Las dos Chinas
Taiw¨¢n demuestra que se puede ir hacia la democracia a partir del ¨¦xito econ¨®mico
Cualquier espa?ol avispado que no reniegue de la memoria hist¨®rica y que se mueva un par de semanas por Taiw¨¢n descubrir¨¢ un sorprendente paralelismo entre este pa¨ªs y Espa?a en lo que al pasado reciente y la actualidad se refiere.
Aprender¨¢ que, aunque Taiw¨¢n es una democracia desde hace m¨¢s de 20 a?os, tuvo que hacer una transici¨®n a partir de cuatro d¨¦cadas de dictadura. Que bajo esta, la educaci¨®n era controlada por el partido ¨²nico y el Estado, que se encargaron de instalar su monol¨ªtica ideolog¨ªa en las mentes de los 20 millones de s¨²bditos ¡ªque no ciudadanos¡ª taiwaneses.
Si el visitante habla mandar¨ªn o taiwan¨¦s o va acompa?ado de un int¨¦rprete de confianza, en los encuentros con diversas gentes podr¨¢ percatarse de que todav¨ªa hay personas ¡ªquiz¨¢s demasiadas¡ª sometidas a la indoctrinaci¨®n autoritaria del pasado, que eval¨²an la realidad actual, democr¨¢tica, en funci¨®n de los criterios que les fueron inyectados hace 40 a?os. Ello explica que a¨²n se encuentren en diversas partes de la isla estatuas del sumo indoctrinador, Chiang Kai-shek, quien hac¨ªa magn¨ªficas migas con Francisco Franco Bahamonde.
Y si, adem¨¢s, el visitante echa un vistazo a la muy libre prensa taiwanesa (nada que ver con la de la China continental), podr¨¢ leer en el Taipei Times (24-01-2014) algo que, refiri¨¦ndose al presidente de la Rep¨²blica, le sonar¨¢ familiar: ¡°Cuando a un dirigente incompetente no se le exige nunca responsabilidad por sus errores y se le permite ¡ªadulado con sonrisas¡ª mantenerse en el puesto, algo terriblemente malsano existe en la pol¨ªtica del pa¨ªs¡±.
Huang Chang-ling, analista taiwan¨¦s, evoca la teor¨ªa del ¡°desaprendizaje¡± de una feminista norteamericana. Gloria Steinem mantiene que a quienes han sido educados en un sistema de patriarcado les resulta muy dif¨ªcil asumir los valores de la igualdad de g¨¦nero y a¨²n menos participar en el establecimiento de un sistema de igualdad de esa naturaleza, a menos que sean capaces de desprenderse de las reglas y principios en los que inicialmente fueron instruidos. Huang sostiene que lo mismo puede decirse del proceso democratizador taiwan¨¦s.
Frente al poder duro del r¨¦gimen de? China, Taiw¨¢n hace gala de su poder blando
Sin embargo, a pesar de sus actuales serios problemas econ¨®micos, financieros y de otra ¨ªndole, Taiw¨¢n es una democracia vibrante, una sociedad libre. El informe Libertad en el mundo 2014, de la Freedom House norteamericana, destaca la viveza de su sociedad civil y en una escala de uno a siete (siendo uno el grado de mayor libertad) sit¨²a a Taipei en dicho n¨²mero.
Libertad de costumbres, de expresi¨®n, de manifestaci¨®n. Se critica abiertamente la situaci¨®n de la judicatura y se proponen soluciones. Existe la pena de muerte, pero tambi¨¦n un fuerte movimiento abolicionista, que avanza decidido. Hay pena de muerte en la otra China, en la continental, que se aplica a mucha mayor escala y con ninguna esperanza de suprimirla. Por cierto, en esa China existen tambi¨¦n numerosas estatuas de Mao, el otro gran indoctrinador.
?Libertad sindical? La hay, pero sin sindicatos fuertes, como tampoco significativos partidos de izquierda. Pero no porque est¨¦n prohibidos como en la China continental. Hay otras razones. Durante a?os, la econom¨ªa creci¨® a un sorprendente 8,6%, con una enorme movilidad social. El efecto nivelador de una educaci¨®n generalizada obstaculiz¨® la consolidaci¨®n de una conciencia de clase.
Y los sindicatos hallaron dificultades para organizarse en un tejido industrial donde la peque?a y mediana empresa era predominante. Sin olvidar un importante factor: desde la implantaci¨®n de la democracia en los a?os noventa, los dos partidos principales han incluido en sus respectivos programas un asunto hasta ahora clave en su relaci¨®n con Pek¨ªn: independencia versus reunificaci¨®n. La primera opci¨®n, hasta ahora impulsada por el Partido Democr¨¢tico Progresista (PDP); y la reunificaci¨®n, defendida por el Kuomintang, hasta hoy nacionalista pro-Pek¨ªn.
