Estabilidad (y cambios)
Merkel III augura el recambio de la austeridad excesiva por una sobriedad m¨¢s proporcionada
La militancia socialdem¨®crata alemana ha aprobado por aplastante mayor¨ªa el acuerdo de ¡°gran coalici¨®n¡± trabado entre la direcci¨®n del SPD y la democracia cristiana de Angela Merkel, la CDU y su rama b¨¢vara, la CSU. En plazo muy breve, Alemania volver¨¢ a disponer de Gobierno, de nuevo encabezado por Merkel, finalizando as¨ª sin sorpresas una transici¨®n muy pautada desde conductas impecables. El refer¨¦ndum interno del principal partido de la izquierda alemana sucede a las elecciones primarias de sus colegas franceses, en una secuencia de profundizaci¨®n democr¨¢tica que debiera constituirse en ant¨ªdoto de los populismos. Y la responsabilidad democristiana en la b¨²squeda de una mayor¨ªa amplia y estable en las dos C¨¢maras simboliza bien el car¨¢cter envidiablemente democr¨¢tico de la derecha en aquel pa¨ªs.
Para Europa se trata de una noticia, no por esperada menos positiva, al tratarse del principal de sus socios. El Gobierno resultante de la negociaci¨®n exhibe una combinaci¨®n adecuada de estabilidad con cambios. Conviene la estabilidad continental en momentos de sesgo refundacional para la Uni¨®n Europea (UE). El giro social que supone la nueva coalici¨®n supone un cambio efectivo, aunque no radical en el sentido de un vuelco a todas las pol¨ªticas de la anterior alianza democristiana-liberal. Pero promete ser tangible: solo la nueva modulaci¨®n social dar¨¢ mayor margen a otros elementos de pol¨ªtica econ¨®mica, del despliegue de est¨ªmulos ¡ªsiempre selectivos¡ª a la demanda, hasta la mejora de los mecanismos de solidaridad en ciernes (tambi¨¦n en la uni¨®n bancaria), aunque se plasmen escalonadamente y con mucha prudencia.
Editoriales anteriores
Aunque habr¨¢ que fiar un an¨¢lisis m¨¢s conclusivo a la aplicaci¨®n del acuerdo de coalici¨®n, todo indica que la era de la austeridad excesiva toca a su fin. Si se entiende por ella una austeridad permanente, independiente de los ciclos econ¨®micos, expansivos o recesivos; en todas las pol¨ªticas econ¨®micas simult¨¢neamente, sobre todo la presupuestaria y la monetaria; e imperante en todos los pa¨ªses de la Uni¨®n, olvidando sus diferentes coyunturas.
Las correcciones a este barroquismo restrictivo son evidentes: la introducci¨®n (a¨²n por fases) de un salario m¨ªnimo que triplicar¨¢ al espa?ol modifica algunos excesos en los sacrificios exigidos a los trabajadores hace un decenio por el socialdem¨®crata Gerhard Schr?der; la flexibilidad de la edad de jubilaci¨®n en algunos casos contrasta con lo exigido hasta ahora a los pa¨ªses perif¨¦ricos m¨¢s vulnerables. As¨ª que el argumentario en favor del saneamiento de las finanzas p¨²blicas y de la contenci¨®n en el gasto social deber¨¢ tambi¨¦n morigerarse. Probablemente ha muerto la austeridad ilimitada y comienza una etapa de sobriedad m¨¢s equilibrada y proporcional, eso s¨ª, siempre condicionada a la disponibilidad de fondos con que financiar los gastos sociales y las infraestructuras pendientes.
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