Leer hoy a Maquiavelo
No podemos entender al pensador italiano si no nos liberamos de la influencia del maquiavelismo de nuestra propia historia. Su concepci¨®n de la pol¨ªtica, laica y aut¨®noma, marca la transici¨®n a la modernidad
El libro m¨¢s famoso de Maquiavelo, El pr¨ªncipe, fue escrito hace exactamente 500 a?os, y desde entonces ha inspirado a dirigentes pol¨ªticos de todo el mundo. El libro se incluy¨® en el ?ndice de libros prohibidos de 1559 y a su autor le denominaron ¡°El malvado Maquiavelo¡±. La ira no se ha disipado con el tiempo. Pero lo que conviene preguntarse es: ?Por qu¨¦ molestarse hoy en leer a Maquiavelo? ?Por qu¨¦ leer El pr¨ªncipe o Los discursos?Una respuesta f¨¢cil es que Maquiavelo es el fundador de la filosof¨ªa pol¨ªtica moderna. Otra es que es el primer te¨®rico pol¨ªtico de un mundo desencantado en el que el individuo est¨¢ solo, sin Dios, sin m¨¢s motivos ni prop¨®sitos que los que le proporciona su propia subjetividad.
Esto se aproxima tal vez m¨¢s a nuestras preocupaciones en el mundo actual. Lo m¨¢s relevante para nosotros en el pensamiento de Maquiavelo es no solo su nueva ciencia del arte de gobernar, sino lo que podr¨ªamos llamar el ¡°Maquiavelo antimaquiav¨¦lico¡±. Precisamente ah¨ª es donde deber¨ªa comenzar una lectura no maquiav¨¦lica de Maquiavelo. Maquiavelo no era maquiav¨¦lico, y los maquiav¨¦licos no son lectores intensos ni perspicaces de Maquiavelo. Por supuesto, es dif¨ªcil no juzgar su figura a trav¨¦s de la obra de una larga l¨ªnea de comentaristas o atribuirle las teor¨ªas a las que se ha recurrido posteriormente para explicar su pensamiento. Es esencial descubrir en qu¨¦ consiste exactamente su genio y en?qu¨¦ se asemeja su actitud a la nuestra en relaci¨®n con nuestras pasiones pol¨ªticas. Maquiavelo es nuestro, sin duda. Sus palabras no pasan de largo, ni proceden de otra ¨¦poca y otra cultura. Nos desaf¨ªa desde nuestro propio mundo, y ese reto que plantea es total.
En realidad, lo que pone de relieve el an¨¢lisis de Maquiavelo es la condici¨®n pol¨ªtica en s¨ª misma. Si los seres humanos dejaran de ignorar el papel de la Fortuna en sus asuntos y reconocieran sus limitaciones a la hora de establecer instituciones pol¨ªticas y blindarse contra los caprichos del tiempo y el azar, podr¨ªan entrar en la vida pol¨ªtica animados por un esp¨ªritu c¨ªvico. La pol¨ªtica se orienta hacia la acci¨®n, y, para que la acci¨®n sea posible, los hombres deben desempe?ar su papel. Es posible empezar de nuevo siempre que los seres humanos act¨²en unidos y en pol¨ªtica, y esa es la convicci¨®n m¨¢s profunda de Maquiavelo.
El pensamiento pol¨ªtico se se emancipa con ¨¦l de la autoridad religiosa y la idea medieval del hombre
Evidentemente, la pol¨ªtica as¨ª concebida est¨¢ sujeta a todas las ambig¨¹edades de la acci¨®n pol¨ªtica. Hoy, en una ¨¦poca en la que las ideolog¨ªas est¨¢n desacreditadas y la globalizaci¨®n ha provocado el deshielo de sistemas pol¨ªticos anquilosados, muchos consideran que la acci¨®n pol¨ªtica es una carga desagradable. Otros, a trav¨¦s de ella, tratan de inculcar en los ciudadanos un sentido un¨ªvoco y monol¨ªtico del bien p¨²blico. Por eso ¡°lo p¨²blico¡± est¨¢ en constante peligro de ser aplastado por los enemigos de la libertad o por los ciudadanos que se olvidan de sus responsabilidades. La primera posibilidad es el destino pol¨ªtico de los fundamentalismos religiosos, y la segunda, se puede ejemplificar en la experiencia occidental de la pol¨ªtica ¡°irresponsable¡±, desarrollada con arreglo a una definici¨®n cada vez m¨¢s privada y materialista de la b¨²squeda de la felicidad.
Lo que distingue a Maquiavelo de los pol¨ªticos de nuestro tiempo es que no se presenta al frente de un partido que representa a una clase o una raza universal ni en nombre de la humanidad. Para ¨¦l, no existen criterios por encima de la pol¨ªtica. En otras palabras, el pensamiento pol¨ªtico de Maquiavelo, en principio, es hostil a las declaraciones partidistas, que enga?an a cualquier pol¨ªtico o ciudadano que se las tome en serio. Maquiavelo considera que el dato fundamental no est¨¢ en la pregunta ¡°?Qui¨¦n gobierna?¡±, sino en ¡°?C¨®mo gobierna?¡±. Cuando un gobernante funda un r¨¦gimen totalmente nuevo a mayor gloria de s¨ª mismo, de paso cree que as¨ª prevalecen ¡°la verdadera forma de vida y la aut¨¦ntica calma de una ciudad¡±.
