Del pasamonta?as a la m¨¢scara
Los zapatistas son precursores de las nuevas formas de protesta en las redes
Cuando el 1 de enero de 1994 el autodenominado Ej¨¦rcito Zapatista de Liberaci¨®n Nacional (EZLN) inici¨® su insurrecci¨®n en varios municipios del Estado mexicano de Chiapas, casi todo el mundo pens¨® en una revuelta campesina. Pero en realidad tambi¨¦n comenzaba uno de los primeros ¡°conflictos en red¡± en la historia del activismo.?Qu¨¦ es lo que realmente les hace ser precursores de las nuevas protestas que est¨¢n recorriendo el planeta? ?Qu¨¦ paralelismos existen entre la lucha zapatista y las recientes reivindicaciones en la Red en Brasil o Espa?a?
Los zapatistas y sus simpatizantes anticiparon formas de acci¨®n y estrategias que hoy son clave en las movilizaciones como la Primavera ?rabe o el 15M. Desde que ellos comenzaron las alianzas de la sociedad civil con hackers (en el sentido de expertos inform¨¢ticos de especial habilidad) para el desarrollo de herramientas usadas en ¡°ciberacciones¡±, comienza a ser notorio el anonimato simb¨®lico o el uso de Internet para crear redes de difusi¨®n y apoyo.
Los insurgentes se sirvieron de la Red para tejer, por primera vez en la historia del activismo, un movimiento global de solidaridad y para transmitir informaci¨®n sin mediadores.
En realidad, este ¨²ltimo fue un efecto no del todo buscado. Los medios fueron, en aquellos primeros momentos, el principal objetivo de su estrategia de comunicaci¨®n. Los comunicados zapatistas se preparaban inicialmente como notas por escrito y eran los periodistas, o los amigos, quienes posteriormente los pasaban a formato electr¨®nico para su distribuci¨®n en Internet. En cualquier caso, al poco tiempo, hab¨ªa docenas de webs, en varios idiomas, con informaci¨®n detallada, de primera mano, sobre la situaci¨®n en Chiapas.
Los insurgentes se sirvieron de la Red para tejer un movimiento global de solidaridad
M¨¢s all¨¢ de esta capacidad de difusi¨®n, el potencial de Internet se puso particularmente de manifiesto en la organizaci¨®n de dos encuentros internacionales en 1996 en Chiapas y en Espa?a en el verano de 1997. Miles de activistas de m¨¢s de cuarenta pa¨ªses asistieron a las ¡°cumbres¡± zapatistas. Una participaci¨®n que hubiese sido dif¨ªcil de lograr sin la Red y que, adem¨¢s, anticipaba alianzas de largo recorrido como con el activismo de los Centros Sociales Okupados, que fueron sede (los madrile?os Laboratorio y La escalera Karakola) de parte de aquellos eventos.
Adem¨¢s de en los movimientos de desobediencia civil, el nuevo activismo en la Red hunde sus ra¨ªces en el hacktivismo (hacker + activismo), que es la utilizaci¨®n de herramientas y medios digitales para la realizaci¨®n de acciones que llamen la atenci¨®n de la sociedad, para as¨ª intentar conseguir cambios pol¨ªticos o legislativos. Se basa en que quienes saben programar pueden, por ejemplo, alterar el correcto funcionamiento de las redes de comunicaciones o el propio Internet. Esas alteraciones llamar¨¢n la atenci¨®n de la sociedad, que conocer¨¢ as¨ª los motivos de las protestas.
El primer arma de este tipo fue el Zapatista FlooNet, creado por el colectivo de artistas, inform¨¢ticos y comunicadores Electronic Disturbance Theatre. Se trataba de una herramienta para realizar lo que denominaban ¡°sentadas digitales¡±, inspiradas en las manifestaciones virtuales ideadas en 1997 por el colectivo italiano Los An¨®nimos. La t¨¢ctica era una variaci¨®n de los llamados ¡°ataques de denegaci¨®n de servicio¡±: un volumen inusualmente grande de peticiones recarga el equipo que est¨¢ sirviendo p¨¢ginas web del objetivo, dificultando su acceso o impidi¨¦ndolo si el servidor llega a bloquearse. Se us¨® por primera vez en 1998 contra tres sitios simult¨¢neamente: la web del presidente mexicano, el Pent¨¢gono y la Bolsa de Frankfurt, como protesta por la matanza de 45 campesinos en la comunidad de Acteal.
