Unas gafas inquietantes
Igual que el m¨®vil, las Google Glass inducir¨¢n cambios en los comportamientos
Imagine que pasea relajado por la calle, con las manos en los bolsillos, y efect¨²a las siguientes acciones: ¡°mirar¡± hacia un letrero escrito en otro idioma; ¡°articular¡± de viva voz la palabra traducir; ¡°ver¡± el texto traducido insertado en el propio letrero; ¡°gesticular¡± con la cabeza para ver el correo que acaba de llegar. Bienvenidos a un posible escenario con Google Glass. Corriendo o saltando, se podr¨¢ acceder a Internet, a la lista de la compra o asomarse a las redes sociales. Y como no pod¨ªa ser de otra forma, su utilizaci¨®n en el ¨¢mbito laboral promete una mayor productividad para el individuo y las organizaciones. Se espera para este a?o el lanzamiento del producto al mercado. No se trata de un artilugio m¨¢s, sino de algo con capacidad para definir un antes y un despu¨¦s, el catalizador de una metamorfosis de comportamiento en los ¨¢mbitos comercial, industrial y social. Google lo sabe y por eso se est¨¢ tomando su tiempo para tenerlo todo a punto.
Las glass tienen la apariencia de una montura b¨¢sica inofensiva (con o sin cristales), pero esconden un buen n¨²mero de dispositivos en su interior: c¨¢mara, pantalla miniaturizada, micr¨®fono, auricular y conexi¨®n inal¨¢mbrica Wifi?/?Bluetooth. Adem¨¢s, disponen de aceler¨®metro, gir¨®scopo y br¨²jula, entre otras particularidades. Un factor clave que las distingue de los ¡°meros accesorios externos¡±, como smartphones y tabletas, es que quedan pr¨¢cticamente integradas en el usuario y le dota de ciertas facultades singulares: integran los datos de la pantalla en su propio campo visual, vea lo que vea, vaya donde vaya; su c¨¢mara lo acompa?a siempre, enfocando a todos los sitios donde mire (con limitaciones legales); le permiten tener las manos libres; disponen de reconocimiento de voz para activar ¨®rdenes y consultas; tienen un sensor de audio por transmisi¨®n ¨®sea; puede controlar el cursor de la pantalla con un gesto (o si lo prefiere, deslizar el dedo por la varilla sensible).
Durante 2013, Google ha distribuido miles de unidades en su versi¨®n preliminar a usuarios cualificados, para que desarrollen las aplicaciones (apps) y aporten sugerencias, antes de concluir la versi¨®n definitiva. La compa?¨ªa americana sabe que es esencial que nazcan con un nutrido ecosistema de apps. Sin ellas, las gafas no servir¨ªan para nada. Tambi¨¦n se trabaja para integrarlas en otras gafas convencionales, cascos, gorras, etc¨¦tera.
La compa?¨ªa americana sabe que es esencial que las nuevas gafas nazcan con un nutrido ecosistema de apps
Pero este tsunami digital que se nos viene encima tambi¨¦n genera inquietudes: ?cu¨¢les ser¨¢n sus inconvenientes?, ?qu¨¦ costes tendr¨¢n (tangibles e intangibles)? Exploremos algunas posibilidades. Puede que cuando estemos hablando con alguien no sepamos si nos presta la debida atenci¨®n; quiz¨¢ est¨¦ leyendo un correo, enfrascado en un videojuego o empap¨¢ndose de las ¨²ltimas noticias. Si con los smartphones ya es dif¨ªcil contar con la total atenci¨®n del interlocutor, imagino que con las glass acaparar su preciada atenci¨®n ser¨¢ un lujo.
El dispositivo tambi¨¦n cambiar¨¢ determinadas escenograf¨ªas. Cuando entre en un autob¨²s p¨²blico podr¨¢ contemplar a un regimiento de personas con gafas coloridas, aire abstra¨ªdo, mirada perdida y gesticulando intermitentemente sin causa aparente, aunque la rutina no tardar¨¢ en diluir este cambio de comportamiento hasta niveles que reconsideraremos como normales.
Tambi¨¦n pueden llegar a ser muy intrusivas en nuestras vidas. Quiz¨¢ la privacidad pasar¨¢ definitivamente a ser un mito e incluso lleguen a devorar buena parte de nuestra intimidad. Lo que registre la c¨¢mara y muchas de las acciones que desarrollemos pasar¨¢n por la nube (y por los servidores de Google que proporcionen el servicio). Las personas ver¨¢n el mundo exterior a trav¨¦s de una pantalla parecida a la de un videojuego. S¨ª, ser¨¢ f¨¢cil acceder a otras realidades, pero quiz¨¢ tendremos dificultades para habitar en la nuestra. Incluso ciertos procesos de decisi¨®n del usuario podr¨¢n verse afectados, dada la ingente informaci¨®n sesgada que estar¨¢ a la vista en tiempo real; eso s¨ª, ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil paliar nuestros fallos de memoria.
Las personas ver¨¢n el mundo exterior a trav¨¦s de una pantalla parecida a la de un videojuego
Con toda esta amalgama de posibilidades, salir de casa y olvidar las gafas ser¨¢ una tragedia. Sin ellas estaremos ¡°desnudos¡±, acostumbrados a su atractiva y cruel hiperconexi¨®n. Exagerando un poco, si Google triunfa con sus gafas, en pocos a?os ser¨¢ dif¨ªcil encontrar personas con la cara despejada. El ¨¦xito de las gafas parece imparable, salvo que aparezcan escollos en su camino. Uno es que tropiece con trabas legales en ciertas aplicaciones, algunas de las cuales ya se evitan o limitan por dise?o, como el reconocimiento autom¨¢tico de las caras de personas o poder fotografiarlas sin que el hecho se haga evidente. Otro es que la evoluci¨®n del producto no consiga satisfacer las expectativas de los usuarios, por la lentitud en la ejecuci¨®n de algunas apps o por carencias ergon¨®micas.
Los avances tecnol¨®gicos no se pueden parar, as¨ª que para poder aprovechar el magn¨ªfico arsenal de ventajas y posibilidades de este dispositivo, habr¨¢ que mitigar sus da?os colaterales: quiz¨¢ reforzando nuestro criterio, con tal de conseguir una dependencia y utilizaci¨®n razonable. Por supuesto, las escuelas y las familias tendr¨¢n que emplearse a fondo en ¡°educar¡± a los j¨®venes usuarios, m¨¢s que limitarse a ¡°ense?arles¡±. A pesar de toda la inquietud que puedan despertar, desde aqu¨ª felicito a Google por su idea y audacia; al fin y al cabo, los problemas comentados, que yo sepa, no son de las gafas.
Xavier Alcober es ingeniero consultor.
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