La vida privada y las reformas econ¨®micas
La aventura de Fran?ois Hollande ha escondido decisivas rebajas fiscales
Los estereotipos nacionales no desaparecen f¨¢cilmente, en particular si quienes tienen influencia parecen hacer todo lo posible para justificarlos. Pensemos en el caso de Francia. Para los extra?os, la tierra de Moli¨¨re es un pa¨ªs en el que se toleran las relaciones extramaritales de los dirigentes pol¨ªticos, pero no unas reformas econ¨®micas vitalmente necesarias.
Pero puede que al mundo le espere una sorpresa... o al menos media sorpresa. En cuanto a las relaciones de los pol¨ªticos, puede mantenerse en Francia la continuidad, pero en materia de reformas el cambio puede estar a la vuelta de la esquina.
El presidente Fran?ois Hollande ha anunciado medidas que, de aplicarse, equivaldr¨ªan a una revoluci¨®n pac¨ªfica: una importante reconciliaci¨®n con el mundo empresarial e industrial que incluso su m¨¢s en¨¦rgico predecesor, Nicolas Sarkozy, no se atrevi¨® a probar, pese a sus inclinaciones m¨¢s conservadoras o precisamente por ellas.
Sin embargo, la realidad del cambio ha quedado entorpecida por el estereotipo de la continuidad. La atrevida promesa de Hollande de 30.000 millones de euros (40.600 millones de d¨®lares) en rebajas fiscales para impulsar la econom¨ªa ha quedado secuestrada, al menos en parte, por las revelaciones de su vida privada.
Las encuestas de opini¨®n hechas a ra¨ªz de la publicaci¨®n de las fotograf¨ªas de un Hollande con la cabeza totalmente tapada por un casco y dirigi¨¦ndose en una moto conducida por uno de sus guardaespaldas a una cita con una actriz francesa, indican que los franceses est¨¢n ligeramente interesados al respecto, pero la realidad es m¨¢s compleja.
Los franceses no se sienten moralmente escandalizados por esas revelaciones. Aunque la existencia de la segunda familia del expresidente Fran?ois Mitterrand fue casi un secreto de Estado, conocido solo por una minor¨ªa selecta y ocultado al p¨²blico por una prensa reverencial, ya su querida y su hija comprobaron que esa discreci¨®n empezaba a ser cosa del pasado. Y la tumultuosa vida privada de Sarkozy al comienzo de su presidencia estuvo a la vista de todos.
Los franceses est¨¢n mucho menos obsesionados por el sexo que por los esc¨¢ndalos financieros
A diferencia de los brit¨¢nicos y los americanos, los franceses est¨¢n mucho menos obsesionados por el sexo que por los esc¨¢ndalos financieros. Las encuestas de opini¨®n revelan un dualismo interesante: los franceses quieren la m¨¢xima libertad en la esfera privada y la m¨¢xima protecci¨®n en la p¨²blica.
As¨ª, que los franceses no critican a Hollande por razones ¨¦ticas, sino pol¨ªticas. El presidente de la Grande Nation, heredero pol¨ªtico del Rey Sol y del general De Gaulle, se ha puesto en rid¨ªculo: resultaba, sencillamente, rid¨ªculo en su moto.
Victor Hugo acu?¨® la f¨®rmula Napol¨¦on le Petit para calificar a Napole¨®n III. ?Se calificar¨¢ alg¨²n d¨ªa a Hollande, que tanto parece inspirarse para su vida p¨²blica y privada en su mentor y modelo, el primer presidente socialista de la historia, de Mitterrand le Petit?
El vodevil puede ser una especialidad francesa, como el pan, el queso y el vino, pero no fortalece la dignidad y la credibilidad de una presidencia ya espectacularmente impopular. Hollande quer¨ªa ser un ¡°presidente normal¡±. En las im¨¢genes robadas en las que se lo ve camino de una cita amorosa, parece superarse a s¨ª mismo y los humoristas ¡ªe incluso los pol¨ªticos franceses¡ª se han apresurado a aprovecharse de su vulnerabilidad.
Hollande puede estar enamorado de otra mujer: son cosas que pasan; pero, si es as¨ª, no se podr¨ªa haber revelado en un momento peor: precisamente cuando se propon¨ªa imprimir un nuevo rumbo, valiente y urgentemente necesario, al pa¨ªs. Podemos lamentar la desaparici¨®n de los l¨ªmites entre la vida privada y la p¨²blica en nuestra era mundial de Internet, pero debemos ajustarnos a ella... y est¨¢ claro que Hollande no lo ha hecho.
Naturalmente, la pregunta fundamental es por qu¨¦ Hollande esper¨® 18 meses antes de hacer lo correcto y ayudar a la econom¨ªa francesa a aliviar la carga fiscal que ha estado reduciendo la competitividad de las empresas francesas. La respuesta oficial es la de que el deterioro de la situaci¨®n econ¨®mica no dejaba otra opci¨®n.
Para algunos, entre los que me cuento, Hollande fue desde el principio un verdadero socialdem¨®crata pero, como hab¨ªa hecho una campa?a de tono socialista y como las profundas divisiones de su propio bando no le permit¨ªan contar con una mayor¨ªa en el Parlamento, hab¨ªa de revelar su orientaci¨®n a favor de la industria (sigue denunciando al sector financiero) con un importante retraso. Ya se llame a eso realismo o falta de valent¨ªa pol¨ªtica, el caso es que se ha perdido un a?o y medio, con lo que se ha da?ado a Francia y a su econom¨ªa.
Sin embargo, ahora el pa¨ªs puede ir orientado por fin en la direcci¨®n correcta, pero es probable que tenga un presidente m¨¢s d¨¦bil al tim¨®n. Ahora Hollande dispone de tres a?os para demostrar que, inspirado por unas ideas correctas, puede transformar su reputaci¨®n ¡ªy la de Francia¡ª con resultados econ¨®micos, ya que no con su comportamiento personal.
Dominique Moisi, profesor en el Instituto de Ciencias Pol¨ªticas de Par¨ªs (Sciences Po) y asesor del Instituto Franc¨¦s de Asuntos Internacionales (IFRI), es actualmente profesor visitante en el King¡¯s College de Londres.
? Project Syndicate, 2014.
Traducido del ingl¨¦s por Carlos Manzano.
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