Doce cosas que hacemos mal todos los d¨ªas
La forma en la que corremos, nos lavamos las manos o incluso cocinamos no es necesariamente la m¨¢s correcta
Preparar una reuni¨®n de trabajo en la que nos jugamos el ascenso, correr con el coche al taller a cambiar la biela rota o recoger a la suegra en el aeropuerto. Tenemos las agendas repletas de asuntos marcados en rojo. Cuestiones que acaparan nuestra mente y a las que damos una importancia capital movidos por el af¨¢n de resolverlas lo mejor posible.
Y, ?qu¨¦ pasa con todas esas peque?as acciones diarias relegadas a un discreto segundo plano en las que ni pensamos? Muchas son importantes, aunque su condici¨®n de rutinarias les cuelga el cartel de nimiedades. Tan cotidianas que ni nos cuestionamos nuestra pericia al llevarlas a cabo. Y, sin embargo, las hacemos mal. Aqu¨ª va una lista de 12.
1. Esperar a que toda la mesa tenga su segundo plato para volver a comer
Nos ponen delante un buen chulet¨®n, jugoso y humeante, con una buena raci¨®n de patatas bien doradas. Ha llegado el segundo plato, pero la urbanidad se interpone entre nosotros y ese deseado, casi ansioso, primer mordisco. Normalmente, se cree que hay que esperar a que se sirva a todos los comensales para poder empezar a comer tambi¨¦n los segundos. Pero no, por una vez las normas de protocolo llegan para poner fin a la tortura: s¨®lo hay que esperar a que se sirva el primer plato. Una vez hecho, no hay m¨¢s trabas.
¡°Es una cuesti¨®n de sentido com¨²n¡±, afirma la profesora de la Escuela Internacional de Protocolo Mar¨ªa Colomer. ¡°La norma de la espera solo rige para los primeros platos, que adem¨¢s muchas veces son fr¨ªos o semifr¨ªos. Si esper¨¢ramos tambi¨¦n para comer un segundo, una carne o un pescado, el primero en ser servido se lo comer¨ªa fr¨ªo¡±, explica. Y no es una norma no escrita: proviene del protocolo borgo?¨¦s de la corte de Felipe II y ya aparece en textos de 1548.
2. Ducharnos
Ya no somos ni?os, pero en la ducha nos comportamos como si tuvi¨¦ramos ocho a?os y lleg¨¢ramos del parque. Es decir, nos embadurnamos de jab¨®n. Y no nos hace falta.
¡°La piel se vuelve m¨¢s seca con la edad y los jabones, al ser astringentes, la secan a¨²n m¨¢s. Si abusamos, se eliminar¨¢ la capa cornea¡±, explica Juan Ferrando, m¨¦dico dermat¨®logo del Hospital Cl¨ªnico de Barcelona y profesor titular de dermatolog¨ªa de la Universidad de Barcelona. ¡°Hay que utilizar la m¨ªnima cantidad de jab¨®n y s¨®lo en las zonas m¨¢s necesarias. Estas son los huecos naturales de la piel y los pliegues¡±, recomienda (esto tambi¨¦n se aconseja en una publicaci¨®n de la Universidad de Valencia sobre la dermatitis at¨®pica y el eczema). Para el resto del cuerpo, la idea es que con el agua jabonosa que va cayendo es suficiente.
Usar jabones para ni?os es otro error: ¡°Al ser l¨ªquidos y perfumados, secan m¨¢s la piel. Est¨¢n bien para los ni?os porque su piel es m¨¢s grasa¡±, se?ala Ferrando. A los profesionales que se lavan las manos con frecuencia les aconseja usar jabones en pastilla con glicerina o aceite de coco, por ser hidratantes.
3. Pronunciar Gabriel e Israel
Palabras como Gabriel, Israel, constre?ir o impregnable hacen que se nos trabe la lengua. Decimos Grabiel o nos hacemos un l¨ªo con el aire entre la s y la r y acabamos diciendo Israel como si tuvi¨¦ramos la boca llena. ¡°Los fonemas que m¨¢s dificultad presentan suelen ser los vibrantes -r, rr- y los sinfones - bla, bra, para, pla¡¡±, explica M? Teresa Estell¨¦s, presidenta de la Asociaci¨®n de Logopedas de Espa?a y directora de Centros Ortof¨®n.
En general, estos fallos no se deben a que no se pueda articular correctamente, sino a pr¨¢cticas incorrectas adquiridas a trav¨¦s del entorno y que perduran en el tiempo. Se calcula que entre un 4% y un 6% de los ni?os padecen trastornos de articulaci¨®n, pero ¡°cada vez son m¨¢s los adultos que acuden a las consultas de logopedia por persistir su problema¡±, se?ala la presidenta de A.L.E.
Seg¨²n un estudio de SpinVox con las palabras peor pronunciadad del castellano. Entre ellas, veniste en vez de viniste, transtorno en lugar de trastorno, idiosincracia en el de idiosincrasia y perjuicio en vez de prejuicio.
