Del amor
Resulta incomprensible que ese garbanzo poco cocido que es Hollande tenga tanto ¨¦xito con las mujeres
Llevo d¨ªas resistiendo la tentaci¨®n de escribir sobre los l¨ªos de Hollande porque me parec¨ªa que era rendirse al morbo m¨¢s cotilla y a los bajos instintos. Pero, claro, es que hasta los medios serios lo sacan en portada. ?Por qu¨¦ nos interesa tanto este culebr¨®n sentimental? En primer lugar, quiz¨¢ porque resulta incomprensible que ese garbanzo poco cocido que es Hollande tenga tanto ¨¦xito con las mujeres, y eso puede ser alentador para la gente que se considere poco atractiva, del mismo modo que las viejas pel¨ªculas de Landa, en las que el actor ligaba con rubias reventonas, eran un lenitivo para los feos (pero no se equivoquen: lo de Hollande solo demuestra que el poder es, en efecto, un afrodis¨ªaco para ciertas mujeres; o sea que los feos sin poder lo tienen crudo).
Luego est¨¢ la inquietante sospecha de que, cuando uno anda metido en un tobog¨¢n emocional de ese calibre, no tiene la cabeza para nada m¨¢s. Al menos yo, en momentos as¨ª, no he podido ni escribir ni pensar ni ser persona, pero claro, yo no era el presidente de un pa¨ªs. Y as¨ª como el exministro ingl¨¦s David Owen demuestra en su fascinante ensayo En el poder y en la enfermedad que la salud, otro tema tan privado como el amor, puede terminar teniendo tremendas consecuencias p¨²blicas (las depresiones de Lincoln o De Gaulle, el trastorno bipolar de Churchill¡), cabe temer que los arrechuchos sentimentales te dejen las neuronas perjudicadas durante cierto tiempo. Por ¨²ltimo, creo que hay otra raz¨®n para nuestro inter¨¦s, algo de lo que no se habla porque nos parece cursi y pueril mencionarlo, y es la importancia que le damos al amor, al espejismo del amor, a la droga del amor, a ese fuego que nos arde en las entra?as, a la punzante nostalgia por tenerlo, si ahora mismo no lo gozamos. S¨ª: aunque parezca mentira, el ef¨ªmero y tembloroso ensue?o del amor tambi¨¦n influye en el mundo.
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