Dentro y fuera
Los excarcelados recientes de ETA asumen el cese de la violencia reconocido por los presos
Varias decenas de expresos de ETA recientemente excarcelados, en su mayor¨ªa como consecuencia de la sentencia de Estrasburgo sobre la doctrina Parot, comparecieron ayer en un acto celebrado en Durango para mostrar su adhesi¨®n al escrito del colectivo de presos de ETA (EPPK) difundido la semana pasada con las conclusiones del debate mantenido ¨²ltimamente por los reclusos. La m¨¢s relevante es su apoyo a la decisi¨®n de cese de la actividad armada tomada por la c¨²pula de la banda en octubre de 2011.
Esa adhesi¨®n tiene el inter¨¦s de que algunos de los excarcelados recientes manten¨ªan posiciones opuestas al abandono de las armas. Ahora muestran su conformidad con las decisiones adoptadas por el colectivo y su compromiso con el nuevo ¡°escenario pol¨ªtico¡± una vez ¡°finalizado el ciclo armado¡±. Tambi¨¦n es significativo que este doble pronunciamiento de los que est¨¢n presos y de excarcelados recientes sustituya, de hecho, al debate anunciado en su d¨ªa por la direcci¨®n para ratificar la decisi¨®n de cese de la violencia, del que no se ha vuelto a saber. Pero no deja de ser un reflejo fiel de una organizaci¨®n que se encuentra b¨¢sicamente en las c¨¢rceles.
El escrito le¨ªdo en Durango insiste, como el del d¨ªa 28, en reclamar reformas en la pol¨ªtica penitenciaria, empezando por el fin de la dispersi¨®n, que parece ser su prioridad actual. El Gobierno ha reiterado que no habr¨¢ cambio alguno mientras no se produzca la disoluci¨®n de la banda. Lo que equivale a decir que los habr¨¢ si se disuelve. Pero esto es justamente lo que m¨¢s se echa en falta en los dos comunicados. En ning¨²n momento exigen a su direcci¨®n dar ese paso; y tampoco hay una expresi¨®n clara de arrepentimiento. Ambas cosas ser¨ªan necesarias para que la opini¨®n p¨²blica aceptara una modificaci¨®n de la legislaci¨®n, endurecida en 2003, para acceder a medidas de reinserci¨®n.
Editoriales anteriores
El tono autojustificativo y el respeto a algunos l¨ªmites marcados el verano pasado por un grupo de 20 exdirigentes presos encabezado por Mikel Antza, a trav¨¦s de una circular (renuncia a la v¨ªa armada sin renegar de ella), no impide reconocer un deslizamiento hacia un mayor realismo. Solo a medias se admite la prohibici¨®n de ¡°salidas personales¡± y, sobre todo, desaparece la idea de una negociaci¨®n de ETA con Espa?a y Francia sobre las ¡°consecuencias del conflicto¡± (amnist¨ªa y retirada de las fuerzas de seguridad a cambio de entrega de las armas), a la que seguir¨ªa otra sobre sus ¡°causas¡±. Seguramente los pol¨ªticos de Sortu han influido en ese giro, pero antes han tenido que girar ellos a la vista de las nulas posibilidades de tal negociaci¨®n.
La petici¨®n planteada por un sector de las v¨ªctimas de prohibir el acto fue desestimada por el juez Santiago Pedraz, de la Audiencia Nacional, argumentando que no hay en la convocatoria indicios de delito de enaltecimiento del terrorismo. A posteriori, el contenido del acto merece cr¨ªticas, pero es absurdo considerar delictivo adherirse a una declaraci¨®n que avala la renuncia a la violencia por parte de ETA.
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