n netamente antit¨¦ticas, se asemeje m¨¢s a un t¨®tum revol¨²tum plet¨®rico de contradicciones que el d¨ªa menos pensado acabe por estallar. Cuanto m¨¢s homologue China su sistema econ¨®mico con las tendencias predominantes en Occidente, probablemente m¨¢s aumentar¨¢n las presiones internas y externas para culminar el proceso en lo pol¨ªtico. O quiz¨¢, ante el proceso de desdemocratizaci¨®n que viven los sistemas pol¨ªticos occidentales, las posibilidades de que cuaje un amarillismo democr¨¢tico sean mayores, no solo en atenci¨®n a sus reivindicadas singularidades civilizatorias sino a la vista de las sucesivas quiebras que en nuestras latitudes vac¨ªan progresivamente de contenido la democracia.
Xulio R¨ªos es director del Observatorio de la Pol¨ªtica China.
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