El argumento de Maquiavelo es que las cosas humanas se mueven y, por tanto, los asuntos humanos sufren altibajos. No se puede evitar el cambio, pero los hombres deben dedicar su talento pol¨ªtico a mantenerse seguros dentro de ¨¦l. Sin embargo, a?ade Maquiavelo, ¡°los hombres no pueden estar seguros sin el poder¡±. Por eso sugiere una expansi¨®n del poder humano.
En vez de usar el modelo de los seis gobiernos cl¨¢sicos para referirse al ciclo inevitable de bien y mal en la pol¨ªtica, Maquiavelo pide una ¡°rep¨²blica perpetua¡± como condici¨®n para el progreso de toda la humanidad. Al decir ¡°rep¨²blica perpetua¡±, se refiere a la expansi¨®n del poder de actuar. Como la naturaleza otorga a los hombres el conocimiento, pero no la facultad de actuar, los hombres deben actuar por su cuenta, sin esperar la ayuda ni de Dios ni de la naturaleza. Dios y la naturaleza no ayudan a los hombres a ejercer el poder, por lo que no existe ninguna ley natural ni ning¨²n derecho natural que sean el fundamento de la pol¨ªtica. En otras palabras, la doctrina moderna de la soberan¨ªa comienza cuando Maquiavelo se apropia del poder que antes los hombres ejerc¨ªan, en teor¨ªa, para cumplir la voluntad de Dios.
Su convicci¨®n era que, para empezar de nuevo, los hombres deben actuar unidos y en pol¨ªtica
El Estado, pues, debe ser el dominio de la estabilidad en la ca¨®tica esfera de los cambios naturales y las pasiones humanas. Por eso, a diferencia de los cl¨¢sicos, Maquiavelo cree que la pol¨ªtica es una entidad artificial creada por el talento humano. Para comprender este punto, hay que recordar que la teor¨ªa pol¨ªtica de Maquiavelo se presenta como una teor¨ªa ¡°laica¡± y mundana, y su aplicaci¨®n pr¨¢ctica, adem¨¢s, entra?a una nueva dimensi¨®n ontol¨®gica. Esa nueva ontolog¨ªa pol¨ªtica inaugurada por Maquiavelo, por tanto, se puede considerar un momento de transici¨®n hacia la modernidad.
Al reflexionar sobre el establecimiento de lo pol¨ªtico desde el horizonte final, Maquiavelo busca la forma de superar los dos l¨ªmites te¨®ricos fundamentales de la l¨®gica de lo teol¨®gico y lo pol¨ªtico: la falta de una teor¨ªa de lo pol¨ªtico y que no se basa en una historia de hechos ocurridos. Maquiavelo vuelve a los paganos, m¨¢s all¨¢ de lo ontoteol¨®gico, para hallar una manera de concebir la historia en funci¨®n de una teor¨ªa pol¨ªtica de los acontecimientos, en la que dichos acontecimientos se vean como el encuentro entre lo pol¨ªtico y el movimiento real de la sociedad.
No es ninguna exageraci¨®n decir que, con Maquiavelo, el pensamiento pol¨ªtico europeo alcanza en ciertos aspectos una extraordinaria emancipaci¨®n de la autoridad religiosa y la concepci¨®n medieval del hombre. Ahora bien, para liberar su mundo de la tiran¨ªa del pasado y del dominio de los textos medievales, Maquiavelo acude al mundo antiguo. M¨¢s a¨²n, que Maquiavelo consulte a los cl¨¢sicos no solo representa una gran aventura intelectual, sino tambi¨¦n una forma de igualar tal vez los logros pol¨ªticos y las haza?as filos¨®ficas de los tiempos antiguos.
Estas ideas sobre el mundo cl¨¢sico y el proceso hist¨®rico son el trasfondo filos¨®fico que da aut¨¦ntica originalidad a la obra de Maquiavelo. En vista de ellos y de las conclusiones a las que llega Maquiavelo, resulta todav¨ªa m¨¢s extraordinario que la lectura de sus escritos nos pueda ayudar a comprender la idea maquiav¨¦lica de ¡°entrar en pol¨ªtica¡± como forma de dejar atr¨¢s nuestro maquiavelismo. No podemos entender el verdadero car¨¢cter del pensamiento de Maquiavelo si no nos liberamos de la influencia del maquiavelismo en nuestra propia historia. Para hacer justicia hoy a Maquiavelo y entender mejor sus opiniones, debemos considerarle mucho m¨¢s que un pensador sobre la raz¨®n de Estado. Si lo hacemos, veremos que su interpretaci¨®n de la pol¨ªtica y su insistencia en que es aut¨®noma forman la aportaci¨®n m¨¢s original a la historia de las ideas pol¨ªticas.
Ramin Jahanbegloo, fil¨®sofo iran¨ª, es catedr¨¢tico de Ciencias Pol¨ªticas en la Universidad de Toronto.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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