¡°Muchas veces me pregunto por qu¨¦ arriesgo la vida para hacer fotograf¨ªas¡±
El fotoperiodista sueco Niclas Hammarstr?m estuvo secuestrado en Siria casi dos meses
La situaci¨®n en Siria se complica por momentos para la poblaci¨®n civil, v¨ªctima de ataques indiscriminados como el pasado 1 de febrero cuando un bombardeo con barriles explosivos dej¨® 85 muertos en Alepo ¨C65 civiles--; y tambi¨¦n para los periodistas que cubren el conflicto en aquel pa¨ªs. Los secuestros de informadores se han multiplicado. Solo en 2013, hubo 49 periodistas privados de libertad, m¨¢s de la mitad del total de informadores secuestrados (87) en el mundo. Entre ellos, Niclas Hammarstr?m (Suecia, 1969), fotoperiodista sueco, que tras dos meses de cautiverio, fue liberado a mediados de enero.
Ya hab¨ªa estado dos veces en Alepo, en octubre de 2012 y febrero de 2013. En su tercer viaje, el pasado octubre, not¨® c¨®mo la situaci¨®n era ¡°completamente diferente¡±. ¡°Nadie quer¨ªa que le hiciera fotograf¨ªas, nadie quer¨ªa hablar con nosotros, mucho menos darnos sus nombres. Trabajar era muy peligroso¡±, recuerda desde un despacho en su casa. Su gesto al otro lado de la pantalla es sereno, pero resopla y entorna los ojos al recordar ciertos momentos.
Las cautelas que Hammarstr?m y su colega Magnus Falkehed tomaban para evitar ser secuestrados --¡°nos escond¨ªamos en el coche¡±, apunta-- no fueron suficientes. ¡°Me acuerdo perfectamente de aquel momento. Volv¨ªamos a casa. Est¨¢bamos cerca de Maaloula, creo que a mitad de camino entre Yabrud y la frontera con L¨ªbano. Llegamos a un punto de control, y desde que lo vi supe que algo no iba bien. En cuanto vieron en el coche, nos apuntaron con pistolas y nos dijeron que sali¨¦ramos del coche. Nos secuestraron¡±, zanja.
Aquello sucedi¨® el 23 de noviembre de 2013. La primera semana les confinaron en una casa en la que se sent¨ªan ¡°terriblemente inseguros¡±, siempre temiendo por su vida. Por eso, Hammarstr?m y Falkehed pensaron que ten¨ªan que escapar. ¡°Ha hab¨ªamos visto cosas antes y pensamos que o lo hac¨ªamos o pasar¨ªamos as¨ª meses y nuestras vidas corr¨ªan peligro¡±, justifica. Sus temores no eran infundados. Seg¨²n el informe de Reporteros Sin Fronteras, diez periodistas y 36 internautas, hab¨ªan sido asesinados en el pa¨ªs en 2013 mientras cubr¨ªan el conflicto. ¡°Casi todos los grupos que operan sobre el terreno suponen una amenaza para los informadores, tanto sirios como extranjeros, que se exponen a morir en las zonas de combate o a ser detenidos por el r¨¦gimen o por los opositores a ¨¦ste, cada vez m¨¢s atomizados¡±, dice el documento.
Pero el intento de huida fue frustrado, y el fot¨®grafo recibi¨® un disparo en una pierna. En este punto de la conversaci¨®n, su pensamiento se traslada con los colegas que a¨²n permanecen secuestrados en Siria. ¡°Solo puedo esperar que sean liberados. Nosotros tuvimos suerte porque despu¨¦s de que me disparasen, el d¨ªa despu¨¦s ¨Ccreo¡ª, los secuestradores contactaron con el Gobierno sueco. Pienso que si no hubi¨¦ramos intentado escapar estar¨ªamos todav¨ªa all¨ª porque no habr¨ªan contactado con el Gobierno¡±, considera.
Nadie quer¨ªa que le hiciera fotograf¨ªas, ni hablar con nosotros. Trabajar era muy peligroso¡±
Aquel episodio tuvo otra consecuencia, adem¨¢s de contribuir a su liberaci¨®n y su herida, seg¨²n Hammarstr?m. ¡°Pocos d¨ªas despu¨¦s nos llevaron a otra casa. Aquello fue bueno porque nos sent¨ªamos m¨¢s seguros¡±, reconoce. ¡°Est¨¢bamos en un s¨®tano y no hab¨ªa ventanas. Y pensamos que est¨¢bamos m¨¢s seguros as¨ª¡±, describe. Adem¨¢s, dice, en ese nuevo emplazamiento hab¨ªa soldados del ESL (Ej¨¦rcito Libre de Siria). ¡°No eran agradables, pero eran menos agresivos que nuestros captores¡±. Con todo, el fot¨®grafo asegura que fueron ¡°momentos terribles¡±. ¡°No sab¨ªamos qu¨¦ ocurr¨ªa fuera de la casa. Cada d¨ªa, cada momento tem¨ªamos por nuestras vidas. Cuando o¨ªa la llave de la puerta, mi coraz¨®n lat¨ªa muy fuerte¡±, relata.
