Los ¨²ltimos d¨ªas de Philip Seymour Hoffman
Vuelo a casa desde Atlanta. Cena en un bar del West Village. Seis operaciones en un cajero, de 200 d¨®lares cada una. Mensajes a un amigo para ver el partido de los Knicks As¨ª fue el final de un actor complejo, antes de morir en su apartamento
Un padre con sus hijos en un parque infantil de Greenwich Village. Un hombre desali?ado que saca varias veces de un cajero autom¨¢tico situado en un supermercado la suma de 200 d¨®lares a lo largo de una hora. Un tipo que env¨ªa a su amigo un mensaje de m¨®vil para invitarle a ver el partido de baloncesto de los Knicks en su apartamento.
Ese mensaje de texto ser¨ªa la ¨²ltima comunicaci¨®n que se conoce de Philip Seymour Hoffman, cuyas ¨²ltimas horas y ¨²ltimos d¨ªas fueron una mareante y complicada mezcla de trabajo, vida social y compra de drogas a escondidas, hasta desembocar en lo que parece haber sido una sobredosis fatal de hero¨ªna: su cuerpo fr¨ªo y sin vida apareci¨® el domingo por la ma?ana tendido en el suelo del cuarto de ba?o de su apartamento, con una aguja prendida a¨²n en el brazo.
Su muerte, seg¨²n todos los indicios, fue el final t¨ªpico de un drogadicto, con periodos de aparente normalidad interrumpidos por otros de comportamiento err¨¢tico. Rodaje de una pel¨ªcula. Reuniones de trabajo. Partidos de baloncesto. Borracheras. Drogas.
Para ser un hombre que falleci¨® a solas, a los 46 a?os, su recorrido hasta ese momento fue muy poco privado. Hoffman era una especie de embajador del Greenwich Village, una imagen habitual para los vecinos, que le ve¨ªan empujando una silla de ni?o, fumando un cigarrillo en los escalones delanteros de una casa o ayudando a orientarse a un turista. Un neoyorquino como tantos otros, salvo que con una estatuilla del Oscar en la estanter¨ªa.
Sus ¨²ltimos d¨ªas siguieron esa misma pauta. No tuvo nada de recluido. La gente le vio por todas partes, y no solo en el Village. Unos d¨ªas antes de fallecer, la vuelta a casa de un Hoffman aparentemente borracho desde Atlanta, donde estaba rodando escenas para la pr¨®xima entrega de Los juegos del hambre, no pas¨® inadvertida, puesto que varios testigos han contado que le vieron en dos aeropuertos.
¡°Se mantuvo sobrio 25 a?os, venci¨® la adicci¨®n todo lo posible¡±, dice un amigo
En su ¨²ltima aparici¨®n p¨²blica, durante la promoci¨®n de los filmes God¡¯s pocket y A most wanted man en el Festival de Cine de Sundance en Utah, el 19 de enero, se mostr¨® reticente y desharrapado. No obstante, varios amigos han dicho despu¨¦s que era frecuente que el actor tuviera ese aspecto, como de haber estado de juerga toda la noche, aunque acabara de levantarse de la cama despu¨¦s de haber dormido muy bien.
En Sundance, el editor de una revista que no le reconoci¨® a primera vista le pregunt¨® a qu¨¦ se dedicaba. Hoffman respondi¨®: ¡°Soy heroin¨®mano¡±. El resto del tiempo, su comportamiento fue completamente normal.
¡°Le vi y le salud¨¦¡±, dice Howard Cohen, presidente de Roadside Attractions, la distribuidora que presentaba A most wanted man en el festival. ¡°Se mostr¨® simp¨¢tico y amable, y me dijo: ¡®Estoy encantado de hacerlo¡¯. Fue una conversaci¨®n muy normal¡±. En otros momentos del festival, Hoffman habl¨® de que ¨²ltimamente ten¨ªa poco tiempo para ir al cine, pero que hab¨ªa disfrutado de Frozen con sus hijos.
Volvi¨® de Sundance a Nueva York, donde viv¨ªa solo en un apartamento alquilado despu¨¦s de haber abandonado el hogar de su pareja, Mimi O¡¯Donnell, y los tres hijos que ten¨ªan en com¨²n.
En diciembre, Hoffman reconoci¨® que hab¨ªa reca¨ªdo en la droga en una reuni¨®n de Narc¨®ticos An¨®nimos, en la que uno de los responsables pregunt¨® a los asistentes si su periodo de sobriedad lo contaban en a?os, meses, semanas o d¨ªas. Hoffman replic¨®: ¡°Estoy contando los d¨ªas¡±, seg¨²n una persona presente en la reuni¨®n que desea mantener el anonimato debido a las normas del grupo. ¡°Levant¨® la mano, dio su nombre y dijo que llevaba 28 o 30 d¨ªas sin probar las drogas¡±, cuenta. Hoffman estaba afeitado y bien vestido. ¡°Ten¨ªa muy buen aspecto, completamente normal¡±.
Era una lucha que se tomaba muy en serio. ¡°Se mantuvo sobrio m¨¢s de 25 a?os y venci¨® la adicci¨®n todo lo posible, si se tiene en cuenta lo dif¨ªcil que es¡±, dice David Bar Katz, dramaturgo y amigo del actor, una de las dos personas que le descubrieron muerto. ¡°Estaba en contra de todo lo relacionado con el consumo de drogas¡±.
