Europa est¨¢ aprendiendo
El cambio de orientaci¨®n de la UE en su pol¨ªtica puede ser muy positiva. No se trata de alejarse de la disciplina fiscal, pero s¨ª conviene avanzar a la hora de favorecer a cada pa¨ªs para que afronte reformas estructurales
Desde hace unos a?os, me siento como si, intelectualmente, viviera en los Alpes. El motivo es que, tanto en los debates europeos como en el Consejo Europeo, me toca actuar con frecuencia como una especie de traductor de las virtudes de la disciplina a las lenguas mediterr¨¢neas, por un lado, y, por otro, he hecho de int¨¦rprete para trasladar las dificultades que siente la Europa del sur a los pa¨ªses del norte.
Es esencial para el futuro de Europa que se ponga en marcha un proceso de mutuo aprendizaje. El sur, a medida que vaya asumiendo las ventajas de la econom¨ªa social de mercado, debe mostrar m¨¢s empe?o en lograr implantar la disciplina fiscal y las reformas estructurales. Por su parte, el norte, en particular Alemania, debe tener en cuenta que, por m¨¢s esfuerzos que hagan los pa¨ªses del sur, tendr¨¢n escasas probabilidades de generar mejoras sostenibles mientras el marco pol¨ªtico de Europa no facilite m¨¢s el crecimiento.
Cuando, en mayo de 2013, la UE reconoci¨® que Italia, despu¨¦s de dos a?os de pol¨ªtica fiscal muy estricta, ya no necesitaba estar sometida al llamado ¡°procedimiento de d¨¦ficit excesivo¡± de la Uni¨®n, los italianos lo vivieron casi como si fueran a salir de la c¨¢rcel, como una libertad reci¨¦n descubierta. No es as¨ª, ni mucho menos, aunque no cabe duda de que la nueva situaci¨®n contribuye a que se produzca una reducci¨®n de los tipos de inter¨¦s y, por tanto, tiene un efecto favorable en el propio presupuesto.
Algunos incluso pensaron que la decisi¨®n de la Uni¨®n Europea era una forma de reconocer que antes hab¨ªa sido demasiado taca?a. Otros pasaron de un salto de celebrar el reconocimiento obtenido por Italia a hablar de nuevas formas de gastar el dinero, como si de golpe hubieran desaparecido las restricciones normales a las que est¨¢ sujeto el presupuesto, que intentan preservar la estabilidad y proteger a las futuras generaciones.
Los pa¨ªses del sur deben hacerse
a la idea de que el control
presupuestario compensa
En realidad, para que los pa¨ªses del sur de Europa alcancen una situaci¨®n presupuestaria estable y sostenible ser¨¢n necesarios m¨¢s ajustes culturales. En concreto, la poblaci¨®n debe hacerse a la idea, acertada pero nada f¨¢cil de asumir, de que la disciplina presupuestaria compensa. Creo que es fundamental, en el dise?o de las pr¨®ximas pol¨ªticas, convencer a la gente de que la disciplina fiscal no es un tributo que se paga a los dioses residentes en las regiones septentrionales de Europa. No es m¨¢s que un buen h¨¢bito de conducta econ¨®mica.
Ahora bien, el norte de Europa tambi¨¦n tiene que ceder algo. En concreto, debe mostrar una comprensi¨®n m¨¢s profunda del papel de las inversiones en la actividad econ¨®mica. El Tratado de Maastricht no distingu¨ªa suficientemente entre gasto p¨²blico para el consumo y gasto p¨²blico para la inversi¨®n. Como consecuencia, desde que se introdujo el Pacto de Estabilidad, a finales de los noventa, muchos pa¨ªses europeos han adquirido disciplina presupuestaria a base de unos recortes desproporcionados de las inversiones p¨²blicas, que suelen ser menos dolorosos, desde el punto de vista pol¨ªtico ¡ªaunque m¨¢s nocivos para el futuro econ¨®mico y social de un pa¨ªs¡ª, que los recortes en el gasto p¨²blico ordinario.
Por supuesto, no es nada f¨¢cil distinguir entre los diferentes tipos de inversiones p¨²blicas, entre las inversiones productivas o las seudoinversiones (como cuando un Gobierno transfiere dinero a empresas de propiedad estatal para cubrir sus p¨¦rdidas).
Es necesario hacer un trabajo serio y riguroso sobre las definiciones y los criterios de medici¨®n, y siempre quedar¨¢ cierto margen de apreciaci¨®n. Sin embargo, estas no son justificaciones suficientes para suponer que todas las inversiones del sector p¨²blico son esencialmente similares al consumo, ni que carecen por completo de todo m¨¦rito econ¨®mico y prop¨®sito productivo. Pero eso es exactamente lo que se hace cuando se interpreta el Pacto al pie de la letra.
