El lobo seduce a la City
El distrito financiero londinense se inclina ante la historia del 'broker' corrupto, de Scorsese
Dicen que en la City londinense, detr¨¢s de esa fachada de reserva y pulida educaci¨®n brit¨¢nica, hay mucho pirata. Normalmente se las arreglan para no hacer ruido, recogi¨¦ndose en sus despachos y cerrando tratos en clubes privados. Pero hay veces que un acontecimiento les hace soltarse y revelar a plena luz del d¨ªa el culto que profesan al dinero y quienes lo ganan sin escr¨²pulos. En este caso, la chispa iluminadora ha sido el estreno de El lobo de Wall Street.
En el distrito financiero de la capital brit¨¢nica se est¨¢ viviendo una verdadera fiebre en torno al taquillazo de Martin Scorsese. Un buen n¨²mero de bancos, bufetes de abogados, corredur¨ªas de bolsa y asesor¨ªas financieras han organizado pases privados de la pel¨ªcula. En el negocio de los cines no se recuerda mayor demanda para alquiler de salas. Los profesionales de la City est¨¢n acudiendo en masa a ver la historia inspirada en el broker corrupto Jordan Belfort, que acab¨® en la c¨¢rcel por fraude y lavado de dinero. Tanto es el inter¨¦s tienen las firmas en organizar visionados para sus empleados y clientes, que han llegado a ofrecer tres veces el precio habitual de alquiler.
La mayor¨ªa ha preferido la discreci¨®n, pero los head hunters especializados en el sector energ¨¦tico Spencer Ogden animaron a los asistentes a presentarse en el visionado disfrazados de banqueros de las d¨¦cadas de los ochenta y noventa. Un centenar de empleados de la firma se pasearon por el centro de la capital brit¨¢nica con tirantes y tel¨¦fonos m¨®viles del tama?o de un ladrillo. Ellos con el pelo engominado y corbatas de colores chillones y ellas con abrigos de piel sobre trajes de chaqueta. Como si fueran extras de una pel¨ªcula.
Un directivo de la City reconoce que la pel¨ªcula, plagada de desmanes, exceso y monta?as de coca¨ªna, refleja su l¨ªnea de negocio, que b¨¢sicamente tiene que ver con las ventas
El directivo de la empresa Simon Taylor, se refiri¨® a los disfraces como ¡°mera diversi¨®n¡±, aunque antes de la proyecci¨®n coment¨® al rotativo brit¨¢nico Daily Mail que esta pel¨ªcula plagada de desmanes, exceso y monta?as de coca¨ªna refleja su l¨ªnea de negocio, que b¨¢sicamente tiene que ver con las ventas. ¡°En este filme vemos algo que hacemos todos los d¨ªas, por supuesto sin contar las pr¨¢cticas ilegales. Las t¨¦cnicas de venta y la manera de cerrar tratos son iguales. El saber cu¨¢ndo hablar o cerrar la boca en el momento oportuno. Jordan Belfort fue un magn¨ªfico vendedor y por eso nos fascina¡±, declar¨®.
Los ejecutivos intenten restar importancia a este inter¨¦s sobre los excesos cometidos durante los a?os 90. Mientras, los empleados m¨¢s j¨®venes parecen idolatrar a Belfort. Las nuevas generaciones de banqueros se han hartado de la contenci¨®n impuesta por la recesi¨®n econ¨®mica y fantasean con adoptar como h¨¦roe a un tibur¨®n, alguien que hace y gasta dinero sin remordimientos.
Pero el propio Belfort, ahora arrepentido y reciclado en autor y conferenciante, ha advertido de los peligros de glamurizar su pasado. En una entrevista en la CNN estadounidense pidi¨® que la pel¨ªcula se vea como una historia ¡°con moraleja¡±, a?adiendo que ¨¦l termin¨® ¡°perdi¨¦ndolo todo¡±.
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