'Ambiciones' y decadencias
Con la venta que proyecta Jesul¨ªn de Ubrique de su finca muere una ¨¦poca y florece otra
Fernando Esteso, un c¨®mico que alcanz¨® el c¨¦nit de su carrera profesional con Los bingueros, ha vuelto de su traves¨ªa del desierto profesional con un papel en Torrente 5 y una bomba informativa en la faltriquera: Jesul¨ªn de Ubrique vende Ambiciones, ese Xanad¨² reciamente ib¨¦rico asolado por huracanes de pasi¨®n e intrigas dom¨¦sticas para solaz de televidentes ociosos durante horas y horas de culebr¨®n en la telebasura. Ambiciones es el lugar de peregrinaje de la prensa del coraz¨®n, la casa fundacional de la secta de los Jesulinos (Gran Maestre, el propio Jesul¨ªn; grandes sacerdotisas, Mar¨ªa Jos¨¦ Campanario y Bel¨¦n Esteban; oficiante senescal, Janeiro senior, due?o de melodramas propios de infidelidad, sexo y traici¨®n; coros y danzas, los tertulianos de la televisi¨®n rosa, memoria viva de felon¨ªas y desplantes hogare?os; mascota, Currupipi) y la pesadilla feroz de cualquier decorador de interiores. Jesul¨ªn y Campanario, cuerpo m¨ªstico de la finca, no han confirmado la bomba de Esteso, pero hay que temerse lo peor. El actor ha a?adido, adem¨¢s, lo que ya se da por hecho que es una broma con la que adornar su reaparici¨®n: que ¨¦l es el intermediario de la venta.
Muere una ¨¦poca, florece otra, como nos advirti¨® Spengler. El universo tremebundo de Ambiciones fue el contrapunto coherente del saqueo de Marbella y la prosperidad del ladrillo; el fraude paramafioso de G¨¹rtel en el sector servicios y las quiebras masivas de cajas de ahorros son incompatibles con la estridencia del Toa, toa, toa, te necesito toa. Piden objetos de atenci¨®n m¨¢s discretos. Son los realities con desplazados que buscan noviazgos (?por qu¨¦ lo llaman amor cuando quieren decir sexo?) o las frivolidades de famosos de baja intensidad que cantan con la cara de otros. Las tragedias de garraf¨®n del jesulinismo han mutado en relatos minimalistas de hojalata.
Falta un detalle ominoso. Dice Esteso con otro dato producto, seguramente, de su renovado sentido del humor, que el comprador del Manderley donde Mar¨ªa Jos¨¦ encuentra el h¨¢lito de Bel¨¦n en cada rinc¨®n es un grupo inversor argentino. Primero fue YPF; ahora nos dejar¨ªan a la intemperie espiritual arrebat¨¢ndonos las piedras del santuario de la jesulinidad. No cabe duda de que los argentinos saben bien d¨®nde nos duele.
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