La loba de DiCaprio
Margot Robbie, coprotagonista de 'El lobo de Wall Street', es la nueva actriz de moda en Hollywood
Estrenarte en Hollywood simulando una felaci¨®n a Leonardo DiCaprio en un Ferrari blanco (¡°como el de Don Johnson en Corrupci¨®n en Miami¡±) es empezar muy abajo¡ o muy arriba, seg¨²n se mire. Y es que en una pel¨ªcula como El lobo de Wall Street, dirigida por Martin Scorsese y reci¨¦n estrenada, en la que los desnudos se cuentan por docenas, ninguno ha sido tan comentado como el de Margot Robbie, australiana nacida en 1990 y a la que muchos ya describen como la Kylie Minogue del siglo XXI.
?La chica (heavy) que le pegaba a todo. Los inicios de Robbie son, al menos, parecidos a los de la diva pop australiana: la actriz interpret¨® tambi¨¦n a un personaje controvertido en Neighbours (Vecinos), inagotable culebr¨®n australiano del que han salido otras estrellas de las ant¨ªpodas como Guy Pearce, Russell Crowe o Jesse Spencer. Robbie pas¨® de trabajar en una cadena de comida r¨¢pida a ser Donna Freedman, la primera inquilina bisexual de la Calle Ramsay, donde transcurre la trama. El morbo estaba asegurado y a la pobre Margot ya no la dejaban asistir tranquila a los conciertos de Slipknot: ¡°No sabes lo que es estar rodeada por g¨®ticos tatuados pregunt¨¢ndote por el argumento de una serie para amas de casa¡±, ha explicado.
Un vuelo¡ estrellado. Con el aplomo de esa Duquesa de Bay Ridge a la que interpreta en El lobo de Wall Street, Margot pronto abandon¨® Australia para probar suerte en Am¨¦rica. Y la cosa pintaba bien: la contrataron para ser parte del personal de cabina de Pan-Am, la glamurosa serie de Christina Ricci sobre azafatas que aspiraba a convertirse en la nueva Mad men. El vuelo fue accidentado, pues por m¨¢s que se acortaban las minifaldas, el share no hac¨ªa m¨¢s que menguar. Tras el aterrizaje de emergencia, lleg¨® su gran oportunidad.
A¨²lla la loba. Porque gracias a la cancelaci¨®n de la serie, Margot pudo presentarse a los c¨¢stings de Una cuesti¨®n de tiempo y El lobo de Wall Street. La primera, de Richard Curtis, ha sido la comedia bizcochito del a?o; para la segunda, la pel¨ªcula de la que todo el mundo habla, tuvo que liarse a guantazos para obtener el papel. Literalmente. Sucedi¨® que en la prueba definitiva, a Margot se le fue el santo al cielo, y no se lo ocurri¨® otra cosa que, en un alarde de espontaneidad, soltarle una bofetada a DiCaprio: ¡°Hubo tres segundos de silencio en los que quer¨ªa desaparecer del mapa¡ Y entonces todos empezaron a re¨ªr y Leo me dijo: ¡®Ha sido sensacional. Puedes pegarme otra vez¡±, record¨® en una ocasi¨®n.
Sexo, mentiras¡ y familia. En El lobo de Wall Street, en la mitad de sus escenas, la vemos sin trampa, cart¨®n¡ ni ropa interior. Por razones de guion, claro: ¡°Lo ¨²nico con lo que puede negociar Naomi en la pel¨ªcula es con su cuerpo. Solo puede ascender en la vida por el poder sexual que tiene sobre los hombres¡±, aclara la actriz. Con sus 23 primaveras, Margot no ten¨ªa muy claro c¨®mo contarle a sus padres que se hab¨ªa tirado la mitad del rodaje sin ropa. Seg¨²n confes¨® al presentador y humorista Jimmy Kimmel, primero lo neg¨® (¡°S¨ª, ya s¨¦ que hab¨¦is o¨ªdo que salgo desnuda, pero es mentira¡±), despu¨¦s lo matiz¨® (¡°ya sab¨¦is c¨®mo es esto de los ordenadores¡ han hecho una doble de mi cuerpo¡±), para, minutos antes de que vieran la pel¨ªcula, confesar la verdad. "Se lo tomaron con toda naturalidad¡±, concluye la australiana.
La escena censurada. Margot es, a d¨ªa de hoy, el sex symbol del momento. Hugh Hefner y su bat¨ªn ya la han sondeado para Playboy; la raja de su falda en los premios Globos de Oro fue de lo m¨¢s comentado, y ha fichado para hacer de Jane en una nueva versi¨®n de Tarz¨¢n. M¨¢s recatada aparecer¨¢ en Focus, junto a Will Smith. Queda por ver si, en el director¡¯s cut de El lobo¡, Scorsese se sacude de todo pudor y hace entrega de la ¨²nica escena que a Margot ruboriza. La ha descrito ella misma: ¡°Me masturbaba delante de Leo y las c¨¢maras de seguridad de nuestra mansi¨®n. Creo que habr¨ªa sido realmente demasiado para el espectador¡±.
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