4. Trabajar
Todos tenemos unas horas especialmente productivas a lo largo del d¨ªa durante las que nos resulta m¨¢s f¨¢cil concentrarnos y trabajar m¨¢s r¨¢pido y m¨¢s a gusto. El problema es que no las tenemos identificadas y no las aprovechamos.
¡°?Si trabajo especialmente bien de once a una, por qu¨¦ parar a las doce para tomar un caf¨¦?¡±, se pregunta la coach en asuntos profesionales Aida Ba¨ªda. No es que haya que prescindir de los descansos, pero s¨ª encajarlos en aquel momento en el que no rompa un buen ritmo de trabajo. ¡°Tambi¨¦n tenemos que aprender a decir que no al compa?ero pesado que viene a darnos conversaci¨®n cuando mejor estamos trabajando¡±, se?ala. Tampoco es que sea necesario dar conversaci¨®n: en una oficina es mayor el tiempo que se dedica a labores propias de la oficina ¨Creuniones, reenv¨ªo de correos...¨C que al trabajo en s¨ª.
La coach propone un ejercicio para organizarnos mejor: clasificar las tareas en urgentes e importantes, importantes pero no urgentes, urgentes no importantes y ni importantes ni urgentes. ¡°Nos ayudar¨¢ a priorizar. Prestando especial atenci¨®n a las tareas importantes pero no urgentes evitaremos que lleguen a convertirse en urgentes y nos agobien¡±, explica.
5. Contestar los 'whatsapps' del jefe
Entre una pesadilla de las que se despierta uno ba?ado en sudor en mitad de la noche y tener al jefe en WhatsApp, lo primero es lo m¨¢s deseable.
Aida Ba¨ªda resalta la necesidad de ¡°poner l¨ªmites entre la vida profesional y la privada¡± e insta a hacerlo pronto, porque ¡°cuanto m¨¢s tarde m¨¢s cuesta¡±. Se?ala el peligro de llevar las relaciones profesionales a un contexto, el de WhatsApp, en el que se manejan sobre todo las personales.
Adem¨¢s, el jefe puede ver nuestros estados y horas de conexi¨®n y, si utilizamos WhatsApp en nuestra relaci¨®n laboral con ¨¦l, podr¨¢ ver si hemos le¨ªdo su ¨²ltimo mensaje y estamos remoloneando en la respuesta.
Un estudio recogido en una web especializada en apps se?ala varias cosas que debemos tener en cuenta si utilizamos el Whatsapp en el ¨¢mbito laboral. Entre ellas se recomienda tener cuidado con lo que ponemos en nuestro estado, como cosas que expresen desagrado por el trabajo; no criticar a compa?eros con un tercero ¨Cno ser¨ªa la primera vez que se env¨ªa por despiste el mensaje a la persona de la que est¨¢ hablando: m¨¢s de un jefe da fe¨C, y vigilar los v¨ªdeos y las fotos que compartimos.
6. Cocinar pasta grasosa, ins¨ªpida y blanda
Los italianos suelen ponerse categ¨®ricos al hablar de cocina. Ah¨ª estaba Clemenza, hombre de confianza de los Corleone en El Padrino, da una receta de los espagueti entre balazo y balazo que sacaria a Tony Soprano de cualquier corte a negro. Sin embargo, la prestigiosa Academia Barilla, considerada una de las mejores escuelas de cocina de Italia, ha publicado un dec¨¢logo con las diez cosas que los extranjeros hacen mal cuando se trata de su cocina. Y entre estas se cuenta un patinazo muy espa?ol: a?adir aceite de oliva al agua en la que se cuece la pasta.
¡°A?adir algo graso al agua, sea aceite o mantequilla, es un grave error, porque hace que despu¨¦s las salsas no se peguen bien a la pasta¡±, explica Enrica Barni, responsable de la Accademia del Gusto de Madrid. La clave para que la pasta no se apelmace est¨¢ en utilizar la cantidad adecuada de agua (un litro cada 100 gramos de pasta seca y un litro y medio cada 100 granos de pasta fresca). ¡°Lo ¨²nico que debe llevar el agua es sal¡±, afirma rotunda.
Y remata con un apunte estremecedor: ¡°La pasta pasada engorda m¨¢s¡±. La explicaci¨®n, que si se cuece demasiado, la digesti¨®n es m¨¢s dif¨ªcil y, por tanto, dura m¨¢s, lo que hace que se absorban m¨¢s carbohidratos.
7. Secarse las manos
Cada espa?ol gasta al a?o una media de 14 kilos de papel de uso higi¨¦nico y sanitario, seg¨²n datos de la Asociaci¨®n Espa?ola de Fabricantes de Pasta de Papel y Cart¨®n, en los que se incluyen las toallas de papel de los aseos p¨²blicos. Un estudio elaborado por la Universidad de Westminster en 2009 que compara la eficacia de las toallas de papel, las de tela y los secadores de aire muestra que el 63% de los europeos preferimos secarnos las manos con toallas de papel. Ya que las elegimos, ahorremos.
