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?ngel Llorente emigr¨® a Alemania en la d¨¦cada de los sesenta para trabajar en una f¨¢brica Marina Moreno, ingeniera de 27 a?os, tambi¨¦n tuvo que abandonar Espa?a el a?o pasado
"Si llego a saber que iba a estar 15 a?os, iba a casarme y a tener una hija... ?Me tiro del tren en Ir¨²n!". ?ngel Llorente, segoviano de 72 a?os, suelta una carcajada. Se emociona al recordar c¨®mo fue su vida hace m¨¢s de 50 a?os y no para de contar historias que le llevan de nuevo al fr¨ªo clima de las calles de N¨²remberg (Alemania). Llorente fue uno de los dos millones de emigrantes espa?oles de la d¨¦cada de los sesenta. Sali¨® de la vieja estaci¨®n del Norte de Madrid (Pr¨ªncipe P¨ªo) un jueves por la noche y tard¨® casi dos d¨ªas en llegar a su destino.
Sonriente, charlat¨¢n y muy elegante, saluda a Marina Moreno, una ingeniera de 27 a?os que tambi¨¦n conoce las tierras germanas. Esta joven sevillana estuvo ocho meses, de mayo de 2012 a enero de 2013, en G?rlitz, una peque?a ciudad situada a 200 kil¨®metros al sur de Berl¨ªn. Moreno trabaj¨® de becaria en una subcontrata de la empresa de construciones ferroviar¨ªas Bombardier. Consigui¨® un contrato de trabajo, algo que en Espa?a le resultaba "imposible". Ellos son las caras de dos generaciones que tuvieron que salir de Espa?a empujados por la situaci¨®n del pa¨ªs.
"?Hab¨ªa muchos espa?oles?", le pregunta Llorente. "Cuando yo estuve, ¨¦ramos miles y no nos arrim¨¢bamos a ning¨²n alem¨¢n", comenta, divertido. Moreno asiente con la cabeza y sonr¨ªe, con los ojos achinados y un vestido de gasa negro ce?ido a su menudo cuerpo. "No ¨¦ramos muchos, pero los pocos que est¨¢bamos hac¨ªamos pi?a. Los alemanes son muy secos y fr¨ªos", explica la sevillana. "En mi ¨¦poca", indica Llorente, presidente de la Asociaci¨®n de Emigrantes Retornados (APOYAR), "nadie iba para quedarse, la mayor¨ªa se iba para hacer dinero, con el cambio de divisa se ahorraba mucho".
Encontrar parecidos entre ambas emirgaciones es "muy complicado", seg¨²n Carmen Gonz¨¢lez, investigadora del Real Instituto Elcano. "En los sesenta, se fueron cerca de dos millones de personas, todos espa?oles, con baja cualificaci¨®n e iban a trabajar en el mundo de la industria y la construcci¨®n. Hoy es diferente. Los j¨®venes est¨¢n preparados y no se ha ido tanta gente", indica Gonz¨¢lez. Sin embargo, Moreno y Llorente aseguran sentirse "muy identificados" al cruzar an¨¦cdotas de sus vidas en Alemania.
En los a?os sesenta, Espa?a era una hecatombe, casi como ahora
?ngel Llorente, emigrante
"Llor¨¦ lo inimaginable cuando tuve que coger el avi¨®n", comenta Moreno. A su derecha, Llorente la mira con los ojos muy brillantes: "Mi compa?ero de habitaci¨®n en N¨²remberg no pudo aguantar. El contrato inicial con el que sal¨ªamos era de un a?o. ?l estuvo 10 meses, dec¨ªa que echaba de menos a su mujer. Se volvi¨® para comer pan con manteca en Sevilla, porque en Espa?a entonces no hab¨ªa para m¨¢s". Desde APOYAR aseguran que casi un 30% de los que emigraron entonces no han regresado, aunque explican que dar con las cifras exactas es muy dif¨ªcil.
Charlan sentados en una terraza discreta y elegante en la estaci¨®n de Atocha, en el restaurante Samarkanda, a sus espaldas aparecen las palmeras del jard¨ªn tropical. Los recuerdos duros son los primeros que les vienen a la mente, pero ambos coinciden en que los alemanes tienen algo muy importante: una cerveza exquisita. Se r¨ªen t¨ªmidamente al darse cuenta de que coinciden en casi todo.
Para ambos fue muy duro tener que abandonar Espa?a. "Lo peor, sin duda, el idioma", asegura Llorente. Ella est¨¢ de acuerdo. Ninguno de los dos sab¨ªa nada de alem¨¢n cuando hicieron las maletas y hoy confiensan que no podr¨ªan mantener una conversaci¨®n en este idioma. Sus historias est¨¢n separadas por m¨¢s de 45 a?os. Ambas retratan un pa¨ªs destrozado. "Espa?a en los a?os sesenta era una hecatombe", explica Llorente, "casi como ahora".
Moreno afirma sentirse afortunada por haber conseguido un empleo en Espa?a. Regres¨® de Alemania en enero de 2013 porque encontr¨® trabajo en la empresa que "siempre hab¨ªa querido", en ITP (Industria de Turbo Propulsores), y se volvi¨® sin pens¨¢rselo. "En la entrevista me dijeron que aqu¨ª nunca voy a cobrar lo que me pagaban all¨ª", asegura, "pero no me importa".
"En aquella ¨¦poca sal¨ªan miles y miles de expediciones de todos los puntos del pa¨ªs cada semana. ?Aqu¨ª no se ganaba ni para zapatillas!", Llorente eleva el tono de voz. A ambos les cost¨® estar lejos de la familia. "Menos mal que ahora con Internet no perdemos el contacto", dice Moreno. Antes de que termine de hablar, su acompa?ante le corta. Se r¨ªe a carcajadas y toma aire. "Antes casi no hab¨ªa ni tel¨¦fonos. Yo ten¨ªa que llamar a mi vecino y decirle que avisara a mi padre de la hora a la que iba a llamarle".
La aventura alemana de Llorente dur¨® 15 a?os, en los que trabaj¨® siempre como pe¨®n en la f¨¢brica MAN, empresa del sector del transporte. Se "enamor¨® de una cordobesa", a los dos a?os de novios se casaron y despu¨¦s tuvieron una ni?a "preciosa". Cuando cumpli¨® seis a?os, regresaron a Espa?a, en concreto a Madrid. Al preguntarles si volver¨ªan a repetir, los dos emigrantes lo tienen claro: "Nunca, si no fuera por extrema necesidad".
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