Charlene, la princesa ausente
Las fechas acechan a Charlene, la nadadora sudafricana reconvertida en esposa de Alberto de M¨®naco, monse?or del Principado refugio de millonarios. En julio har¨¢ tres a?os de su boda y sus idas y venidas siguen bajo sospecha. La ¨²ltima, su ausencia en la boda de Andrea y Tatiana
El 25 de enero cumpli¨® 36 a?os y el pr¨®ximo mes de julio celebrar¨¢ su tercer aniversario de boda. Desde que se cas¨® con Alberto de M¨®naco, Charlene se ha convertido en una princesa con c¨®digos propios, alejados del protocolo que se les supone a las personas de su condici¨®n. Por todo ello, su matrimonio est¨¢ permanentemente bajo sospecha. Sus ausencias son escrutadas al m¨¢ximo. La ¨²ltima se produjo el pasado s¨¢bado, cuando no asisti¨® a la boda de Andrea Casiraghi y Tatiana Santo Domingo en Gstaad (Suiza). Alberto, t¨ªo del novio, compareci¨® otra vez solo, en una imagen cada vez m¨¢s habitual. Esta vez, la oficina del Principado no ha dado ninguna explicaci¨®n. La revista ?Hola!, que pag¨® por la exclusiva del enlace, asegura que la princesa estuvo en una cena de celebraci¨®n previa antes de volver a casa para cumplir con un compromiso ineludible. Al margen de sus idas y venidas, Charlene vive tambi¨¦n acechada por las fechas y por la obligaci¨®n de dar un heredero al Principado.
Hace nueve meses, la que un d¨ªa fue nadadora se dejaba o¨ªr. No es la princesa de M¨®naco una mujer proclive a las declaraciones, quiz¨¢ porque su papel institucional sea de mero consorte en un Principado en el que las apariencias son muy importantes. Habl¨® para acallar rumores, para asegurar que su matrimonio iba bien y anunciar que, pasado un periodo que calific¨® de adaptaci¨®n a su nuevo papel, estaba lista para ser madre. Charlene las pronunci¨® tras su sonada ausencia en la ceremonia de entronizaci¨®n del rey Guillermo Alejandro de Holanda, una de las citas m¨¢s importantes de la realeza. Ese d¨ªa tambi¨¦n Alberto desfil¨® sin su esposa por la alfombra roja, igual que lo hizo cuando danz¨® en el samb¨®dromo de R¨ªo de Janeiro. Fue tal el revuelo que se organiz¨® que la oficina del Principado tuvo que explicar que Charlene se hallaba en Sud¨¢frica en la boda de un amigo.
En el peque?o Principado, el comportamiento de Charlene todav¨ªa sorprende, y eso que all¨ª est¨¢n habituados a los particulares procederes de los Grimaldi. Princesas que se divorcian varias veces, que se l¨ªan con sus guardaespaldas y pr¨ªncipes que tienen hijos fuera del matrimonio y no con su esposa. Pero a los monegascos, residentes en un trozo de tierra que goza de grandes beneficios fiscales y que lucha desde siempre para no ser engullido por Francia, les importa mucho los movimientos de Charlene porque de su matrimonio depende en gran parte la existencia del Principado. Alberto se cas¨® a los 55 a?os para dar continuidad a su dinast¨ªa. Se van a cumplir tres a?os y, de momento, no hay novedades.
Vacaciones pol¨¦micas
Se marcharon de luna de miel a Sud¨¢frica, pero se hospedaron en diferentes hoteles. El pr¨ªncipe explic¨® que ¡°era m¨¢s c¨®modo¡±. Y es que ¨¦l ocup¨® gran parte de este tiempo en asistir a las reuniones del Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional (COI). Charlene tambi¨¦n sorprendi¨® el pasado verano. Se march¨® de crucero con Dennis Washington, de 79 a?os, un gal¨¢n adinerado y poderoso empresario con el que se dej¨® fotografiar en su espectacular embarcaci¨®n.
Los Grimaldi han aumentado la familia en el ¨²ltimo a?o, pero no gracias a Alberto y Charlene. Fue primero Andrea Casiraghi, el hijo mayor de Carolina, y luego Carlota, la segunda hija de la princesa, quienes han sido padres. El matrimonio de Andrea y Tatiana Santo Domingo por la iglesia, celebrado el pasado fin de semana, garantiza la l¨ªnea de sucesi¨®n, que no se reconoc¨ªa solo con la ceremonia civil celebrada el agosto de 2013. Para que todo estuviera en regla a los ojos del Principado, Andrea y Tatiana bautizaron horas antes de su boda a su hijo de 10 meses. Si Alberto no tiene hijos con Charlene ser¨¢ Andrea su sucesor, de ah¨ª la importancia de ese enlace m¨¢s all¨¢ de una cita que reuni¨® a los j¨®venes cachorros de la jet set.
Hay fotos en las que se puede ver sonriente a Alberto paseando por las nevadas calles de Gstaad. Tambi¨¦n hay otra del fin de semana en la que Charlene aparece del brazo de su padre en Montecarlo asistiendo a una velada de boxeo. La sudafricana que un d¨ªa fue nadadora se dejaba ver en p¨²blico mientras que los Grimaldi estaban de boda. Alg¨²n medio fue m¨¢s all¨¢ y quiso ver en su holgada ropa signos de un incipiente embarazo.
Que Estefan¨ªa y los suyos no hayan acudido a la cita de Gstaad no es ninguna sorpresa, ya que son conocidas las tensas relaciones de la menor de los hijos de Raniero y Grace con su hermana mayor. Que Carlota no estuviera acompa?ada por su pareja y padre de su hijo, Gad Elmaleh, tampoco, ya que el actor ese d¨ªa se hallaba encima de un escenario dentro de la gira teatral que est¨¢ realizando con gran ¨¦xito por toda Francia.
Charlene, eso s¨ª, no ha faltado en los ¨²ltimos actos oficiales. Acompa?¨® a su marido a Nueva York a la reuni¨®n de Naciones Unidas y tambi¨¦n a un viaje oficial a Rusia. A ambos desplazamientos se sum¨® su reciente mejor amiga, Corinna zu Sayn-Wittgenstein, que tambi¨¦n lo es del rey de Espa?a. Corinna, que tiene casa en Montecarlo, en la que pasa muchos meses del a?o, se ha convertido en asesora y confidente de Charlene. De hecho, en las ¨²ltimas semanas hay tantas fotos de las dos amigas juntas como de los pr¨ªncipes juntos.
Est¨¢ previsto que Charlene acompa?e a Alberto durante la celebraci¨®n de los Juegos de Invierno en Sochi, que han comenzado esta semana.
La prensa francesa asegur¨® en el agitado verano de 2011 para los Grimaldi que Alberto de M¨®naco y Charlene Wittstock hab¨ªan firmado un contrato prenupcial por el cual, entre otras cosas, la nadadora se compromet¨ªa a ser madre en el plazo de tres a?os. Los dos hijos que ya tiene Alberto ¡ªuna ni?a adolescente y un ni?o¡ª son considerados ileg¨ªtimos aunque ¨¦l se ocupe de su educaci¨®n y los haya reconocido. Tener un hijo para ellos es, adem¨¢s de algo natural, una apremiante obligaci¨®n.
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