Al acabar esa semana, el 25 de enero, la escritora Tatiana Pahlen estaba saliendo de la piscina del YMCA de la calle 92 cuando se encontr¨® en el ascensor con Hoffman, que hab¨ªa ido a recoger a uno de sus hijos. Se hab¨ªan conocido un par de a?os antes, en una lectura p¨²blica que hab¨ªa hecho el actor. Dos d¨ªas despu¨¦s iba a haber otro acto similar. ¡°Le pregunt¨¦ si iba a venir el lunes¡±, dice Pahlen. ¡°Contest¨®: ¡®No, estar¨¦ en Atlanta¡±. Seg¨²n la escritora, parec¨ªa contento, aunque ¡°un poco excitado¡± y ¡°con una piel nada sana. Ten¨ªa la piel muy mal¡±.
Hoffman lleg¨® a Atlanta la semana pasada para rodar unas escenas del ¨²ltimo filme de Los juegos del hambre, cuyo estreno est¨¢ previsto para 2015. Un desconocido le fotografi¨® sentado en un bar del centro de la ciudad, pero en la imagen no se distingue qu¨¦ conten¨ªa su vaso.
A su regreso de Atlanta, su aspecto era tal que Theresa Fehr, directiva de una empresa de garant¨ªas inmobiliarias que vive en Houston, le tom¨® por ¡°un vagabundo¡±. Ese d¨ªa, Fehr volv¨ªa a su casa, igual que el actor. Vio a un hombre ¡ªque no reconoci¨® de inmediato¡ª al que una agente de seguridad del aeropuerto estaba acompa?ando hasta el puesto de control. ¡°Me pareci¨® extra?o que estuviera aquel vagabundo en el aeropuerto¡±, dice. ¡°Coloc¨® los zapatos en la cinta y arroj¨® el cintur¨®n de forma descuidada. Se ve¨ªa que estaba muy borracho¡±. Fehr se volvi¨® hacia la agente y le dijo: ¡°Qu¨¦ curioso, se parece a ese actor que tiene tres nombres¡¯. Ella me mir¨® y dijo: ¡®S¨ª, qu¨¦ curioso¡¯. ?l estaba intentando ponerse el cintur¨®n. Los pantalones se le ca¨ªan, y el vientre sobresal¨ªa por encima. Le dije: ¡®Hombre, espero que no te quedes sin pantalones¡¯. Entonces me mir¨® con los ojos perdidos, confusos¡±, cuenta.
Despu¨¦s del vuelo hasta el aeropuerto de La Guardia ¡ªdurante el que otro desconocido volvi¨® a fotografiarle, derrumbado en su asiento¡ª, fueron a buscarle a la puerta de embarque en un carro motorizado. ¡°Estaba con mi novia y pas¨® a nuestro lado¡±, dice Andrew Kirell, director de Mediaite, un blog dedicado a los medios de comunicaci¨®n. ¡°Era impresionante el aspecto tan espantoso que ten¨ªa¡±. Le reconocieron a la primera: ¡°Mi novia y yo somos grandes admiradores¡±.
En su ¨²ltima semana estaba valorando varios papeles en cine y televisi¨®n
El s¨¢bado por la ma?ana, Hoffman parec¨ªa estar mejor, y fue, como de costumbre, a tomarse su caf¨¦ expreso cu¨¢druple en el Chocolate Bar. Varios artistas del mundo del teatro que hablaron con ¨¦l en la ¨²ltima semana dicen que estaba dando vueltas a diversas posibilidades de papeles en el cine y a una serie para Showtime. Iba a regresar a Atlanta la semana que viene. Su amigo dramaturgo, Katz, le hab¨ªa enviado un mensaje para quedar a una de sus cenas habituales de steak y caf¨¦ antes de que se fuera de viaje.
Ese mismo d¨ªa, varias horas m¨¢s tarde, Hoffman se reuni¨® con O¡¯Donnell y sus hijos en un parque infantil, dice un empresario teatral que est¨¢ dispuesto a hablar de las actividades privadas de la familia, pero quiere permanecer an¨®nimo. Seg¨²n la polic¨ªa, O¡¯Donnell declar¨® despu¨¦s que hab¨ªa hablado con el actor en alg¨²n momento del s¨¢bado y que parec¨ªa estar drogado.
Alrededor de las cinco de la tarde, Paul Pabst, productor ejecutivo del programa deportivo The Dan Patrick Show, estaba paseando por el Village con varios familiares cuando le vio. Su hermana llam¨® al actor, que se volvi¨® y le hizo un gesto de choca esos cinco. ¡°Mi hermana me mir¨® y dijo: ¡®Qu¨¦ horror, qu¨¦ aspecto tan terrible tiene¡±, cont¨® despu¨¦s Pabst en el programa. ¡°Parec¨ªa completamente ido¡±.
Hoffman cen¨® hacia las 19.30 en Automatic Slim¡¯s, un popular bar del West Village al que sol¨ªa acudir, y estuvo sentado con otros dos hombres. El bar ten¨ªa previsto cerrar a las 21.30 para acoger una fiesta privada, pero ¨¦l se fue mucho antes.
La polic¨ªa dice que sac¨® 1.200 d¨®lares del cajero autom¨¢tico situado en D¡¯Agostino, un supermercado cerca de su casa, en seis operaciones de 200 d¨®lares cada una. Hubo pausas de varios minutos entre una y otra, por lo que en total estuvo all¨ª una hora.
A las 20.44 envi¨® a Katz un mensaje que dec¨ªa: ¡°Quieres ver la segunda parte del partido de los Knicks en Bethune¡±. Catorce minutos despu¨¦s, a las 20.58, envi¨® otro: ¡°Hacia las 10.15¡±. Pero Katz dice que no vio la invitaci¨®n hasta una hora despu¨¦s. A las 23.30, tras ver los dos mensajes, Katz escribi¨®: ¡°Acabo de terminar de cenar. ?D¨®nde est¨¢s?¡±.
No obtuvo respuesta.
?2014 New York Times News Service.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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