No hay tregua entre los Mandela tras la muerte del patriarca
La familia del l¨ªder sudafricano mantiene sus rencillas de poder incluso durante su funeral
Ni duelo ni tregua. Los Mandela vuelven a la gre?a apenas horas despu¨¦s de que el patriarca Nelson Mandela fuera enterrado en el mausoleo del clan, en la peque?a aldea de Qunu, durante un funeral de Estado en el que de nuevo se puso de manifiesto el amor y cari?o no solo de los sudafricanos sino de todo el mundo.
La batalla entre la hija mayor, Makaziwe, y el nieto mayor y actual jefe del clan, Mandla, no respet¨® siquiera el cad¨¢ver del expresidente, fallecido el 5 de diciembre a los 95 a?os. Mientras el mundo celebraba su legado y lloraba su muerte durante los 10 d¨ªas de luto declarados en el pa¨ªs, t¨ªa y sobrino llevaban sus diferencias hasta la casa de Qunu.
Unas cuantas horas antes de que llegaran los 4.500 invitados al funeral de Estado del pasado domingo, Makaziwe ya estaba en la casa familiar y orden¨® cambiar las cerraduras para ¡°limitar¡± el acceso a la propiedad de Mandla, que ha sido el encargado de estar en todos los actos f¨²nebres al lado del cuerpo del abuelo.
Ah¨ª no acaban las trabas para Mandla. Fuentes cercanas a los Mandela explicaron al diario sudafricano Times que tanto Mandla como los invitados que pernoctaron se despertaron el s¨¢bado (24 horas antes de las exequias) sin luz y sin agua y que detr¨¢s de los cortes tambi¨¦n est¨¢ la mano de Makaziwe. De la misma manera, la t¨ªa orden¨® a su sobrino que se llevara de la finca los animales que guarda en ella.
Los agravios se completaron con el veto de Makaziwe a invitar a la familia directa de Mandla, entre ellos su madre y hermana. Mandla es el hijo del heredero de Mandela, muerto hace dos d¨¦cadas y a su vez hermano de Makaziwe, ya que los dos eran hijos de Nelson y de su primera mujer, Evelyn. Finalmente, el mismo d¨ªa del entierro Mandla envi¨® a buscar en un coche a los suyos que no se pod¨ªan creer lo que les estaba pasando, seg¨²n relata el diario.
La batalla abierta entre t¨ªo y sobrino viene de lejos y durante la larga hospitalizaci¨®n del Premio Nobel de la Paz enrojeci¨® y enfureci¨® a los sudafricanos que estaban pendientes de su delicado estado. Pero la familia aire¨® sus trapos sucios ante las c¨¢maras de televisi¨®n y diarios de medio mundo.
Ante el vergonzoso espect¨¢culo, Gra?a Machel, la ahora viuda de Mandela, George Bizos, abogado del expresidente y viejo su amigo, as¨ª como el arzobispo Desmond Tutu intentaron poner un poco de paz pero las nuevas trifulcas parece que sus intermediaciones quedaron en saco roto.
T¨ªo y sobrino se enfrentaron por el lugar donde deb¨ªa ser enterrado Mandela. Mandla, como jefe del clan crey¨® tener derecho a decidir y sin consensuarlo con nadie exhum¨® los cad¨¢veres de tres hijos del expresidente enterrados en Qunu (entre ellos el de su padre) y los llev¨® hasta la vecina Mvezo, donde ¨¦l prev¨¦ construir un complejo tur¨ªstico.
Pero Makaziwe y 16 miembros m¨¢s de la familia llevaron el traslado hasta los juzgados y un juez orden¨® devolver a los tres cuerpos en su sepultura original. Todo delante de la prensa.
Las guerras intestinas de la familia Mandela contrastan con las muestras de cari?o en todo el pa¨ªs hacia el l¨ªder sudafricano. El lunes, horas despu¨¦s de su entierro en Qunu, las autoridades pol¨ªticas del pa¨ªs inauguraron en la sede del Gobierno en Pretoria una escultura de bronce de nueve metros, la m¨¢s grande levantada nunca en su honor, coincidiendo con el D¨ªa de la Reconciliaci¨®n, un festivo instaurado durante sus a?os de presidencia.
Un Mandela sonriente y con los brazos abiertos subraya la voluntad del expresidente de abrazar a todas las razas y sensibilidades de una naci¨®n que ¨¦l quiso llamar del arcoiris. Adem¨¢s, en edificios, plazas y carreteras a¨²n lucen mensajes de recuerdo hacia el hombre que lider¨® el pa¨ªs a una transici¨®n pac¨ªfica y democr¨¢tica, s¨ªmbolo de la paz y la concordia, algo que sus descendientes parecen no haber heredado.
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