Crispaci¨®n en Argentina
Los saqueos y la violencia dejan en evidencia el fracaso en la gesti¨®n de la clase dirigente
Los saqueos que se han extendido en la ¨²ltima semana por toda Argentina, alentados por la huelga de la polic¨ªa, han causado ya una decena de muertos y han empa?ado la celebraci¨®n del 30? aniversario del regreso de la democracia. Pero, sobre todo, han dejado patente la degradaci¨®n social que aqueja a ese pa¨ªs. Resulta deplorable?que, por muy duras que sean sus condiciones laborales ¡ªque lo son¡ª, los servidores p¨²blicos recurran al chantaje para lograr subidas salariales, dejando desprotegidos a los ciudadanos.
El caos generado revela, adem¨¢s, fallos estrepitosos de los responsables pol¨ªticos. No solo fueron incapaces de atajar un problema que se ven¨ªa gestando desde hac¨ªa tiempo, sino que adem¨¢s reaccionaron con tardanza en cuanto brotaron las primeras llamas el pasado mi¨¦rcoles en la ciudad de C¨®rdoba. Y ahora intentan apagar el incendio a toda prisa, firmando con los ojos cerrados aumentos salariales de hasta el 100%, para desconcierto de otros mal pagados funcionarios.
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Pero mucho m¨¢s grave que los errores circunstanciales de los dirigentes pol¨ªticos es su responsabilidad de fondo en ese resquebrajamiento del orden social. Las escenas de asaltos fren¨¦ticos a comercios y a viviendas, la violencia contra el vecino, evidencian el fracaso de una gesti¨®n pol¨ªtica y la debilidad de un liderazgo simplemente incapaz de estar a la altura del problema.
A todo lo anterior se le pueden poner cifras: una inflaci¨®n del 25% que el Gobierno trata in¨²tilmente de maquillar; escasez de divisas, d¨¦ficit p¨²blico preocupante, ca¨ªda de la inversi¨®n extranjera o en los ¨ªndices de criminalidad. Pero tambi¨¦n tiene manifestaciones intangibles. La polarizaci¨®n, la crispaci¨®n y el resentimiento est¨¢n alimentados por unos gobernantes que desprecian las instituciones, toleran la corrupci¨®n y siembran en una poblaci¨®n cada vez m¨¢s cautiva e insatisfecha mensajes de victimismo, donde la culpa siempre la tiene el otro, ya sea ¡°el comerciante par¨¢sito¡± o ¡°el imperio¡±; donde el rival pol¨ªtico se convierte en enemigo y los errores propios en conspiraciones ajenas.
En este sentido, Argentina comienza a asemejarse a Venezuela (donde, por cierto, los saqueos prenavide?os fueron organizados por el Gobierno y adem¨¢s con r¨¦dito electoral, otra muestra de la preocupante distorsi¨®n de los valores). Dos pa¨ªses con enorme potencial y que se han convertido, sobre todo si se comparan con sus vecinos, en un problema en Am¨¦rica Latina.
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