Ahora que el sur est¨¢, por fin, aproxim¨¢ndose a los conceptos econ¨®micos y fiscales de Europa central y del norte, es estimulante observar que la Comisi¨®n Europea y el Consejo Europeo ¡ªen sus respectivas contribuciones al dise?o de las pol¨ªticas y pr¨¢cticas de la UE¡ª y tal vez detr¨¢s de ellos, hasta cierto punto, la propia Alemania, parecen estar volvi¨¦ndose menos reacios, con toda cautela, a ejercer cierto grado de flexibilidad medida, modesta, controlada y supervisada, para facilitar una aplicaci¨®n m¨¢s racional ¡ªen absoluto m¨¢s indulgente¡ª del Pacto. Por ejemplo, hace un par de a?os se decidi¨® que a los pa¨ªses que no se encuentren en una situaci¨®n de d¨¦ficit excesivo se les conceda cierta flexibilidad limitada en las inversiones del sector p¨²blico.
?Y qu¨¦ ocurre con las reformas estructurales? Son m¨¢s los pa¨ªses que han conseguido ajustar sus presupuestos que los que han logrado sacar adelante el arduo empe?o de unos cambios estructurales de fondo, a pesar de que se sabe que este ¨²ltimo es una gran prioridad, sobre todo porque somos conscientes de que lo m¨¢s importante es la competitividad.
Es importante que el norte comprenda el papel de las inversiones en la actividad econ¨®mica
?Por qu¨¦, entonces, hay mejores resultados en materia de disciplina fiscal que en las reformas estructurales? He llegado a la conclusi¨®n de que son dos los motivos. El primero es la pretensi¨®n de enfrentar a los Gobiernos contra los grupos de intereses.
La tarea de gobernar es m¨¢s dif¨ªcil cuando las medidas de reforma repercuten de manera directa en los intereses de grupos organizados, empresas, profesionales o empleados del sector p¨²blico. Esas medidas pueden, por ejemplo, suponer m¨¢s competencia en un mercado concreto, y por tanto eliminan las c¨®modas rentas que se obten¨ªan en determinados sectores. En cambio, los efectos de medidas presupuestarias como la subida de impuestos son m¨¢s difusos.
El segundo factor es que Europa proporciona menos ayuda en el aspecto que, en definitiva, es m¨¢s importante: las reformas estructurales. En la uni¨®n monetaria europea, la atenci¨®n ha estado centrada sobre todo en la disciplina fiscal. Por eso ha habido limitaciones, supervisi¨®n y sanciones m¨¢s fuertes en relaci¨®n con esa parte del trabajo de los Gobiernos de los Estados miembros.
A la hora de la verdad, la raz¨®n de que se act¨²e as¨ª es muy sencilla: si hay m¨¢s oposici¨®n interna a las reformas estructurales, y Europa presiona menos en este sentido que en el relaci¨®n con la consolidaci¨®n presupuestaria, lo m¨¢s probable es que en las reformas estructurales haya menos avances.
Por eso me satisface ver el reciente cambio de orientaci¨®n en la pol¨ªtica de la UE, no para alejarse de la disciplina fiscal, sino para avanzar hacia un mayor ¨¦nfasis en las recomendaciones espec¨ªficas para cada pa¨ªs a prop¨®sito de las reformas estructurales. Cuando yo era miembro del Consejo Europeo, defend¨ª que la mejor forma de progresar era fraguar acuerdos contractuales entre la Comisi¨®n Europea y cada pa¨ªs involucrado en relaci¨®n con reformas concretas. Es una forma de reforzar la influencia de la UE en los Gobiernos y el poder de cada Gobierno frente a los grupos organizados en su pa¨ªs, todo ello con el objetivo de llevar a cabo las reformas estructurales.
Dichos acuerdos, unidos a varios mecanismos complementarios que faciliten la financiaci¨®n de las reformas en los pa¨ªses que todav¨ªa soportan primas muy elevadas pero est¨¢n poniendo en pr¨¢ctica las pol¨ªticas recomendadas por la UE, pueden ayudar a llevar a Europa por una v¨ªa de m¨¢s reformas que favorezcan el crecimiento y el empleo.
Mario Monti fue primer ministro de Italia y es presidente del Council for the Future of Europe del Berggruen Institute on Governance.
@ The Globalist.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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