Hammarstr?m cree que sus secuestradores eran simples criminales, pero dice que no lo puede asegurar con certeza. ¡°S¨¦ que no fue un grupo de Al Qaeda, creo que eran criminales, pero que ten¨ªan contacto con el ESL (Ej¨¦rcito Libre de Siria). Aunque no creo que el FSA estuviera implicado en el secuestro, simplemente conoc¨ªan a los captores y les dejaron meternos en su casa¡±, apostilla.
El relato de Hammarstr?m sobre sus d¨ªas de cautiverio puede dar buena cuenta de lo que est¨¢n sufriendo el casi medio centenar de periodistas que todav¨ªa est¨¢n retenidos, entre ellos tres espa?oles, Javier Espinosa (El Mundo), el reportero gr¨¢fico Ricardo Garc¨ªa Vilanova y el enviado especial de El Peri¨®dico, Marc Marginedas.
¡°Los soldados, de todos los bandos, no nos quieren all¨ª. Es dif¨ªcil saber qui¨¦n est¨¢ enfrente y muchas personas venden a los periodistas. Simplemente llaman y dicen que hay dos europeos. As¨ª que no puedes fiarte de nadie¡±, explica. As¨ª, los periodistas se han convertido en una especie de moneda de cambio, en un actor m¨¢s de la econom¨ªa de guerra. Aunque ning¨²n Gobierno reconoce pagar los rescates de sus informadores nacionales secuestrados, tampoco del personal humanitario, la duda siempre sobrevuela cuando se producen liberaciones.
Precisamente el personal que trabaja en el socorro de la poblaci¨®n civil es, seg¨²n Hammarstr?m, ¡°el m¨¢s interesado¡± en que los periodistas est¨¦n en el pa¨ªs. ¡°La gente que trabaja en los hospitales quieren que tomemos fotograf¨ªas, necesitan medicinas y equipamiento para ayudar a la gente herida y quieren que se cuente¡±, asevera el fot¨®grafo.
Ese es el motivo por el que Hammartr?m volvi¨® a Siria por tercera vez. El mismo por el que retom¨® su profesi¨®n un a?o despu¨¦s de descolgarse la c¨¢mara en 2010 para hacerse cargo de un negocio familiar de fabricaci¨®n de equipamiento de ayuda a discapacitados.
?Por qu¨¦ arriesgar la vida por hacer fotograf¨ªas? ¡°Me he hecho esa pregunta muchas veces. Lo hablaba con mi colega Magnus durante el secuestro. Le dec¨ªa: ¡®Tenemos una vida estupenda. Tengo una mujer y tres hijos, y ellos me tienen a m¨ª. La vida es estupenda. Pero me dedico a esto por un buen prop¨®sito. Para documentar la guerra y contarle la gente lo que est¨¢ ocurriendo. Solo tomo im¨¢genes, pero las fotograf¨ªas y los textos consiguen cambios¡±, se emociona.
Su familia estuvo en todo momento en su recuerdo mientras estaba cautivo y a su regreso a casa, prometi¨® que no volver¨¢ a ninguna guerra. Se hace un silencio en la imagen fija del fot¨®grafo en la pantalla del ordenador. No se ha ca¨ªdo la Red. Como qui¨¦n vuelve de un debate consigo mismo interno, Hammarstr?m se corrige: ¡°Eso ahora, ya veremos en el futuro¡±. ¡°Especialmente mi hija m¨¢s peque?a, que solo tiene 4 a?os, quiere que me quede en casa¡±, vuelve a dudar.
Antes de darle al bot¨®n de colgar en Skype, Hammarstr?m no quiere terminar la conversaci¨®n sin agradecer a M¨¦dicos del Mundo que le haya galardonado con el Premio Luis Valtue?a de Fotograf¨ªa Humanitaria. ¡°Realmente lo aprecio¡±, dice conciso. Comenta algunas de las fotos de la serie premiada. ¡°Los ni?os all¨ª ven y viven esto¡±, dice con cierta indignaci¨®n refiri¨¦ndose a la instant¨¢nea en la que un peque?o observa a otro herido en una camilla de hospital. Pero si hay una fotograf¨ªa que sabe que impacta sin importar cu¨¢n breve sea el vistazo, es la de la ni?a que est¨¢ siendo atendida de sus heridas en un hospital. ¡°Es verdad que parece que est¨¢ muerta¡±, reconoce.
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