8. Respirar
Cada ser humano que uno ve por la calle es, con casi toda probabilidad, uno que respira mal. Usamos el pecho en lugar del diafragma, y eso es perderse la mitad del asunto. Una buena oxigenaci¨®n tiene efectos positivos sobre el sistema nervioso, ayuda a bajar la presi¨®n sangu¨ªnea, reducir las inflamaciones y el dolor, mejorar la resistencia f¨ªsica y mantiener el estr¨¦s a raya.
Pero la respiraci¨®n no s¨®lo nos beneficia en lo f¨ªsico, sino tambi¨¦n en lo emocional. ¡°Existen 2.400 maneras de respirar asociadas a otras tantas emociones. Si aprendemos a respirar bien, no s¨®lo ganaremos en salud sino que gestionaremos mejor nuestras emociones y tendremos m¨¢s dominio de cada situaci¨®n¡±, explica Mari Angels Farreny, fundadora de la escuela Natura Respira 3.0, y que acaba de publicar el libro Dime c¨®mo respiras y te dir¨¦ c¨®mo vives.?
9. Lavarnos los dientes
Nos lavamos los dientes dos o tres veces al d¨ªa desde que tenemos cuatro o cinco a?os. Se nos inculca que una sonrisa blanca y un aliento fresco son indispensables para ascender socialmente y ya no digamos conseguir un beso. Y sin embargo, a¨²n con todo eso en juego, seguimos haci¨¦ndolo mal.
?¡°Hay que cepillarse con un movimiento vertical, desde la enc¨ªa hacia abajo. El objetivo no es tanto limpiar la superficie del diente como la zona que une la enc¨ªa el diente¡±, asegura David Herrera, profesor y vicedecano de Cl¨ªnicas de la Facultad de Odontolog¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid. Describir movimientos horizontales y olvidarnos del hilo dental son errores graves y muy frecuentes.
Nuestra torpeza no acaba ah¨ª. El cepillado debe durar de dos a tres minutos, pero la gran mayor¨ªa no llegamos a uno. ¡°Hay estudios que muestran que la mitad de la poblaci¨®n se cepilla durante menos de un minuto a¨²n cuando cree hacerlo durante dos¡±, se?ala Herrera. Estudios cient¨ªficos concluyen que nos cepillamos los dientes entre unos insuficientes 30 y 60 segundos.
10. El nudo de la corbata
Existen casi tantos estilos como gustos a la hora de anudar una corbata. Podemos fijarnos en Am¨¦rica, Inglaterra o Espa?a o, incluso, elegir el nudo que disimule una baja estatura ¨Cel doble sencillo deja la prenda m¨¢s corta y crea un efecto ¨®ptico logrado¨C. Lo que es dif¨ªcilmente discutible es que se trata una tarea engorrosa en la que m¨¢s de uno fracasa.
En cuesti¨®n de vueltas, el am¨¦ricano es el m¨¢s c¨®modo, mientras que el espa?ol se queda a una vuelta del windsor, que es el que m¨¢s giros requiere. Pero si lo que interesa, por encima de todo, es dar con un m¨¦todo f¨¢cil y r¨¢pido, el siguiente v¨ªdeo ofrece una soluci¨®n en tiempo r¨¦cord.
11. Correr
Practicar ejercicio a demasiada intensidad, saltarnos los calentamientos y, ese otro vicio: parar en seco. ¡°Son fallos generalizados cuando se hace ejercicio sin supervisi¨®n, tanto en la calle como en los gimnasios¡±, explica el profesor de Juegos y de Actividad F¨ªsica y gestaci¨®n de la Facultad de Inef de la Universidad Polit¨¦cnica de Madrid Rub¨¦n Barakat.
¡°La carrera es un ejercicio de impacto. Hay que calentar las zonas que van a sufrirlos, como tobillos y rodillas, con ejercicios de flexibilidad, empezar caminando durante cinco o seis minutos y aumentar la intensidad de la carrera de forma progresiva¡±, recomienda. Tampoco podemos parar de golpe cuando estamos a 180 pulsaciones e irnos a casa ni saltarnos los estiramientos al final del ejercicio si no queremos exponernos a lesiones tendinosas.
12. Cerrar una bolsa de patatas fritas
Qui¨¦n no se ha visto en la situaci¨®n de querer guardar una bolsa de patatas fritas abierta y no encontrar una pinza por ninguna parte. Al final acabamos dobl¨¢ndola como podemos y empotr¨¢ndola entre una caja de cereales y una bolsa de macarrones, confiando en que cuando volvamos a abrir el armario siga en la misma posici¨®n. El origami, ese arte japon¨¦s que utiliza papel y nada m¨¢s para crear formas delicadas pero resistentes, nos da un m¨¦todo para cerrar la bolsa sin ning¨²n tipo de sujecci¨®n extra.
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