Sin embargo, no se trataba de un ataque de ese tipo propiamente dicho. El "Zapatista FloodNet" se basaba en una idea esencial que luego hemos visto repetida: el goteo de multitudes conectadas que, en un momento preciso, se sincronizan para la acci¨®n. Para su funcionamiento precisaba de la participaci¨®n efectiva y sincronizada de miles de personas. La idea era transmitir el mensaje: "somos muchos, estamos alerta y observamos con atenci¨®n".
Una versi¨®n actualizada la hemos podido ver hace unos meses en Espa?a con la herramienta Toque a Bankia, desarrollada, exactamente igual que aquel, por una colaboraci¨®n entre programadores (el grupo Hacktivistas) y artivistas (el colectivo G.I.L.A), y que combinaba la geolocalizaci¨®n con redes sociales para promover acciones presenciales de clientes en oficinas de la entidad bancaria.
No es casual la participaci¨®n de artistas y expertos en comunicaci¨®n y dise?o en estas acciones. Junto con el componente m¨¢s t¨¦cnico, otro elemento esencial de las nuevas formas de protesta es el de la comunicaci¨®n de guerrilla. Unas t¨¦cnicas que se basan en la idea de que "alterar el c¨®digo es m¨¢s subversivo que destruirlo". El Zapatista FloodNet permit¨ªa personalizar el mensaje que devolv¨ªa el sitio web ¡°atacado¡±, con frases como: ¡°Derechos Humanos no encontrados en este servidor¡±.
En la selva de Lecandona ya se encontraba el ADN del nuevo activismo postindustrial
La comunicaci¨®n de guerrilla centra buena parte de su estrategia en la batalla en torno a los s¨ªmbolos. Y ah¨ª el pasamonta?as de Marcos, igual que en la actualidad la m¨¢scara de Guy Fawkes, anticipaba la reinterpretaci¨®n del liderazgo de las nuevas revoluciones, en las que los perfiles individuales se difuminan en una identidad colectiva. Una idea que puede resumirse en la frase del Subcomandante: ¡°detr¨¢s de nosotros estamos ustedes¡±. O, de forma m¨¢s directa, cuando escribieron: ¡°Marcos es un ser humano, cualquiera, en este mundo. Marcos es todas las minor¨ªas intoleradas, oprimidas, resistiendo, explotando, diciendo: ?Ya basta!¡±
El pasamonta?as, el nombre irreal o la ausencia de biograf¨ªa de su portavoz, no hac¨ªan sino evocar al ¡°todos¡±, del mismo modo que el colectivo Anonymous apela al 99%.
Por ¨²ltimo, el EZLN tambi¨¦n representa una nueva concepci¨®n de la pol¨ªtica, distribuida, ajena a jerarqu¨ªas y a estructuras verticales, y que se resume en su conocido lema: ¡°Aqu¨ª manda el Pueblo y el gobierno obedece¡±, muy presente en los nuevos formatos y discursos con que los que el activismo de nuestros d¨ªas se propone ¡°reiniciar¡± el sistema. Y aqu¨ª encontramos otro de los paralelismos entre los zapatistas y las actuales formas de protesta. Frente a movimientos sociales convencionales que persiguen un fin reconocible y limitado, el activismo en red, tal como lo hemos visto en Occupy Wall Street, el Parque Gezi en Turqu¨ªa, el Passe Livre de Brasil, el m¨¦xicano #Yosoy132 o el 15-M espa?ol, propone una transformaci¨®n radical de las estructuras de poder y de los cauces de participaci¨®n ciudadana. ¡°?Escucharon? Es el sonido de su mundo derrumb¨¢ndose. Es el del nuestro resurgiendo¡±, advert¨ªan los zapatistas en un escueto comunicado las pasadas Navidades. Y, con ellos, probablemente, cualquiera de los nuevos movimientos en red que estamos presenciando.
Desde aquel enero de hace 20 a?os, los mecanismos de las protestas sociales en todo el mundo nunca han vuelto a ser iguales. Unos han tenido m¨¢s ¨¦xito que otros en la comunicaci¨®n de reivindicaciones y/o en la consecuci¨®n de sus objetivos, pero en la selva de Lacandona se encontraba ya el ADN del nuevo activismo postindustrial.
Mario Tasc¨®n y Yolanda Quintana son autores del libro Ciberactivismo: las nuevas revoluciones de las multitudes conectadas.
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