El mandatario franc¨¦s

En relaci¨®n al art¨ªculo de Jorge Tr¨ªas Sagnier publicado el pasado 21 sobre el presidente Hollande, quer¨ªa comentar que me parece equivocado extender un enga?o particular ¡ªel del se?or Hollande a la se?ora Trierweiler¡ª a la totalidad de la naci¨®n. Lejos de erigir al mandatario franc¨¦s en s¨ªmbolo de la mentira y el ocultamiento, creo que el reciente episodio le sit¨²a al nivel de la vida real de sus conciudadanos, que aman y desean a quien quieren sin miedo al escarnio p¨²blico. Convertir las altas instituciones p¨²blicas en posiciones supresoras de la libertad privada solo puede derivar en gobernantes artificiales obligados a renunciar a sus condiciones personales, aun siendo estas ajenas al puesto. No hay enga?o en la conducta de Hollande; lo habr¨ªa si hubiera evitado su relaci¨®n con la actriz Julie Gayet en pos de su imagen como jefe del Estado. En tal caso s¨ª habr¨ªa estafado a la ciudadan¨ªa haciendo primar su apariencia frente a sus verdaderos deseos. Tampoco hay ¡°doble vida¡± en el se?or Hollande, sino una sola; la de aquel que tras muchas horas al d¨ªa representando a un pa¨ªs reserva algunas pocas para meterse en la piel de s¨ª mismo.¡ª C¨¦sar P¨¦rez Romero.