Podemos concluir que frente al poder duro de Pek¨ªn, Taipei hace gala de su poder blando, que incluye los variados factores que hemos descrito. Dada la enormidad ¡ªen diversos aspectos¡ª del vecino continental, Taiw¨¢n solo puede competir con ventaja gracias a su soft power, cuya manifestaci¨®n m¨¢s valiosa es la democracia en s¨ª.
Si la democracia ha podido arraigar en Taiw¨¢n de la mano de un partido originalmente totalitario, el Kuomintang, ?es posible que se d¨¦ un proceso similar en la otra China? La experiencia taiwanesa demuestra que es posible que un partido hegem¨®nico articule una transici¨®n gradual y pac¨ªfica eliminando el sistema de partido ¨²nico, sobre la base de una exitosa y sobresaliente modernizaci¨®n econ¨®mica.
La posibilidad de que Pek¨ªn inicie ¡ªaunque no a corto plazo¡ª una transici¨®n parecida no es descabellada. Incluso hoy en d¨ªa, la dirigencia del Partido Comunista (PCC) ya reconoce que la r¨¢pida transformaci¨®n socioecon¨®mica ha facilitado una creciente demanda (por ahora bloqueada por el r¨¦gimen) a favor de la responsabilidad de los gobernantes, de la representaci¨®n y de la participaci¨®n.
Habr¨¢ contactos de mayor nivel tras la reuni¨®n simb¨®lica entre Pek¨ªn y Taipei
Es cierto que una organizaci¨®n hegem¨®nica afianzada, como es el PCC, puede retrasar durante largo tiempo un proceso de liberalizaci¨®n pol¨ªtica gradual. Sin embargo, condici¨®n sine qua non es que pueda mantener un alto crecimiento econ¨®mico, contener las crecientes disparidades y polarizaci¨®n econ¨®mica y social en las regiones y en algunas de ellas (Xinjiang, Tibet) el secesionismo. Y nada de eso est¨¢ garantizado en la actual China continental. Coda comparativa sobre la corrupci¨®n: sabido es que EL PA?S y otros medios han publicado los informes que desvelan con todo lujo de detalles la corrupci¨®n y evasi¨®n fiscal en la Rep¨²blica Popular China. Los documentos se refieren tambi¨¦n a Hong Kong y Taiw¨¢n.
Hay, empero, tambi¨¦n en este asunto un importante matiz diferenciador entre ambas Chinas. En la continental, nada sobre el sistema de corrupci¨®n organizada, generalizada y jerarquizada ha podido ser publicado y los medios han sido bloqueados. En Taiw¨¢n, una publicaci¨®n local (Commonwealth Magazine) ha sido copatrocinadora de las revelaciones con los medios occidentales.
Existe, adem¨¢s, un precedente que muy pocas veces se ha producido en un pa¨ªs democr¨¢tico: el procesamiento y condena de un presidente de la Rep¨²blica. Tras perder las elecciones en 2008, en parte por esc¨¢ndalos de corrupci¨®n, Chen Shui-bian, l¨ªder del PDP, fue juzgado y condenado en 2009 por corrupci¨®n a 17 a?os, a los que otro tribunal a?adi¨® 18 a?os en 2011. Por supuesto, nada parecido es posible en la Rep¨²blica Popular China.
Cierro estas reflexiones con un acontecimiento hist¨®rico para Taipei y Pek¨ªn. El pasado 11 de febrero, 65 a?os despu¨¦s de que concluyera la guerra civil entre nacionalistas y comunistas, se han reunido oficialmente y por primera vez el ministro chino encargado de los asuntos de Taiw¨¢n y su contraparte, el ministro taiwan¨¦s para las relaciones con la China continental.
Solo se ha creado un mecanismo de contacto, permanente, oficial y regular entre ambas Chinas. Pero el valor simb¨®lico de la reuni¨®n es enorme. Con la premisa de que la mayor¨ªa de los taiwaneses no desea la reunificaci¨®n con el continente ni la independencia, sino el mantenimiento del actual y sui g¨¦neris statu quo, puede decirse que la importante y creciente relaci¨®n econ¨®mica, comercial y tur¨ªstica de los ¨²ltimos a?os desembocar¨¢ a no mucho tardar en conversaciones pol¨ªticas de alto nivel. Sin duda, ello contribuir¨¢ a una significativa disminuci¨®n del riesgo de confrontaci¨®n b¨¦lica entre las dos Chinas, buena noticia para ellos, la zona y el mundo.
Emilio Men¨¦ndez del Valle es embajador de Espa?a y eurodiputado socialista.
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