Contador y las salchichas
Oleg Tinkov, hijo de un minero de siberia, se hizo millonario a base de vender cervezas y salchichas gigantes Ha triunfado en el negocio de las tarjetas de cr¨¦dito y ahora se ha hecho con un equipo ciclista Su objetivo: ganar el Tour
Pocas veces se le ha visto tan maravillado a Vladimir Karpets, un gigante de ciclista, como en aquella salida del Tour de 2005 donde habl¨® por primera vez con Oleg Tinkov. ¡°Salchichas de un metro¡±, dec¨ªa el corredor ruso, alargando los brazos como un pescador exagerado, ¡°y cervezas de un litro. As¨ª son sus restaurantes. Ese es su negocio. Se ha hecho millonario y quiere crear un equipo ciclista¡±. Y lo dec¨ªa tan entusiasmado Karpets que costaba trabajo no creer que se hab¨ªa vuelto loco. ?C¨®mo pod¨ªa pensarse que uno pod¨ªa hacerse millonario, incluso en Rusia, la tierra de los grandes negocios, con un restaurante de cervezas y salchichas?
Aparte del nivel magn¨ªfico de los coches aparcados en su puerta (Mercedes amarillos deportivos, todoterrenos BMW y as¨ª) y del arco de detecci¨®n de metales en el vest¨ªbulo, el restaurante Tinkoff (con dos efes, una forma de darle falsa raigambre aristocr¨¢tica a su apellido: Oleg Tinkov no es de origen aristocr¨¢tico, sino el hijo de un minero de Siberia), en una bocacalle de la Perspectiva Nevski de San Petersburgo, no ofrec¨ªa muchas m¨¢s pistas para poderlo considerar la mina de oro de la que hablaba Karpets. Mucho cristal y mucho acero, muchos monitores sintonizados en un canal que ofrec¨ªa permanentes desfiles de modas y la maquinaria de una f¨¢brica de cerveza a pleno rendimiento claramente visible detr¨¢s de un muro de grueso vidrio que la separaba de la barra del local. Un sitio de nuevos ricos al gusto de la nueva Rusia, de sus nuevos hombres de negocios, del nuevo capitalismo germinado 15 a?os antes en la perestroika. Y poco m¨¢s. Su posible relaci¨®n con el ciclismo en busca de una simbiosis que hiciera m¨¢s poderosos a ambos, a Tinkov y al deporte, parec¨ªa totalmente inexistente. Y sin embargo exist¨ªa.
El ¡®ricach¨®n¡¯ de Siberia ha dado el paso de su vida con el Tinkoff-Saxo
Un a?o m¨¢s tarde, en 2006, la tercera divisi¨®n del ciclismo mundial contaba entre sus docenas de componentes con un nuevo equipo ruso llamado Restaurantes Tinkoff. Una docena de corredores, todos j¨®venes rusos salidos de la cantera del Lokomotiv, un grupo cuyo centro de entrenamiento o de clausura est¨¢ ubicado en Tortosa (Tarragona). Todos salvo uno, el propio Oleg Tinkov, que ya ten¨ªa 38 a?os por entonces y que no resisti¨® la tentaci¨®n de sacar una licencia, vestirse de corto y posar para las fotos con el resto de los ciclistas. Fue un equipo pobre, muy alejado de las ilusiones millonarias que transmiti¨® el emocionado Karpets, pero, como se comprob¨® un a?o m¨¢s tarde, de una pobreza enga?osa. En 2007, ya en segunda divisi¨®n y afiliado a la federaci¨®n italiana, se presenta al mundo el Tinkoff Credit Systems. El due?o es el mismo, Oleg Tinkov, que s¨ª, que ya parece que es millonario, pero el negocio que le enriquece no es ya su cadena de restaurantes, sino algo bastante m¨¢s pomposo y aparentemente impresionante. El millonario Tinkov, en efecto, ha pasado de la burgues¨ªa mercantil (ha vendido su marca de cervezas a una multinacional belga) a la financiera, que proporciona m¨¢s cach¨¦ y genera m¨¢s necesidades, aunque como en el caso de las cervezas de litro y las salchichas de metro, tambi¨¦n en las finanzas la buena marcha del negocio la determina el dominio de los mecanismos de la compra-venta. Tinkoff Credit Systems, seg¨²n fuentes de la propia empresa, se ha convertido en el principal proveedor privado de tarjetas de cr¨¦dito en el mercado ruso y, nunca t¨ªmido a la hora de vender sus productos, el propio Tinkov aparece incluso en las vallas publicitarias de su compa?¨ªa.
Dos a?os despu¨¦s de lanzar el Tinkoff Credit Systems, Tinkov vendi¨® el equipo a otro magnate ruso, el exciclista Igor Makarov, del ramo del petr¨®leo y el gas natural, y lo transform¨® en el actual Katusha, uno de los mejores equipos del mundo y cuyo l¨ªder es el espa?ol Purito Rodr¨ªguez. Igual que hay millonarios rusos, y muchos, que se compran equipos de f¨²tbol como quien se compra un reloj o unos zapatos, los hay que prefieren equipos ciclistas, que son m¨¢s baratos y tambi¨¦n ofrecen grandes oportunidades de relevancia social mundial, que es lo que parecen buscar, una vida p¨²blica conocida y envidiable.
Y no solo rusos son los millonarios que le han encontrado al ciclismo un glamour que a muchos otros les hab¨ªa pasado inadvertido durante a?os. Durante el pasado Tour, las etapas corsas las segu¨ªa en sus yates el magnate Makarov, de Ajaccio a Bastia y a Calvi, y de vez en cuando se vest¨ªa de ciclista y, usando de mayordomos a los directores t¨¦cnicos de su equipo, se daba paseos de cicloturista. Unos paseos en los que pod¨ªa cruzarse con otros millonarios, como el propio Tinkov, que hab¨ªa vuelto al ciclismo como segundo patrocinador del equipo de Contador, el Saxo, con Andy Rihs, el millonario suizo que posee el equipo BMC; el financiero checo Zdenek Bakala, due?o del equipo belga Omega, o con algunos de los enigm¨¢ticos kazajos amigos de Vinok¨²rov, el campe¨®n ol¨ªmpico de Londres, que financian el equipo Astana.
Como un puesto de esp¨®nsor secundario no parec¨ªa satisfacer las necesidades del ego voluble y volc¨¢nico de Tinkov, ni su necesidad de intervenir en la toma de decisiones de todo tipo, este oto?o, el millonario de Siberia ha dado el paso decisivo de su carrera en el ciclismo. Le ha comprado a su anterior propietario, Bjarne Riis, el equipo cuya figura es Alberto Contador, el llamado Saxo-Tinkoff, que en 2014 se llamar¨¢ Tinkoff-Saxo, a cambio de seis millones de euros y un sueldo de un mill¨®n anual a Riis, que seguir¨¢ de manager al menos tres a?os m¨¢s.
Tinkov ya tiene equipo grande, ya tiene grandes corredores a la altura de sus ambiciones, ya ha llegado al m¨¢ximo nivel de glamour que el ciclismo le puede ofrecer. Solo le falta la victoria que su mente de hombre de negocios que no admite perder necesita. Y a Contador, el hombre que deber¨¢ llevarle el Tour a su nuevo patr¨®n, solo le faltar¨¢ almacenar paciencia para aguantar las seguras intromisiones en sus resultados y en su preparaci¨®n de un hombre que en asuntos de ciclismo nunca supo estar con la boca cerrada (m¨¢s que para hacer negocios).
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